(ACIPrensa/InfoCatólica) La Iglesia Católica celebró a Santa Francisca Romana el pasado 9 de marzo, una santa extraordinaria que recibió múltiples dones excepcionales que le otorgaron la gracia de incluso llegar a ver en vida el infierno, el cielo y el purgatorio junto a San Rafael Arcángel.
Muchos de sus testimonios se encuentran recopilados en el libro «Santa Francisca Romana y su Arcángel» escrito por el sacerdote católico Ángel Peña, donde se relata que el padre Juan Mattiotti, quien fue su confesor durante varios años, contó que la santa «fue llevada en espíritu al infierno».
Según los relatos, al ingresar junto al Arcángel Rafael, Francisca observó un abismo enorme y letreros que decían: «Este es el infierno sin esperanza y donde no hay jamás consuelo».
Posteriormente, la santa observó un temible dragón oscuro, del cual emergía una intensa llamarada de fuego. El padre Mattiotti subrayó que ella percibía gritos y blasfemias acompañadas de numerosos lamentos y voces angustiosas.
Además, añadió el detalle de que de los demonios emanaba un olor insoportable, y por todas partes se observaban penas y tormentos.
«Después fue llevada al purgatorio y allí vio tres estratos distintos. En el más bajo había fuego; en el segundo estadio las almas sufrían, pero no tanto. En el tercer grado y más elevado estaban las almas que estaban cerca de ir al cielo», continuó relatando el prelado.
Al final del camino, la santa logró llegar al cielo y contemplar las almas que habían alcanzado la gloria alrededor de numerosos ángeles.
Un poco de la historia de Santa Francisca Romana
Francisca Romana (1384-1440), reconocida por su virtuosidad, afrontó desafíos considerables, como la pérdida de dos de sus tres hijos, su esposo y sus posesiones. A pesar de estas adversidades, mantuvo inquebrantable su fe en Dios y se dedicó continuamente al servicio de los más necesitados. Después de quedar viuda, consagró su vida al Señor y estableció una orden religiosa.
Entre sus destacados dones espirituales, experimentó la capacidad de comunicarse con su ángel guardián y recibió visiones divinas de Dios y la Virgen. Es venerada como la patrona de los conductores y alcanzó la santidad en 1608.