(CatholicWeekly/InfoCatólica) En una sociedad siempre apresurada, el pasado fin de semana hubo una breve pausa de perspectiva cuando el equipo de Sydney Catholic Youth tendió un puente sobre la brecha generacional para aprender un poco más sobre la belleza de tomarse las cosas con calma.
Un equipo de una docena de voluntarios de la Juventud Católica de Sídney dedicó su sábado a pasar tiempo con los residentes del Hogar Mount St Joseph de Randwick, un centro de atención a la tercera edad gestionado por las Hermanitas de los Pobres.
La iniciativa, denominada «Hands of Mercy» (Manos de misericordia), tenía por objeto animar a los jóvenes a realizar un acto corporal de misericordia en esta Cuaresma.
Fue una oportunidad para que los jóvenes adultos pasaran tiempo con los ancianos católicos de la arquidiócesis de Sydney, muchos de los cuales tienen un contacto limitado con los jóvenes.
Anna Harrison, responsable de la juventud, dijo que fue una oportunidad esclarecedora para aprender lecciones de aquellos que tienen una o dos cosas que compartir sobre cómo navegar por la vida.
«Fue una gran experiencia aprender a encontrar la alegría en la sencillez. Viniendo de una generación en la que todo es ir, todo el tiempo, fue encantador aprender de estas personas inspiradoras la importancia de hacer una pausa y estar agradecidos por las pequeñas cosas», dijo Harrison.
El equipo de la Juventud Católica de Sydney organizó un bingo, preparó y sirvió el té de la tarde y recorrió las instalaciones hablando con residentes de todas las profesiones y condiciones sociales.
«Una residente, Vicki, compartió experiencias de sus años de juventud, los tiempos turbulentos de mediados del siglo XX y su pasión por el baile», dijo Harrison.
«Hasta el día de hoy agradece los esfuerzos de las hermanas por ofrecerle oportunidades para disfrutar del baile, ya que apoyan atentamente a los residentes en las cosas que les importan».
«Vicki expresó su gratitud por las hermanas y por cómo han bendecido su propia vida y creado una verdadera comunidad de alegría y amor en el hogar».
La iniciativa, en su segundo año, fue una oportunidad para que los residentes de la residencia de ancianos conocieran a los jóvenes y se relacionaran de forma significativa y positiva, compartiendo una sencilla merienda y escuchando historias de los residentes y sus valiosas experiencias vitales.
«Yo saco mucho provecho de ello, pero creo que los residentes también disfrutan de la esperanza que supone tener a gente joven cerca», afirma Harrison.
«El contacto intergeneracional es una experiencia positiva que nos enriquece a todos».
La tarde terminó con la oportunidad de rezar juntos en la Capilla, con un agradecimiento especial a las hermanas que dieron un gran consuelo a jóvenes y mayores.
«Las Hermanitas de los Pobres son toda una inspiración. El hogar es un lugar maravilloso lleno de felicidad, alegría y cuidados. Ver la compasión, la atención y la devoción de las hermanas realmente te hace sentir orgulloso de ser católico», dijo Harrison.
