(CatholicWeekly/InfoCatólica) Miles de personas se reunieron en la catedral de Santa María de Sídney para rezar y rendir homenaje al cardenal Pell, un hombre al que amaban por su visión y su «gran corazón», un año después de su muerte en Roma.
El arzobispo Anthony Fisher OP, celebrante principal de la misa en memoria del cardenal George Pell, dijo que ningún australiano ha hecho más por la Iglesia en todo el mundo.
El arzobispo concelebró la Solemne Misa Pontifical de Réquiem en el primer aniversario del fallecimiento del cardenal, el pasado 10 de enero, con el arzobispo de Tasmania, Julian Porteous, el obispo de Sydney, Terence Brady, el vicario general, Fr. Gerald Gleeson, y decenas de sacerdotes de Sydney y otros lugares.
Asistieron familiares, amigos y colegas del cardenal, y otros siguieron la misa a primera hora de la tarde en directo.
La catedral se llenó de fieles muy diversos, entre ellos familias jóvenes, estudiantes universitarios, profesionales, religiosos y religiosas, seminaristas y clérigos.
En un emotivo momento al final de la misa, los asistentes sigueron la procesión final hasta la cripta inferior para permanecer durante las breves oraciones que rezó el arzobispo Fisher ante la tumba del cardenal.
El cardenal Pell era compañero de la Orden de Australia, prefecto emérito de la Secretaría de Economía del Vaticano y antiguo arzobispo de Sydney.
Homilía del arzobispo Fisher
En su homilía, el arzobispo Fisher recordó los recientes elogios del Papa Francisco al cardenal, en los que mencionó el «celo, convicción, determinación y visón» de «nuestro muy llorado hermano George».
«Dijo que el cardenal entendía lo que se necesitaba en relación con las reformas financieras del Vaticano», dijo el arzobispo.
El arzobispo Fisher también elogió el «inquebrantable compromiso con la verdad y la constante voluntad del bien» del cardenal Pell, así como su promoción de la moralidad y la religión en un mundo inmerso en el secularismo y el relativismo. Esto le granjeó «muchos amigos y no pocos enemigos».
El arzobispo tomó prestada la jerga deportiva para describir al cardenal como un «unicornio» en el campo de la fe, «alguien que tenía imaginación, concentración y energía para atender a todos los bienes del florecimiento humano, más o menos todo el tiempo».
Sin miedo a proclamar la verdad, el cardenal fue un apasionado defensor de la educación católica y de las instituciones sanitarias, y un defensor del matrimonio y de la vida, incluidos los más vulnerables, los indígenas, los ex presos y los pobres, dijo.
El arzobispo describió a un hombre que también era profundamente leal a su familia y amigos, entre ellos el Papa Benedicto XVI, que había elogiado el «gran corazón» del cardenal.
«Pero al mantener el timón de la Iglesia en Australia fijo en la tradición apostólica, hizo más que nadie para salvarla de convertirse en el tipo de institución confusa y moribunda en que se ha convertido en algunos lugares», dijo el arzobispo Fisher.
Tras su exoneración unánime por el Tribunal Supremo de Australia por delitos que no cometió, siguió siendo demonizado por algunos, que más tarde intentaron perturbar su funeral, recordó el arzobispo. En lugar de amargarse por sus problemas, el cardenal salió «en todo caso, más amable e indulgente».
Al concluir la misa, el arzobispo señaló que el cardenal y la Sierva de Dios de Sydney, Eileen O'Connor, comparten el mismo aniversario de muerte y nacimiento a la vida eterna. «Si George está ahora con ella, como esperamos, parecerán una divertida pareja», dijo. «Eileen sólo medía un metro noventa y George un metro ochenta, pero ambos trabajaron para construir la Iglesia en Sydney y más allá».
Testimonios de asistentes
Suzy Curro, feligresa de Meadowbank, dijo que ella y su hija pequeña querían rezar por el cardenal, pues les inspiraba su amor por Jesucristo y la Iglesia. «También admiramos su postura a la hora de defender las enseñanzas de nuestra fe», dijo. «Nunca rehuyó decir la verdad y defenderla».
Una amiga del cardenal, Sarah Edwards, dijo que su familia, como muchas otras, experimentó su amabilidad, solicitud y humor. «Como dijo el arzobispo Fisher en su homilía, tenía un don para la amistad», dijo. «Amaba la vida familiar y siempre sacaba tiempo para nosotros por muy ocupado que estuviera».
El estudiante de la Universidad de Sydney Chris Tannous dijo que admiraba al cardenal Pell y que estaba agradecido por la formación espiritual, intelectual y emocional que había adquirido gracias a la labor del cardenal en apoyo de las capellanías universitarias católicas.