(Ecclesia/InfoCatólica) Rafaela de La Brena ha aclarado que un embrión es «un ser humano desde el momento en el que se produce la fecundación hasta sus dos primeros meses de vida. Luego se produce el desarrollo embrionario hasta su nacimiento, que es cuando lo llamamos feto».
Por desgracia, España es uno de los países con mayores cifras de embriones congelados, que se mantienen etiquetados –en su mayor parte en centros privados, aunque también en centros de la Seguridad Social, debido a la generalización y extensión de las técnicas de fecundación in vitro– en tanques de nitrógeno liquido a 150 grados bajo cero. Esto supone una enorme carga ética y legal, ya que, como apunta la responsable de la Cátedra Internacional de Bioética Jérôme Lejeune, en último término, un enorme porcentaje de embriones son desechados, olvidados o destinados a la investigación, lo que en definitiva supone atentar contra la vida.
«No dejamos de tener a una persona congelada con su desarrollo como persona completamente parado cuando se produce el proceso de conservación y estamos atentando contra la dignidad de la persona, que lo es desde el momento de que fue concebida, independientemente de que fuera concebido en un laboratorio o por el acto sexual», ha comentado Rafaela de la Brena.
«Convierten al hijo en algo comerciable y negociable»
A juicio de Rafaela de la Brena, España ha llegado a normalizar estas prácticas como consecuencia de la cultura consumista que invade todos los ámbitos de la sociedad, y que atribuye desde el momento en el que legaliza el aborto: «Desde el momento en el que puedo matar al embrión con el aborto, pues abro la puerta a que estas personas puedan ser generadas artificialmente y perfeccionadas a nuesto antojo. Es la cultura materialista, del consumismo, del deseo que vivimos en otros ámbitos de la vida. Es un drama porque convierten al hijo en algo intercambiable, negociable, comerciable que al final yo puedo clasificar, congelar, descongelar o transferir como si fuera un objeto», ha lamentado.
Las opciones legales para utilizar los embriones: «No es éticamente aceptable»
La responsable de la Cátedra de Bioética Jérôme Lejeune ha explicado las cuatro opciones legales que regulan en España la utilización de los embriones congelados, aunque lo primero que ha hecho es matizar que «no todo lo legalmente posible es siempre éticamente aceptable»:
«La primera opción es mantener embriones indefinidamente congelados; la segunda es donarlo para un proceso de adopción prenatal; la tercera es que se desechen en la basura como restos biológicos; y por último que se donen para ser empleados como investigación científica.
Ni la tercera y cuarta opción son moralmente aceptables, porque atentan contra la vida del embrión. Cuando descongelamos un embrión y no lo transferimos al útero de una mujer en la ventana temporal de siete días, el embrión va a morir».
En cuanto a la primera y segunda opción, de la Brena reconoce que buscan la compatibilidad con la vida del embrión, pero puntualiza que «tiene muchos reparos éticos».
«La primera opción es tenerlos congelados por tiempo indefinido, que es aceptar que esa persona vive en un futuro incierto. Los expertos dicen que es mantenerlos congelados hasta que muera de forma natural, pero no sabremos si ha muerto hasta que lo descongelamos, de manera que si lo descongelamos y no lo transferimos a un útero le avocamos a la muerte directa».
En cuanto a la segunda opción (donarlo para un proceso de adopción prenatal), cree que se entraría en el terreno «del mal menor» porque sería transferir el embrión al útero de una mujer que no lo había encargado, ante el abandono de la madre solicitante.
«Si una madre sabe que tiene congelado un niño, es consciente de que les tiene que dar vida, pero muchas veces no ocurre porque en las parejas sobrevienen situaciones diferentes, o al tener hijos ya no quieren más y esos niños se abandonan por lo que mueren. La adopción prenatal sería la solución menos mala porque seria transferirlo a otra mujer que no es la que lo ha encargado», ha manifestado de la Brena.