(Vatican News/InfoCatólica) Ayer el Santo Padre recibió en audiencia a los miembros de la Comisión Teológica Internacional.
Como todavía está recuperándose del proceso inflamatorio pulmonar que le aqueja, el Papa dijo que prefería entregarles el discurso preparado: "Tengo aquí un hermoso discurso con cosas teológicas, pero tal como estoy, mejor no leerlo", dijo. Y a continuación, compartió con los participantes en la audiencia algunas reflexiones improvisadas.
En primer lugar, les agradeció su trabajo y su visita, porque, dijo, “la teología es muy importante”. Y a continuación pasó al mensaje principal que quería transmitirles: “Hay algo que no me gusta, disculpad mi sinceridad. Una, dos, tres, cuatro mujeres… Ah, lo siento, cinco. ¡Debemos avanzar!”, bromeó, refiriéndose a los miembros de la Comisión. Y continuó exponiendo que valora mucho la capacidad de reflexión teológica de las mujeres, diferente de la de los hombres. “ Tal vez sea porque he estudiado mucho la teología de la mujer. Me ayudó una buena alemana, Hanna-Barbara Gerl, sobre Guardini. Ella había estudiado [su vida y obra] y esa teología de mujer no es muy profunda, pero es hermosa, es creativa”, añadió.
Francisco comentó que en la próxima reunión de los nueve Cardenales, tendrán “una reflexión sobre la dimensión femenina de la Iglesia”, porque “si no podemos entender qué es una mujer, cuál es la teología de una mujer, nunca entenderemos qué es la Iglesia”. Siguió improvisando y añadió que “uno de los grandes pecados que hemos tenido es "masculinizar" la Iglesia”. Aunque aclaró que “esto no se puede resolver por la vía ministerial”, sino que “se resuelve por el camino místico, por el camino real” y que el pensamiento balthasariano sobre el principio petrino [ministerial] y el principio mariano [místico] le había dado mucha luz: “el mariano es más importante que el petrino: el de la Iglesia como esposa, la Iglesia como mujer, sin masculinizarse”.
El Papa resumió sus palabras en su deseo no solo de que haya más mujeres en la Comisión sino de que reflexionen sobre la Iglesia como mujer y sobre “desmasculinizar” a la Iglesia
Finalmente, se disculpó por haber hablado demasiado, rezaron juntos un Padre Nuestro, les dio la bendición y les pidió que rezaran por él.
Discurso escrito del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Saludo al cardenal Fernández y os doy la bienvenida a todos, expresando gratitud por vuestro precioso trabajo.
Hoy estamos llamados a dedicarnos con todas las energías de nuestro corazón y de nuestra mente a una "conversión misionera de la Iglesia" (Evangelii gaudium, 30). Responde a la llamada de Jesús a evangelizar, hecha propia por el Concilio Vaticano II, que aún guía nuestro camino eclesial: allí el Espíritu Santo hizo oír su voz para nuestros tiempos. El Concilio afirmó su propio propósito al afirmar que "desea ardientemente, anunciando el Evangelio a toda criatura, iluminar a todos los hombres con la luz de Cristo" (Lumen gentium, 1). Y, como observó su Comisión, "la realización de una Iglesia sinodal es condición indispensable para un nuevo impulso misionero que involucre a todo el Pueblo de Dios" (La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia, 9): un impulso misionero que sabe cómo comunicar la belleza de la fe.
Pasando, pues, a vuestra tarea más específica, en la Carta dirigida al nuevo Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe subrayé que hoy «necesitamos un pensamiento que pueda presentar de manera convincente a un Dios que ama, que perdona, que salva, que libera, que promueve a las personas y las llama al servicio fraterno" (1 de julio de 2023). Estáis llamados a haceros cargo de manera cualificada de esta necesidad, a través de la propuesta de una teología evangelizadora, que promueva el diálogo con el mundo de la cultura. Y es imprescindible que vosotros, teólogos, lo hagáis en sintonía con el Pueblo de Dios, diría yo "desde abajo", es decir, con una mirada privilegiada sobre los pobres y sencillos, y al mismo tiempo estando "de rodillas". porque la teología nace de rodillas, en la adoración de Dios.
