(Fides/InfoCatólica) La reanudación de las actividades académicas estuvo precedida por una conmovedora vigilia de oración, a la que asistieron las autoridades académicas, el personal de la universidad, los estudiantes, el obispo Edwin De la Peña de la Prelatura Territorial de Marawi y el arzobispo Antonio Ladesma.
En este momento de recuerdo y reflexión, la universidad expresó nuevamente sus «más profundas y sinceras condolencias a las familias de las cuatro personas fallecidas en la explosión». Las víctimas, identificadas como los estudiantes católicos Junrey Barbante y Janine Arenas, la profesora Evangeline Aromin y Riza Daniel, madre de otro estudiante, fueron recordadas con respeto y cariño durante la vigilia.
Basari D. Mapupuno, presidente de la MSU, tomó la palabra:
«Rezamos para que las víctimas descansen en paz y reciban la justicia que merecen. Nos unimos al dolor de las familias y, sinceramente, una parte de nosotros, de cada estudiante o profesor de la MSU ha muerto y permanece con ellos».
La reanudación de la actividad en el campus se coordinó con las fuerzas de seguridad y las autoridades locales. La universidad, aun reconociendo la angustia causada por el incidente, garantiza amplias medidas de seguridad y un entorno favorable al aprendizaje. Proporciona atención psicosocial y servicios de apoyo, garantizando alojamiento especial, transporte y exenciones en el itinerario académico a los implicados en el incidente. El gobierno provincial de Lanao del Sur colabora en el transporte de los estudiantes desde Cagayan de Oro, Pagadian y Malabang. Unos 2.000 estudiantes de los 15.000 matriculados han regresado a sus provincias de origen, traumatizados por el ataque.
La administración de la MSU ha anunciado medidas de seguridad reforzadas, con puestos de control especiales a la entrada de la universidad.
El atentado fue reivindicado por grupos locales afiliados al Estado Islámico. Operaciones militares contra grupos islámicos locales precedieron al atentado, lo que sugiere una posible respuesta a tales acciones. La policía filipina detuvo a Jafar Gamo Sultan, sospechoso de complicidad en la explosión. Algunos testigos y varias cámaras identificaron al sospechoso como el que colocó el artefacto.
Murad Ebrahim, primer ministro de la Región Autónoma Musulmana, declaró que la región cubriría los gastos médicos de las víctimas y proporcionaría ayuda a las familias.
La comunidad católica y la Conferencia Episcopal de Filipinas conmemoraron a las víctimas el 6 de diciembre con una jornada de luto y oración. El obispo Pablo Virgilio David, presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas, dirigió una misa de sufragio en honor de las víctimas del atentado. Invitó a los fieles de todo el país a oficiar santas misas, rezar el rosario y realizar actos de caridad durante el tiempo de Adviento.
El obispo Edwin de la Peña destacó la conmovedora simpatía y solidaridad mostrada por los musulmanes de Lanao del Sur y otras partes del país. Dijo que la Universidad Estatal de Mindanao, afectada por el atentado, seguirá siendo un símbolo de coexistencia, acogiendo a estudiantes musulmanes y cristianos de distintas provincias de Mindanao.
En sus ciudades de origen se están celebrando los ritos funerarios y el entierro de las cuatro víctimas católicas. Entre ellos, Junrey Barbantem, estudiante de 20 años de la Facultad de Administración de Empresas y Contabilidad, era un recién licenciado de la isla de Bohol. Se había graduado en Ingeniería Civil en la Facultad de Ingeniería y Tecnología el mes pasado. Resultó gravemente herido en la explosión y murió durante el traslado al hospital. Amigos y compañeros le describen como un joven amable, trabajador, alegre y con un futuro brillante.
Janine Arenas, de 18 años, también residía en la misma universidad. Era una estudiante originaria de Balabagan, en la provincia de Lanao del Norte, y asistía asiduamente a la comunidad de la capellanía universitaria, como Barbante. La comunidad tenía antes su propia capilla, que fue destruida por militantes islámicos durante el asedio de Marawi en 2017. Desde entonces, las reuniones y celebraciones litúrgicas se celebraban en el gimnasio de la universidad.
Entre los profesores asesinados se encuentra Evangeline Aromin, de 31 años, profesora del Instituto de Tecnología Iligan de la MSU. Era de Lanao del Sur, de una familia católica muy arraigada en la comunidad de la MSU y muy comprometida con el diálogo islámico-cristiano en la ciudad de Marawi. A su funeral asistieron muchos musulmanes locales de etnia maranao.
La última de las cuatro víctimas, Riza Ramos Daniel, de 49 años, es madre de un estudiante. Originaria de Tangub City, en la provincia de Misamis Occidental, trabajaba en Marawi, mientras que su hijo cursa el tercer año de informática en la MSU. Ambos asistían a la misa del 3 de diciembre.