(InfoCatólica) El Dicasterio para el Diálogo Interreligioso, junto con la Universidad Mahachulalongkornrajavidyalaya, la Universidad Budista Mahamakut, la Orden Budista China de Sangha en Tailandia, Wat Phra Chetuphon, la Fundación Sirivadhanabhakdi y la Conferencia Episcopal de Tailandia han organizado el Séptimo Coloquio Budista-Cristiano, que ha tenido lugar en Bangkok del 13 al 16 de noviembre de 2023.
Al final del mismo el dicasterio vaticano ha publicado una declaración en la que se afirma que «la humanidad de hoy está viviendo en un mundo que cambia rápidamente, con consecuencias positivas y negativas para la familia humana y la tierra» y se añade que «en estos tiempos difíciles, nos negamos a ceder ante la desesperación, porque creemos firmemente que en medio de nubes oscuras, aquellos que están profundamente arraigados en sus respectivas tradiciones religiosas y dispuestos a trabajar juntos con todos pueden llevar un rayo de esperanza a una humanidad desesperada».
Y entonces el texto del documento vaticano, pone a la par a Buda y Jesucristo:
«Como budistas y cristianos, vemos al Buda y a Jesús como Grandes Sanadores. El Buda señaló la codicia y Jesús el pecado como la causa del sufrimiento. En muchos niveles, Jesús y el Buda propusieron el amor y la compasión como medicina para expulsar la oscuridad del corazón humano y del mundo. Nutridos por sus respectivas enseñanzas espirituales, los budistas y los cristianos, durante miles de años, han adoptado formas compasivas de vida para abordar el sufrimiento de la vida».
A continuación, el texto curial señala aquello en lo que cristianos y budistas coinciden y deben trabajar juntos:
Creemos que ahora más que nunca, necesitamos trabajar juntos y con un gran sentido de responsabilidad, coincidimos en lo siguiente:
Reconocimiento: Aunque nuestras respectivas enseñanzas religiosas nos invitan a construir una cultura de compasión, a menudo hacemos la vista gorda ante los sufrimientos actuales. Deploramos las palabras y acciones que han contribuido voluntaria o involuntariamente a sembrar muerte y destrucción, odio y venganza. Necesitamos reconocer que pertenecemos a una sola familia humana y debemos a todos igual dignidad y respeto.
Diálogo: Estamos convencidos de que no habrá paz sin diálogo. El diálogo puede prevenir la violencia, sanar tanto a la víctima herida como al perpetrador, e inspirar a las personas a encontrar formas no violentas de resolver conflictos. Puede movilizar a diferentes grupos religiosos para buscar justicia y verdad, proteger el planeta y protestar contra su destrucción.
Cultivar: Individual y socialmente, necesitamos cultivar empatía por el sufrimiento de los demás y del medio ambiente. Por lo tanto, necesitamos compasión en decisiones políticas y económicas para prevenir la exclusión y la desigualdad y fomentar la inclusión, la justicia y el respeto.
Cooperar: Nadie se salva solo; solo podemos ser salvados juntos porque estamos interconectados e interdependientes. Por lo tanto, necesitamos cooperar con todos: la sociedad civil, seguidores de otras religiones, personal de medios de comunicación, gobiernos, organismos internacionales, comunidades académicas y científicas y todas las demás partes interesadas para fomentar un mundo inclusivo.
Innovar: Poseemos clásicos religiosos y siglos de experiencia y sabiduría. Necesitamos hacer que estos sean relevantes para nuestra humanidad herida y para salvar la maltratada tierra. Por lo tanto, abogamos por esfuerzos académicos entre instituciones académicas e investigativas con el objetivo de ayudar a los movimientos religiosos a cambiar cómo perciben, piensan y conciben al otro y al planeta.
Educar: Las familias, comunidades, instituciones educativas, líderes religiosos y los medios de comunicación tienen un papel fundamental en educar a todos, especialmente a los niños, en relaciones de cuidado y compartición entre ellos y con el medio ambiente. Además, para inspirar y despertar a nuestra sociedad, necesitamos contar las historias de personas que han hecho sacrificios para ayudar a otros y a la tierra.
Orar: Creemos que la oración y la meditación pueden cambiar las cosas al purificar nuestros corazones y mentes; generando bondad amorosa, misericordia y perdón donde hay odio y venganza, creando un espíritu de respeto y cuidado por el otro y por la tierra. Necesitamos despertar la energía espiritual en nuestros seguidores respectivos.
La declaración acaba manifestando el «ardiente deseo de trabajar juntos para implementar los frutos de este Coloquio».