(CNA/InfoCatólica) Francisco responde a sí a una petición firmada en noviembre por varios cientos de rabinos y académicos, que instaba a la Iglesia Católica «a actuar como un faro de claridad moral y conceptual en medio de un océano de desinformación, distorsión y engaño» y a «distinguir entre la crítica política legítima a la política de Israel en el pasado y en el presente, y la negación odiosa de Israel y de los judíos».
En su carta, publicada tras el encuentro privado del 2 de febrero entre el Santo Padre y el Embajador de Israel ante la Santa Sede, Raphael Schutz, el Papa afirma:
«Mi corazón está cerca de ustedes, de la Tierra Santa, de todos los pueblos que la habitan, israelíes y palestinos, y rezo para que el deseo de paz prevalezca en todos».
«Quiero que sepan que están cerca de mi corazón y del corazón de la Iglesia. A la luz de las numerosas comunicaciones que me han enviado varios amigos y organizaciones judías de todo el mundo y a la luz de su propia carta, que aprecio mucho, siento el deseo de asegurarles mi cercanía y afecto. Abrazo a cada uno de ustedes, y especialmente a aquellos que están consumidos por la angustia, el dolor, el miedo e incluso la ira. Las palabras son tan difíciles de formular frente a una tragedia como la que ha ocurrido en los últimos meses», indica el Pontífice.
En su carta, el Pontífice enfatiza aún más «el camino que la Iglesia ha recorrido contigo, el antiguo pueblo de la alianza, rechaza toda forma de anti-judaísmo y antisemitismo, condenando inequívocamente las manifestaciones de odio hacia los judíos y el judaísmo como un pecado contra Dios».
«Junto a ustedes, nosotros, los católicos, estamos muy preocupados por el terrible aumento de los ataques contra judíos en todo el mundo. Esperamos que el 'nunca más' sea un lema escuchado por las nuevas generaciones, sin embargo, ahora vemos que el camino por delante requiere una colaboración cada vez más estrecha para erradicar estos fenómenos», declara el papa.
El Santo Padre añade que «nunca debemos perder la esperanza en una paz posible y que debemos hacer todo lo posible para promoverla, rechazando toda forma de derrotismo y desconfianza».
«Debemos mirar a Dios, la única fuente de esperanza cierta. Como dije hace 10 años: 'La historia enseña que nuestros propios poderes no son suficientes. Más de una vez estamos al borde de la paz, pero el maligno, empleando diversas formas, ha logrado bloquearla'».
En conclusión, el Santo Padre afirma que «en tiempos de desolación, tenemos gran dificultad para ver un horizonte futuro donde la luz reemplace la oscuridad, en el cual la amistad reemplace el odio, y en el cual la cooperación reemplace la guerra. Sin embargo, nosotros, como judíos y católicos, somos testigos de precisamente ese horizonte. Y debemos actuar, comenzando primero y ante todo desde la Tierra Santa, donde juntos queremos trabajar por la paz y la justicia, haciendo todo lo posible para crear relaciones capaces de abrir nuevos horizontes de luz para todos, israelíes y palestinos».