(CEE/InfoCatólica) El presidente de la Conferencia Episcopal ha comenzado su discurso inaugural de la CXXIII Asamblea Plenaria con una mirada a la realidad desde la esperanza cristiana. En un momento concreto de dificultades por la guerra, la polarización y la crisis económica, social y política en nuestro país, es tiempo de afrontar la realidad con valentía y determinación: «Los cristianos estamos llamados a mirar el futuro con realismo y, sobre todo, con esperanza. Nosotros, que creemos en Jesucristo resucitado, sabemos que no estamos so los, creemos que Cristo camina a nuestro lado en medio de todas las vicisitudes de la historia personal y global».
Esa mirada a Cristo permite superar las dificultades trabajando por la unidad. Nos enfrentamos a desafíos significativos, y la única manera de superarlos es trabajando juntos como un solo cuerpo, una única voz. Una llamada a la unidad que no significa la ausencia de discrepancias, sino la voluntad de abordar esas diferencias con respeto y empatía, buscando siempre el bien común.
Contemplar con esperanza el presente
Entre los aspectos que permiten contemplar con esperanza el presente, el Card. Omella ha señalado la experiencia sinodal y la reciente Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa. Al referirse a la sinodalidad ha apuntado que «la sinodalidad no es un fin en sí mismo, sino un medio, un modo de ser Iglesia que recupere su vigor evangelizador, que llegue a todos los rincones y grupos del mundo. La comunión es el gran signo que el mundo espera, la condición necesaria para que el mundo acoja el anuncio de Cristo que lleva a cabo la Iglesia. El Espíritu Santo es el autor de la unidad en la Iglesia, una unidad que es armonía entre acentos distintos que hacen posible una sinfonía.
Entre los jóvenes presentes en la JMJ de Lisboa, los obispos, señala el presidente de la CEE, «percibimos tres cosas: el entusiasmo, la esperanza y las ganas de servir a la humanidad que habitan en todos ellos. Y la razón de todo ello no está en un trabajo de mentalización, ni tampoco por la presencia del papa, sino en el encuentro que han tenido y tienen con Jesucristo en el seno de la Iglesia». Además ha propuesto una pastoral con jóvenes que ofrezca espacios de escucha atenta, orientación psicológica y acompañamiento espiritual para jóvenes; espacios donde se proponga una educación afectiva que ayude a mostrar la belleza y riqueza de la sexualidad humana enmarcada en el amor y la vida; y espacios en los que se ofrezca, y nunca se imponga, la persona de Jesucristo resucitado, proponiendo el encuentro con él en la oración.
Educar a niños, adolescentes y jóvenes
El cardenal Omella ha insistido en la necesidad de la educación y la formación como el gran reto y la principal preocupación de la sociedad. Ha señalado las dificultades que se observan en la educación: los problemas de disciplina, el abandono escolar, la renuncia a la cultura del esfuerzo o los brotes de violencia en el entorno escolar o de abusos sexuales. En este sentido ha propuesto «educar a nuestros jóvenes para vivir la felicidad propuesta por Jesús en el Evangelio. Mostrarles qué es la felicidad y en qué consiste». Para jóvenes y adolescentes ha apuntado una educación afectivo-sexual que enseñe que la sexualidad es bella –y no violenta– pero que necesita cumplir unas condiciones para que edifique a la persona y no la destruya. Es necesario enseñar a vivir todo con responsabilidad, también la sexualidad.
En relación a la cuestión de la educación, el cardenal Omella ha recordado la invitación a participar en el congreso de La Iglesia en la Educación. Conscientes de los inmensos retos que presenta la misión educativa en nuestro país, el pasado mes de septiembre de 2023, desde la CEE se propuso a toda la comunidad educativa en la que la Iglesia se encuentra presente, iniciar un proceso de encuentro, escucha mutua y participación.
Con todo el material recogido en cada ámbito, se prepa rará el congreso «La Iglesia en la Educación» que está previsto que se celebre en Madrid el 24 de febrero de 2024. Tenemos la esperanza de que este Congreso, construido entre todos siguiendo el estilo sinodal, sirva para: tomar conciencia de la real presencia educativa de la Iglesia en nuestra sociedad.
