El Vaticano reconoce virtudes heroicas en la Madre María Alfonsa, fundadora de hogares para pobres en Nueva York
©Foto de cortesía / Hermanas Dominicas de Hawthorne

Una historia de devoción y servicio

El Vaticano reconoce virtudes heroicas en la Madre María Alfonsa, fundadora de hogares para pobres en Nueva York

La declaración de «Venerable» por parte del Vaticano reconoce el impacto duradero de la labor humanitaria de la Madre María Alfonsa en la fundación de una comunidad de terciarias dominicas al cargo de hogares para el cuidado de enfermos necesitados terminales. Actualmente están en Nueva York y Atlanta

(NCRegister/InfoCatólica) La Congregación de los Santos del Vaticano en Roma reconoció las virtudes heroicas de la Madre María Alfonsa (Rose Hawthorne, 1851-1926), declarándola «Venerable» el pasado jueves 14. 

La historia de la familia y la vocación de Madre María Alfonsa

Madre Alphonsa fue la menor de los tres hijos de Sophia Peabody y del escritor estadounidense Nathaniel Hawthorne (1804-64), entre cuyas famosas obras literarias figuran La letra escarlata y La casa de los siete tejados. Rose se convirtió al catolicismo en 1891 y, tras enviudar, fundó la comunidad religiosa conocida hoy como las Hermanas Dominicas de Hawthorne. El cardenal Edward Egan, arzobispo de Nueva York, abrió su causa de canonización en 2003.

Rose Hawthorne nació en Lenox, Massachusetts, en el seno de una familia cuyo linaje se remonta a los primeros colonos de la Bahía de Massachusetts. Entre las influencias religiosas que recibió durante su infancia se encuentran la Iglesia Unitaria y el movimiento trascendental.

La madre dominica Marie Edward, superiora actual de las Dominicas de Hawthorne, declaró al Register que los antecedentes puritanos de Nathaniel Hawthorne y su deseo de simplicidad y sencillez provocaron su aversión por la pompa y la celebración que observaba en la Iglesia Católica. Una excepción, señaló la madre Marie Edward, era el sacramento de la confesión: «Aunque no lo entendía como los católicos, veía el gran alivio que podía suponer llevar el alma a otro».

La familia leía la Biblia en casa y, curiosamente, también el clásico espiritual católico La imitación de Cristo, de Thomas á Kempis.

Nathaniel era amigo de la universidad y partidario del decimocuarto presidente de Estados Unidos, Franklin Pierce, quien le recompensó con un puesto diplomático en Inglaterra. Por ello, de niña, Rose conoció la «Iglesia romana» durante sus visitas a Inglaterra, Francia, Portugal e Italia. A los 7 años, Rose vio al Papa Pío IX durante la Semana Santa desde su balcón. Ella recordaba: 

«Me volví elocuente sobre el Papa, y fui recompensada con el regalo de mi madre de un pequeño medallón de él y un scudo [moneda] de oro con una excelente semejanza en él, ambos siempre reverenciados tiernamente por mí».

Otra influencia positiva fue la piedad de los sirvientes católicos que les asignaron durante su estancia en Europa. Antes de regresar a casa, los padres de Rose hicieron bautizar a los niños en la Iglesia Unitaria.

La familia regresó a Estados Unidos, Massachusetts. Aunque no eran ricos, disfrutaban de muchos privilegios, como fiestas de sociedad y visitas de figuras literarias tan populares como Henry David Thoreau y Herman Melville. 

Sin embargo, Nathaniel estaba enfermo y murió en 1864. Sophia murió en 1871.

Actuando impulsivamente y en contra de los deseos de su familia, Rose se casó con George Parsons Lathrop. Vivieron en Connecticut, donde George trabajó como editor de Atlantic Monthly, mientras Rose escribía poesía y relatos cortos. Fue una unión infeliz, ya que George era alcohólico. La madre Marie Edward señala que, aunque Rose nunca habló de los vicios de George, una vez relató en sus escritos que «se estaba volviendo peligroso vivir con George».

Además, aunque el matrimonio tuvo un hijo, Francis, éste murió de difteria a los 4 años.

