(CEE/InfoCatólica) Los obispos españoles señalan en las orientaciones que «la participación en la celebración, de manera especial en la eucaristía, es imprescindible para la vida cristiana. Sin embargo, particulares condicionamientos limitan esa participación cuando, por causa grave, los fieles no tienen oportunidad de vivir con la comunidad, de forma presencial, la celebración litúrgica».
Pandemia
Los prelados recuerdan lo ocurrido durante la reciente pandemia:
«La experiencia reciente de la pandemia mundial del COVID-19 ha puesto de manifiesto que la participación en la eucaristía puede ser realmente difícil para muchos cristianos, mientras que para otros muchos esa dificultad es habitual: razones de edad, de salud, circunstancias familiares o del lugar en el que viven, suponen una grave dificultad para vivir de forma presencial el encuentro dominical con la comunidad».
La CEE advierte, en todo caso, que «para aquellos cristianos que no están impedidos por las dificultades señaladas, seguir la celebración por medio de una retransmisión es insuficiente» y señala que «a pesar de su indiscutible valor para quien no puede participar en la celebración por causas justas, la participación activa y el seguimiento por la retransmisión son dos realidades que en modo alguno se pueden equiparar».
El documento constata que «desde hace muchos años, la retransmisión de la eucaristía por radio y televisión ha sostenido en parte la vida cristiana de aquellas personas que no podían acudir a la parroquia por causa grave».
Tras indicar que las retransmisiones deben ser realizadas de forma profesional, la CEE señala que «la retransmisión de la misa debe ser conocida y autorizada por el obispo o por la persona a quién él delegue para esta finalidad» y «también debe comunicarse, el canal por el que se retransmite: redes sociales –Facebook, Instagram, TikTok, X, Meet–, Zoom o Youtube, o cadenas de radio o televisión de cualquier ámbito».
La Misa en directo y que no quede grabada (sic)
Una de las cuestiones más peculiares del texto de la CEE, que va en contra de la práctica habitual en todo el mundo, empezando por los medios de comunicación del Vaticano (ndr: ejemplo), es la siguiente:
La retransmisión debe hacerse en directo, de modo que permita a las personas que participan de ella unirse a una comunidad que está celebrando en ese momento. Así se consigue una vinculación efectiva de la persona que sigue la retransmisión con la comunidad celebrante.
En consecuencia, salvo que exista un interés informativo o histórico en la celebración que se recoge (una ordenación, unas beatificaciones, un funeral papal…), es aconsejable que la retransmisión que se emite en directo no permanezca después a disposición en las plataformas digitales de televisión, en la web parroquial o en las redes sociales, ya que la finalidad de la retransmisión es que quien no pueda asistir presencialmente a la eucaristía, se pueda unir espiritualmente a una comunidad viva que, en ese momento determinado, está celebrando comunitariamente su fe.
Lo cierto es que internet está llena de grabaciones de Misas, incluidas las que celebra el papa Francisco, y otro tipo de celebraciones religiosas (rezo del Rosario, vísperas etc) .
De hecho, todas las Misas que se han emitido desde hace años a través de la televisión pública de España, están hoy a disposición de quienes las quieran ver.
El texto de la CEE pide además que «en las retransmisiones a través de plataformas de streaming no se permita al espectador interactuar con comentarios en vivo o con valoraciones a través de chat, con textos, imágenes, etc. Así se evita que el espectador se distraiga de la celebración o que estos comentarios se conviertan en el centro de la retrasmisión».