(Fides/InfoCatólica) Mons. Mendis da la clave que ayuda a los fieles a seguir adelante en una situación complicada:
«En las dificultades que experimentan las personas y en los desafíos que atraviesa nuestro país, esa fuerza que viene de lo alto, la única que da verdadera esperanza, nos mantiene en pie y nos infunde valor. En estos momentos, gracias a la fe y la sabiduría, nos volvemos hacia la cruz de Cristo, miramos hacia Él. Jesús dijo: el que quiera seguirme que tome su cruz y me siga. Con Él podemos atravesar el desierto de la pobreza, del miedo, de la injusticia, porque sabemos que ese camino conduce a la alegría, a la luz de la resurrección. Hoy, para tantas personas dispersas, aniquiladas, desorientadas, fatigadas, una palabra de consuelo que viene del Evangelio hace tanto, sana el corazón, porque Jesús es un sanador».
La crisis económica, señala el obispo, ha tenido en el último año un grave impacto socioeconómico en la población, aumentando significativamente el número de pobres e indigentes:
«Somos pobres en recursos, en medios materiales, las familias luchan por salir adelante, muchos comen sólo una vez al día. Pero veo gente rica en fe, que reza al Señor, que no desespera, que viene a la Iglesia y encuentra el apoyo de una comunidad de hermanos que comparten lo poco que tienen, ayudándose mutuamente».
Mons. Mendis añade:
«Debo decir que, por la gracia de Dios, veo una comunidad de fe siempre ardiente, la asistencia a las liturgias y a la vida de la Iglesia es siempre muy numerosa y sentida; en algunas comunidades más del 80% de los bautizados asiste regularmente a la Eucaristía dominical y a los Sacramentos, en otras zonas el porcentaje desciende un poco, pero, como también dijimos al Papa durante la reciente visita ad limina, la media nacional es del 50-60%. El pueblo santo de Dios conoce, cree, ama a Jesús Buen Pastor y confía en Él».
En una dinámica virtuosa de comunión y coparticipación entre sacerdotes y laicos, «hay que decir con alegría que los sacerdotes, párrocos y consagrados están cerca de la gente. Veo cumplirse lo que tantas veces nos ha dicho el Papa Francisco, que 'los pastores tienen olor a oveja', y creo que esta es una de las razones por las que los fieles están ahí y se sienten miembros activos del cuerpo que es la Iglesia: ven sacerdotes que se entregan en cuerpo y alma, que ponen su corazón, su mente y sus fuerzas al servicio de la comunidad que les ha sido encomendada. Los párrocos escuchan, usan la misericordia, ayudan. Están muy cerca de la gente, incluso y sobre todo en la fase de sufrimiento agudo y de angustia de las familias: esto es muy apreciado y fortalece a las comunidades».
En este marco, dice el obispo, «a diez años de su publicación, resulta importante la exhortación apostólica Evangelii Gaudium del Papa Francisco, un documento que se ha incorporado plenamente a la vida pastoral. Lo estudiamos y, a raíz del viaje del Papa a nuestro país en 2015, ha penetrado en la pastoral ordinaria de las comunidades. Un enfoque hecho de cercanía, fraternidad, misericordia, cuidado del otro caracteriza nuestra pastoral y ha entrado en la práctica de la vida eclesial».
7% de la población es cristiana
En una nación donde, de una población de 22 millones en su mayoría budistas, los católicos representan aproximadamente el 7% de la población, los problemas no faltan, incluso a nivel cultural y espiritual. «No estamos exentos del fenómeno del secularismo, que gana espacio en la sociedad, tanto entre jóvenes como adultos. Observamos la tendencia a alejarse de Dios y a relegar la dimensión trascendental en favor del materialismo y el consumismo. Esto ocurre en comunidades de todas las religiones y también lo percibimos en nuestras 12 diócesis católicas», señala.
Por eso, informa el obispo, la Iglesia en Sri Lanka ha promovido la formación de pequeñas comunidades cristianas, las «Comunidades Eclesiales de Base», porque «el compartir espiritual y material se vive mejor en el pequeño grupo; además, estas comunidades son útiles para reunir a los que se han alejado de la fe o para implicar a los que no conocen a Cristo. El énfasis se pone en la responsabilidad común de todos los miembros de la comunidad -no sólo de un sacerdote o un religioso- y, sobre todo en las parroquias más grandes, las que cuentan con más de 5.000 familias católicas, este modelo de organización capilar funciona, gracias al compromiso pastoral y misionero de laicos y catequistas».
Mons. Mendis dedica unas palabras especiales a estos últimos:
«Son muy importantes para nosotros. Hay 25.000 catequistas en todo el país, son una ayuda decisiva, su contribución es una riqueza, la Iglesia de Sri Lanka lo ha comprendido y sigue organizando seminarios de formación para ellos, sobre todo implicando a los jóvenes en este ministerio, que expresa la corresponsabilidad en la comunidad eclesial».
La presencia de los catequistas también ha sido importante, señala, en los dos últimos años de crisis social y política:
«Nos encontramos en la situación de un Estado que ha fracasado por culpa del mal gobierno. La nación ha sobrevivido sólo gracias a las aportaciones externas, como las del Fondo Monetario Internacional. La crisis se ha cobrado un alto precio en la vida de la gente. El coste de la vida es muy alto, se ha duplicado en poco tiempo y la pobreza aflige a millones de familias. La Iglesia, en esta etapa, al darse cuenta de tanto sufrimiento, acompaña a las familias a través de sacerdotes, religiosos y sobre todo catequistas, y es muy apreciada. Sobre todo, porque no sólo ha defendido o ayudado a los católicos, sino que se ha entregado a la sociedad, a menudo a través de Cáritas, para la protección de la dignidad humana de todos. Fuimos heridos por el atentado de Pascua de 2019 y, por el bien común, hemos perseguido en todos los foros la exigencia de justicia y verdad para todos. Ahora es necesaria una reactivación a todos los niveles. Y los cristianos están ahí, dispuestos a implicarse con la herencia del Evangelio que es un regalo para toda la nación y toda la humanidad».