(Vatican.news) Tras el triste suceso acaecido el jueves 22 de febrero, el Santo Padre envió un telegrama, firmado por el Secretario de Estado de la Santa Sede, el Cardenal Pietro Parolin, dirigido a Monseñor Enrique Benavent, arzobispo de Valencia.
En el texto, el Pontífice encomienda el alma de los difuntos a la Misericordia divina, asegura su cercanía espiritual al pueblo valenciano y a todas las familias de los afectados. Asimismo, «reza al Señor para que les otorgue fortaleza en este momento de dolor y sostenga los trabajos de extinción y búsqueda».
Con estos sentimientos, invocando la intercesión de Nuestra Señora de los Desamparados y del Patriarca San José, el Obispo de Roma imparte «de corazón la confortadora Bendición Apostólica, como prenda de esperanza en Cristo Resucitado».
Las llamas se propagaron por todo el complejo de viviendas, extendiéndose rápidamente también al edificio contiguo. El emplazamiento estaba formado por dos bloques unidos que ocupaban una manzana independiente, separada del resto de edificios del barrio, que, afortunadamente, no se vieron afectados por las llamas. Los bomberos acudieron inmediatamente al lugar de los hechos y trabajaron sin descanso para intentar sofocar las llamas. Algunos de ellos resultaron heridos durante las tareas de extinción.
«La Iglesia participa del dolor que experimentan todos los valencianos»
El Arzobispo de Valencia, monseñor Enrique Benavent, ha manifestado, en declaraciones recogidas en el sitio web de la Archidiócesis, que «cuando una sociedad experimenta una tragedia como la vivida -que todavía estamos viviendo porque no tenemos una idea clara del alcance humano de esta tragedia-, la Iglesia participa de los sufrimientos y las angustias de la sociedad, experimentamos el dolor que experimentan todos los valencianos, porque también nosotros, los cristianos, somos ciudadanos y miembros de esta ciudad«.
»Nos sentimos cerca de los que han perdido a un ser querido, de sus familias y de todas las víctimas, también de los que han perdido sus viviendas y están viviendo una situación difícil. Tienen la solidaridad y el afecto de toda la Iglesia de Valencia y pueden recurrir a las parroquias vecinas. Todos estamos unidos en la oración y en la plegaria por sus necesidades y por todas las víctimas».
El prelado recordó que la Iglesia «desde el primer momento ofreció todos sus medios e instalaciones, sobre todo las de las parroquias vecinas, para que pudieran ayudar a todas las personas necesitadas».
Por tanto, seguimos atentos y siempre dispuestos a ayudar a las personas que puedan necesitar no sólo una ayuda material, sino una palabra de fe, de esperanza y de consuelo, que sepan que en la Iglesia tienen una casa que les acoge y que el Señor es siempre nuestro consuelo y nuestra fortaleza».