(LSN/InfoCatólica) El argumento de que las mujeres morirán si abortan de forma clandestina tiene su peso porque no se basa en ninguna posición controvertida sobre los derechos del niño o la permisibilidad moral del aborto. Pero la cosa cambia cuando de analizan algunos datos.
La evidencia de Mozambique desde la legalización (2014) es escasa, pero la revisión a nivel nacional de sus muertes maternas indica que las muertes por aborto se redujeron en un 82% en sólo cinco años, de 2007 a 2012, antes de la legalización, cayendo del 4,1% al 1,4% de las muertes maternas. Por tanto la legalización no era necesaria.
Ruanda legalizó el aborto por motivos socioeconómicos en 2012. Pero esto hizo que las muertes relacionadas con el aborto pasaran de representar sistemáticamente alrededor del 3% de las muertes maternas al 5,7% en 2012 y al 7,0% en 2013.
Etiopía legalizó el aborto de manera similar en 2006; se ha demostrado en detalle que no hay pruebas de que esto se tradujera en una disminución de las muertes maternas relacionadas con el aborto. De hecho, durante el periodo de legalización, y durante una década después, la morbilidad derivada del aborto aumentó significativamente, al igual que el número de mujeres que se sometían a abortos ilegales. Este es un buen ejemplo de por qué fracasa el argumento económico a favor de la legalización del aborto: Etiopía no sólo tuvo que gastar más en el tratamiento de las complicaciones del aborto inseguro, sino que además tuvo que cargar con el coste de 300.000 abortos legales. Para un sistema sanitario con pocos recursos, estos costes adicionales pueden causar gran sufrimiento y pérdida de vidas.
Por tanto en Ruanda y Etiopía la legalización del aborto ha empeorado la morbilidad y la mortalidad por aborto, mientras que en Mozambique, el problema estaba a punto de desaparecer antes de la legalización. Todavía se esperan datos posteriores a la legalización.
Estos resultados pueden parecer poco intuitivos para algunos observadores occidentales, pero confirman lo apuntado por muchos médicos que trabajan en este campo. En una encuesta realizada a médicos de Nigeria, donde los datos recientes sugieren proporciones ínfimas de muertes maternas atribuibles al aborto (6,2% entre 2003 y 2007; bajó al 0,7% en 2011; y no se menciona ninguna en un estudio realizado entre 2012 y 2015), se descubrió que la mitad de ellos creía que la legalización del aborto no mejoraría la mortalidad materna. Explicaron que aumentaría el curanderismo, en lugar de disminuirlo, que fomentaría la promiscuidad sexual y que la legalización no conduciría al acceso seguro al aborto. Las razones citadas para ello fueron la falta de educación y de posibilidades económicas, así como las elevadísimas tasas de objeción de conciencia entre los médicos.
A Occidente la verdad le tiene sin cuidado
Sin embargo, el punto de vista de esta gran número de médicos que se enfrentan a la realidad del aborto inseguro en el África subsahariana es habitualmente desestimado por laas autoridades occidentales. Las pruebas parecen justificar totalmente el punto de vista de los africanos, al igual que ocurrió con el del Royal College of Obstetricians and Gynaecologists hace 50 años.
En respuesta a estos datos, a menudo se afirma que todo lo que se necesita tras la legalización es un mejor acceso, pero estas pruebas demuestran que incluso cuando se dispone de un mejor acceso, como en Sudáfrica en el cambio de milenio y después de 2008, o en las zonas urbanas de Zambia, las complicaciones del aborto son a veces incluso peores.
Se argumenta que la mortalidad por aborto sigue siendo alta en los países africanos que permiten el aborto debido a la falta de atención sanitaria adecuada en general. Pero este es precisamente el punto: el estatus legal del aborto por sí solo es totalmente impotente para reducir la mortalidad por aborto, la legalización a veces la aumenta en su lugar.