(KathPress/InfoCatólica) Los religiosos, concretamente los monjes, viven una media de cinco años más que los hombres que viven «en el mundo», los llamados seglares o laicos. Este es el sorprendente resultado provisional de un reciente estudio a largo plazo que está realizando el Instituto de Demografía de la Academia Austriaca de Ciencias con el objetivo de investigar los factores decisivos para la salud y la longevidad.
El director del estudio, Marc Luy, cree que la principal razón del aumento de la esperanza de vida de los monjes es la regularidad diaria en el monasterio: las rutinas habituales, la alimentación y la meditación tienen un efecto positivo en la salud de los hombres, según anunciaron el jueves las comunidades religiosas en un comunicado de prensa.
En su búsqueda de la clave del «envejecimiento exitoso», los investigadores están analizando la esperanza de vida en monasterios de Austria y Alemania en dos partes. En primer lugar, se están recopilando datos de archivo de las instituciones. Los datos sobre la vida de los monjes registrados en los archivos de los monasterios, como la fecha de nacimiento, la fecha de ingreso y, en su caso, la fecha de salida o fallecimiento, son bases importantes para la investigación sobre la longevidad. Por otro lado, está en marcha un estudio de encuestas para obtener información sobre la salud y los factores de riesgo de los monjes. Hasta ahora han participado 1.158 miembros de 16 órdenes religiosas diferentes (622 mujeres y 536 hombres).
Los hombres con un nivel educativo más bajo serían los que más se beneficiarían de la vida monástica, en comparación con sus homólogos masculinos que no viven en un monasterio, explicó Luy. El responsable del estudio explica este fenómeno por el hecho de que en el monasterio se eliminan las diferencias sociales, como un mejor tratamiento médico o una alimentación más sana. Por tanto, los hombres religiosos con un menor nivel educativo alcanzarían en términos de esperanza de vida a los hombres con un mayor nivel educativo y una mayor esperanza de vida. «Esto demuestra claramente hasta qué punto puede influir en la esperanza de vida», resume Luy.
El estudio encontró una diferencia de «sólo» un año entre las mujeres religiosas, que suelen tener una esperanza de vida superior a la de los hombres, y los hombres religiosos. Con estilos de vida casi idénticos para hombres y mujeres en el monasterio, la diferencia se reduce a un año. Esto demuestra que no se trata de factores biológicos, sino de aspectos en los que se puede influir.
Rutina diaria regulada y comunidad
En las conclusiones provisionales también se hace especial hincapié en el factor del estrés en relación con una vida larga. El estudio demostró que una vida sin estrés, por ejemplo, mediante la relajación a través de la oración y la meditación, puede conducir a una vida más larga. «Eso es exactamente lo que ocurre automáticamente en la vida monástica», dice Luy. Otro factor importante es la comunidad dentro de la orden. «La comunidad es solidaria, los monjes se apoyan mutuamente y esto también tiene el efecto secundario positivo de prolongar la vida», informa Luy.
Los miembros de la orden forman una base de datos «única» para investigar aspectos sanitarios. Por ejemplo, las condiciones de vida de los miembros de las órdenes religiosas apenas diferían en cuanto a su rutina diaria, dieta, situación de vivienda, estado civil, afiliación religiosa y muchos otros aspectos que influyen en la salud y la longevidad. Además, los archivos de muchas comunidades han permitido reconstruir la vida de sus miembros. En algunos casos, esto es posible incluso para un periodo de varios siglos.