(ACIPrensa/InfoCatólica) La Orden Franciscana ha dado comienzo de manera oficial a la celebración de los 800 años de los estigmas experimentados por San Francisco de Asís. Este evento tuvo lugar durante un periodo de ayuno de 40 días del santo en el Monte Alverna en el año 1224.
El viernes 5 de enero de 2024 marcó el inicio del centenario en el santuario del Monte Alverna, situado en la provincia toscana de Arezzo. Se ha planificado un calendario repleto de diversas actividades que se extenderán hasta el 17 de septiembre de 2024, en las localidades de Alverna, Florencia y distintas áreas del territorio toscano.
La agencia en italiano del Grupo ACI, ACI Stampa, realizó una entrevista con Fray Francesco Brasa, quien trabaja como guardián del santuario. En la charla, se le preguntó sobre la relación entre el Monte Alverna y la historia de los estigmas, un fenómeno en el cual las heridas de Cristo se manifiestan de forma sobrenatural en el cuerpo de un individuo.
«El monte sagrado de Alverna es uno de los santuarios franciscanos más importantes. Su historia plurisecular comienza en 1213, cuando el conde Orlando de Cattani, señor del castillo de Chiusi, donó esta montaña a Francisco y sus frailes como lugar de retiro».
«La novedad del carisma franciscano, en comparación con las formas de vida ascética preexistentes, consistía precisamente en la alternancia entre periodos de retiro, vividos en pequeñas fraternidades, y periodos de apostolado itinerante, durante los cuales, en un descanso intermitente, los frailes devolvían al pueblo lo que habían recibido del Señor en el tiempo de la oración», relató.
Según lo compartido por Fray Francesco, existe documentación que respalda la presencia de Francisco y sus frailes en Alverna desde el año 1214 hasta 1224. «A ese periodo se remonta la construcción de la primera iglesia del santuario: la 'chiesina' de Santa Maria degli Angeli, deseada por el santo en recuerdo de la Porciúncula de Asís».
Los estigmas de S. Francisco de Asís, respuesta de Cristo crucificado y resucitado
«En 1224, Francisco vive su última 'Cuaresma alvernina'. Ya es un hombre fuertemente afectado por la enfermedad que lo llevará a la muerte en dos años. La ceguera y la crisis que atravesaba dividen a la orden en cuanto a la interpretación del voto de pobreza. En este contexto de crisis, regresa a Alverna para buscar una respuesta en la soledad contemplativa», recordó.
Fray Francesco aclaró que «el episodio y el don de los estigmas se sitúan como luz y resolución de esta crisis».
«Al contemplar al Cristo crucificado y resucitado que se le aparece, Francisco siente que su dolor es acogido por el Señor, y experimenta en su vida la gracia de la Pascua. Este encuentro también dejará una marca visible en su cuerpo: esas mismas heridas que el Señor le dio para tocar, como a Santo Tomás, los signos de la medida de su amor. Este evento, cima de su vida y de su legado carismático, hace de Alverna uno de los santuarios franciscanos más importantes y elocuentes», mencionó.
En relación con la apariencia de los estigmas de San Francisco, el libro «Leyenda Mayor» de San Buenaventura proporciona detalles específicos: «Comenzaron a aparecer en sus manos y pies los signos de los clavos; en las palmas de las manos y en la parte superior de los pies aparecían las cabezas, y en el otro lado, las puntas. El lado derecho del cuerpo, como si hubiera sido atravesado por un golpe de lanza, estaba surcado por una cicatriz roja que a menudo emanaba sangre».
Durante la ceremonia del 5 de enero en Alverna, el padre Massimo Fusarelli, Ministro General de la Orden Franciscana de los Frailes Menores, destacó que la conmemoración de los estigmas de San Francisco «no es sólo un recuerdo del pasado, de lo que sucedió en esta montaña sagrada hace 800 años a Francisco, sino revivir hoy ese encuentro que marcó al Poverello [como se le conocía a San Francisco]».
Y concluye: «‘De las heridas, la vida nueva’ no es sólo el lema elegido para este año centenario, sino una perspectiva: las heridas de Cristo, las heridas de Francisco, las heridas que hoy sufre nuestro mundo con guerras, cambio climático, situaciones de injusticia, hasta las heridas que cada uno lleva consigo. No son un punto muerto, sino una posibilidad de vida nueva».