Ante los abusos sexuales
Con franqueza y sin rodeos, manifestamos que entendemos y valoramos completamente el daño causado. Como en otras ocasiones, queremos expresar sin ambages la vergüenza y la pesadumbre que causa en nosotros esta realidad que traiciona el mensaje del Evangelio. Estos actos son incompatibles con los valores fundamentales de nuestra fe en Cristo, pues contradicen el amor, la compasión y el respeto que él nos enseñó.
Nuevamente pedimos perdón a todas las personas que han sufrido debido a estas execrables acciones, especialmente a las víctimas y sus familias. No hay palabras suficientes para expresar cuánto lamentamos su dolor, así como la traición cometida por parte de algunos miembros de nuestras comunidades
Permanentemente, y desde hace ya tiempo, estamos endureciendo y revisando todos nuestros protocolos de seguridad y formación, así como colaborando estrechamente con las autoridades civiles.
Al mismo tiempo, nos sentimos obligados a manifestar el dolor y el malestar que hemos sufrido ante la difamación publica causada por una intencionada y errónea extrapola ción18, realizada por algunos medios de comunicación, a partir de un dato de una encuesta llevada a cabo por la firma GAD3 y publicada en el Informe del Defensor del Pueblo. Expresamos nuestra intensa decepción por la citada extrapolación y por la dudosa fiabilidad de los resultados presentados de dicha encuesta.
Ofrecer una mirada esperanzada ante las migraciones
La movilidad humana es una opción de vida para algunos, pero desgraciadamente para muchos es una necesidad imperiosa. Los movimientos migratorios han transformado y están transformando la realidad de nuestro país y del mundo entero.
En su mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado (JMMR) de este año, «Libres de elegir si migrar o quedarse», el papa Francisco ha propuesto una reflexión de futuro a la comunidad internacional, sugiriendo debatir la inclusión en el ordenamiento jurídico de un derecho todavía no codificado, el «derecho a no emigrar»23. Es decir, el derecho de toda persona a contar con las condiciones de vida digna, paz, desarrollo integral y futuro en el propio país.
Respecto al derecho a migrar, también pasa por hacerlo de forma segura, salvaguardando la dignidad de las personas en movilidad, frenando la acción de las mafias.
En relación a la situación social en España
El Card. Omella presenta cinco ámbitos o prioridades que puedan hacer frente a la situación para avanzar a un futuro con más esperanza:
- Abordar la precariedad laboral desde una perspectiva integral.
- Consolidar y desarrollar un sistema de garantía de ingresos mínimos.
- Mejorar el acceso a una vivienda digna
- Garantizar la protección a la infancia y a la familia
- Avanzar en la regularización de las personas migrantes.
En relación a la situación social y política
El Card. Omella, ante la situación política y social ha pedido «a los dirigentes políticos y a los líderes sociales y de opinión que pongan todo lo que esté de su mano para bajar el clima de crispación social. Les interpelo a que trabajen en todo momento en favor del interés general, favoreciendo la comunión y potenciando siempre lo que nos une, lo bueno, lo bello, lo que beneficia al bien común de toda la ciudadanía de este hermoso país».
Ha hecho también una llamada al diálogo social «entre todas las instituciones de la sociedad española sin cordones sanitarios ni exclusiones. Todos los pactos son lícitos en la medida que respeten el ordenamiento jurídico, el Estado de Derecho, la separación de Poderes de nuestra democracia, aseguren la igualdad de todos los españoles y garanticen el equilibrio político, económico y social que nos hemos dado los españoles en la Constitución de 1978».
Confío en que el nuevo presidente del Gobierno de España recientemente investido trabaje activamente con el conjunto de todas las fuerzas políticas para recuperar la cohesión social y dedique todas sus fuerzas a coser las heridas sociales que han provocado algunos de los recientes pactos de investidura. Invito al nuevo Gobierno a trabajar con la mirada puesta a largo plazo, pensando en la España que queremos dejar las próximas generaciones: un país unido, capaz de enriquecerse con las diferencias culturales, y que asegure siempre la igualdad entre todos los ciudadanos.
Finalmente ha concluido su discurso con una invitación a la oración intensa «por la concordia en nuestro país y por la paz y el fin de las guerras en Ucrania, Tierra Santa y en tantos otros lugares del mundo. Trabajar por la paz implica necesariamente defender la verdad, promover la justicia y proponer, con la ayuda de Dios, la posibilidad del perdón. La guerra no debe tener nunca la última palabra».