Sé que estáis ahondando en dos desafíos actuales: la cuestión antropológica y el tema ecológico. Pero en vuestra labor también os vemos comprometidos a proponer una reflexión actualizada e incisiva sobre la permanente actualidad de la fe trinitaria y cristológica confesada por el Concilio de Nicea, que nos disponemos a conmemorar 1700 años después de su celebración, coincidiendo con el Jubileo convocado por la año 2025. Me gustaría entonces compartir con vosotros tres razones que hacen que el redescubrimiento de Nicea sea tan prometedor.
La primera es una razón espiritual. En Nicea se profesaba la fe en Jesús, el Hijo unigénito del Padre: Aquel que se hizo hombre por nosotros y por nuestra salvación, es "Dios de Dios, luz de luz". No es sólo la luz de un conocimiento impensable, sino que es una luz que ilumina la existencia con el amor del Padre. Sí, hay una luz que nos guía por el camino y disipa las tinieblas, y esta luz, que habita en nuestra vida, es fuente y eterna: ¿cómo podemos dar testimonio de ella, si no con una vida luminosa, con una alegría que irradia? La invitación de Jesús a "no encender una lámpara y ponerla debajo de un almud, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en casa" (cf. Mt 5,15) se aplica también a vuestro ministerio como teólogos. Corresponde a los teólogos difundir nuevos y sorprendentes destellos de la luz eterna de Cristo en la casa de la Iglesia y en las tinieblas del mundo.
Una segunda razón es la sinodal. En Nicea se celebró el primer Concilio Ecuménico, en el que la Iglesia supo expresar su naturaleza, su fe, su misión, para ser, como afirma el último Concilio, «signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad del todo el género humano" (Lumen gentium, 1). La sinodalidad es el camino, el camino para traducir en actitudes de comunión y procesos de participación la dinámica trinitaria con la que Dios, a través de Cristo y por el soplo del Espíritu Santo, sale al encuentro de la humanidad. A los teólogos se les confía la gran responsabilidad de liberar la riqueza de esta maravillosa "energía humanizadora". Vosotros mismos participáis en los trabajos de la Comisión viniendo de diversas partes del mundo, trayendo con vosotros los dones y las riquezas, las preguntas y los sufrimientos de vuestras Iglesias y de vuestros pueblos. Sed testigos, en vuestro trabajo colegiado y en la participación de vuestras peculiaridades eclesiales y culturales, de una Iglesia que camina según la armonía del Espíritu, enraizada en la Palabra de Dios y en la Tradición viva, y que acompaña los procesos culturales con amor y discernimiento y cuestiones sociales de la humanidad en la compleja transición que estamos viviendo. No os contentéis con lo que ya habéis adquirido: mantened vuestro corazón y vuestra mente abiertos al semper magis de Dios.
Y finalmente una tercera razón, ecuménica. ¿Cómo no recordar la extraordinaria relevancia de esta cuestión? ¿Cómo no recordar la extraordinaria relevancia de este aniversario para el camino hacia la plena unidad de los cristianos? De hecho, no sólo el Símbolo Niceno une a los discípulos de Jesús, sino que en 2025, providencialmente, la fecha de la celebración de la Pascua coincidirá para todas las denominaciones cristianas. ¡Qué hermoso sería si marcara el inicio concreto de una celebración siempre común de la Pascua!
Hermanos y hermanas, llevemos este sueño en el corazón e invoquemos la creatividad del Espíritu, para que brille más la luz del Evangelio y de la comunión. Os renuevo mi agradecimiento por vuestro servicio y os bendigo, pidiéndoles que recéis por mí.