(LNB/InfoCatólica) El arzobispo Mario Delpini, el cardenal Francesco Coccopalmerio, presidente emérito del Dicasterio para los Textos Legislativos, y monseñor Antonio Staglianò, presidente de la Academia Pontificia de Teología, fueron algunos de los representantes de la Iglesia que participarán en el evento a puerta cerrada para debatir sobre La Iglesia católica y la masonería.
Los francmasones estuvieron representados por Stefano Bisi, gran maestre del Gran Oriente de Italia, la mayor logia francmasónica del país, y los dirigentes de otras dos logias nacionales: la Gran Logia de Italia y la Gran Logia Regular de Italia.
Bisi ha calificado la reunión de «histórica».
La participación del cardenal Coccopalmerio es interesante, ya que fue obispo auxiliar de Milán cuando el cardenal Carlo Maria Martini era arzobispo de la diócesis. El difunto cardenal jesuita era conocido por su cercanía a los masones, que le rindieron un caluroso homenaje como «hombre de diálogo» cuando murió en 2012.
Escribiendo en el diario católico italiano La Nuova Bussola Quotidiana, el redactor jefe Riccardo Cascioli señaló que desde que el cardenal Gianfranco Ravasi escribió una carta conciliadora a los masones en 2016, «las oportunidades de encuentro, promovidas por la masonería o por algunas diócesis, se han multiplicado como atestigua la iniciativa de Milán».
Resultado del encuentro
Este es el resumen del «encuentro histórico» organizado por GRIS, con un público selecto y cerrado a la prensa, que tuvo lugar el pasado viernes 16 de febrero en Milán con la presencia de representantes cualificados de la Iglesia y de la Masonería: por un lado, los tres Grandes Maestros de tres logias italianas: Stefano Bisi para el Gran Oriente de Italia (GOI), Luciano Romoli para la Gran Logia de Italia de la ALAM (GLDI) y Fabio Venzi (conectado desde Roma) para la Gran Logia Regular de Italia (GLRI ); por otro, el arzobispo de Milán Mario Delpini, el citado cardenal Coccopalmerio, el teólogo franciscano Zbigniew Suchecki y, sobre todo, el obispo Antonio Staglianò, presidente de la Pontificia Academia de Teología y el verdadero protagonista de la tarde, según dijeron a Bussola algunos de los presentes.
Los tres exponentes masones, dos de los cuales hicieron públicas sus intervenciones, defendieron con diferentes matices la compatibilidad de la masonería con la fe católica: Bisi explicó cómo su crecimiento en el contexto católico le llevó a unirse al Gran Oriente; Romoli iba desde Sant'Anselmo hasta el cardenal Zuppi; Venzi subrayó cómo los rituales ingleses son cristianos desde sus orígenes.
Por tanto, las repetidas condenas de la Iglesia (casi 600 en tres siglos) habrían sido, según ellos, el resultado de la incapacidad de la Iglesia para comprender exactamente qué es la masonería.
Bisi también mostró toda su decepción por el hecho de que el Papa Francisco haya abierto las puertas a los homosexuales, luego «a los divorciados, pero olvidó que entre los masones hay también muchos católicos a los que impide recibir la comunión y a la hora de conceder credenciales a un embajador masón dijo «no». En definitiva, es posible que el «¿Quién soy yo para juzgar?» y «Todos, todos, todos» ¿no se aplique a los masones?
Por lo demás, el Gran Maestre valoró a aquellos en la Iglesia que practican el diálogo y están siempre dispuestos a hacer preguntas: para concluir, cito el deseo del cardenal Carlo Maria Martini: que «un día un Papa y un Gran Maestre puedan encontrarse y recorrer juntos un tramo del camino, a la luz del sol», o más bien «a la luz del Gran Arquitecto del universo».
Condena radical de la Iglesia
Desde la bula papal In Eminenti Apostolatus Specula, de 1738, de Clemente XII, los católicos tienen prohibido unirse a los masones, y el Vaticano ha emitido numerosos pronunciamientos negativos contra la sociedad secreta: casi 600 documentos magisteriales en total.
La Iglesia católica considera que la masonería es, entre otros graves problemas, una corrupción del cristianismo, practica rituales contrarios al catolicismo, tiene principios irreconciliables con la fe católica y manifiesta una fuerte inclinación hacia el anticatolicismo.