La pareja se convirtió al catolicismo en 1891. Y, aunque Rose había sufrido mucho, la madre Marie Edward relata que: «Se había vaciado tanto de sí misma en su sufrimiento que la belleza de las gracias que recibió floreció en ella».

Rose y George se separaron en 1895, y él murió en 1898. Deseosa de comprometerse con una buena obra, Rose estudió enfermería en el New York Cancer Hospital, recordando que «entonces se encendió un fuego en mi corazón, donde todavía arde. ... Puse todo mi ser en esforzarme por llevar consuelo a los pobres cancerosos».

Al tomar este nuevo rumbo, Rose «quería ser útil. Estaba harta de ser una mujer de la alta sociedad y quería hacer algo por Dios y por los pobres». 

Rose se puso a trabajar en el Lower East Side de Nueva York. Buscaba «tomar a la clase más baja tanto en pobreza como en sufrimiento [los pobres cancerosos] y ponerlos en tal condición, que si Nuestro Señor llamara a la puerta no nos avergonzáramos de mostrar lo que habíamos hecho».

Otra mujer, Alice Huber, se unió a su labor, la primera de muchas. Se convirtieron en dominicas de la Tercera Orden y abrieron un hogar para los pobres que sufrían en Nueva York con el nombre de Santa Rosa de Lima en 1899. Al año siguiente, el arzobispo de Nueva York, Michael Corrigan, aprobó a las dominicas de Hawthorne con Rose, ahora Madre Mary Alphonsa, como superiora.

Paulatinamente se fueron uniendo a la comunidad más mujeres y abrieron más hogares para atender a los enfermos, comenzando con el Hogar Rose Hill en un suburbio de la ciudad de Nueva York en 1901 (la comunidad se llamó más tarde Hawthorne en honor al padre de la Madre Alphonsa). Otros seis hogares se abrirían en todo el país. Madre Alphonsa continuó su labor hasta 1926, año en que murió, a los 75 años. 

Las Dominicas de Hawthorne continúan el carisma de la fundadora

En la actualidad, las Hermanas Hawthorne cuentan con 47 miembros y están consolidadas en dos hogares, la casa madre Rosary Hill Home en Nueva York y un segundo hogar en Atlanta. Continuando la labor de la Madre Alphonsa, atienden a unos 45 enfermos terminales de cáncer, hombres y mujeres, de todas las religiones. Sus hogares son centros de enfermería especializada que ofrecen cuidados paliativos. Los pacientes deben tener una necesidad económica. Todos los servicios son gratuitos, financiados por generosos benefactores, ya que las hermanas no aceptan ni financiación gubernamental ni dinero de seguros privados.

Las hermanas visten un hábito tradicional y comparten la vida en común; actualmente hay ocho de ellas en distintas etapas de formación.

La Madre Marie Edward entró en la comunidad en 1979 porque era el lugar donde creía que «Dios quería que estuviera». 

Asimismo, la hermana Mary contó al Register que se unió a la comunidad en 1978, atraída por el hábito tradicional (en un momento en que muchas comunidades ya no lo llevaban) y el deseo de «ayudar a los que se están muriendo y no tienen a nadie más que cuide de ellos». Prosigue: «Nuestros pacientes no suelen tener familia, así que nos convertimos en su familia. De este modo, ya no están solos».

Ambas están encantadas de que Madre Alphonsa haya sido declarada «Venerable». La madre Marie Edward cree que «ella nos demuestra una caridad heroica y una asombrosa fe en Dios». 

La hermana Mary Joseph añade: «También fue valiente. Acogió a enfermos de cáncer en una época en la que las familias echaban de casa a sus familiares con cáncer, ya que la creencia común en aquella época era que el cáncer era contagioso».

La madre Marie Edward concluye su testimonio: «Madre Alfonsa recibió un carisma único del Espíritu Santo para hacer lo que hizo. Una vez que ingresamos a las Dominicas de Hawthorne y profesamos los votos, recibimos ese carisma y continuamos el trabajo de la Madre Alphonsa. Sin embargo, en última instancia, la obra no es de ella, sino de Dios».

1 comentario

Pedro de Madrid
Dios sea bendito y alabanza para estas hermanas que, a pesar de como está el mundo actualmente, se entregan a cuidar a los abandonados
17/03/24 5:15 PM

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