(Ecclesia/InfoCatólica) Pizzaballa presentó la «dramática situación actual» y explicó que hay «1.400 víctimas israelíes del ataque del pasado 7 de octubre, más de 11 mil confirmados en Gaza, la mayoría civiles de los que al menos 4 mil son menores. Hay unos 10 mil desplazados en Israel, y al menos un millón en Gaza».
Los cristianos presentes en Gaza, donde «las infraestructuras están completamente destruidas», son «menos de mil, alojados en un centro ortodoxo y una parroquia católica en la zona norte, bajo bombardeos continuos y en el centro de las operaciones militares». «También proporcionamos alojamiento», añadió el cardenal, «a unos 3 mil musulmanes, alojados en los locales de una escuela». Grande, prosiguió Pizzaballa, «es la preocupación también por los cristianos de Belén y alrededores y por los dispersos en Cisjordania».
Al tiempo que ha agradecido a la Iglesia italiana su cercanía concreta y espiritual, el cardenal Pizzaballa ha expresado la esperanza de que pronto se alcance una solución que garantice la paz y la seguridad para todos.
«Recemos - concluyó el cardenal - por todas las víctimas inocentes. El sufrimiento de los inocentes ante Dios tiene un valor precioso y redentor, porque está unido al sufrimiento redentor de Cristo. Que su sufrimiento acerque cada vez más la paz y no contribuya a generar más odio».
El cardenal Matteo Zuppi, en nombre de los obispos italianos, renovó la cercanía de la Iglesia en Italia, asegurando un recuerdo especial en la oración por la paz. Y además han hecho pública la siguente declaración:
«Como obispos, reunidos en la Asamblea General en Asís, expresamos nuestra preocupación por la escalada de violencia y de odio en los últimos días, que está adquiriendo proporciones cada vez más trágicas.
Sentimos la tarea urgente de denunciar la lógica de la oposición y del individualismo, y de alentar la colaboración y la reconciliación. Soñamos con un mundo que sea verdaderamente la casa de todos, donde el reconocimiento de la dignidad humana vaya de la mano del deber de amar a los demás como hermanos y hermanas.
Miramos con particular dolor la situación en Oriente Medio y renovamos el llamamiento a un 'alto el fuego', haciendo nuestras las palabras del Papa Francisco: '¡Que cesen las armas, nunca traerán la paz y el conflicto no se extenderá! ¡Suficiente! ¡Basta, hermanos, basta! En Gaza, se debe ayudar de inmediato a los heridos, se debe proteger a los civiles y se debe entregar mucha más ayuda humanitaria a esa población exhausta. Que sean liberados los rehenes, entre los que se encuentran muchos ancianos y niños'.
Junto con Oriente Medio, nuestro pensamiento también se dirige a Ucrania, Sudán del Sur y muchos otros lugares marcados por conflictos a menudo olvidados.
No podemos resignarnos al silencio: sentimos un fuerte imperativo de comunicar el Evangelio de unidad y reconciliación en un mundo sumido en las tinieblas pero anhelante de la luz. Desde Asís, ciudad de la paz, con la intercesión de san Francisco, elevamos nuestra oración a Cristo nuestra paz (Ef 2,14), que tiene la fuerza para derribar el muro de la enemistad, que apoye el compromiso de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, conscientes de que la construcción de la paz es responsabilidad de todos.
No queremos que la cultura del odio y del prejuicio siga sembrando división, destrucción y muerte. Este es un desafío que debemos afrontar juntos y que no puede posponerse más. En el terreno de la construcción de la paz hay lugar para todos: 'Se necesitan artesanos de la paz dispuestos a iniciar procesos de curación y de encuentro renovado con ingenio y audacia' (Fratelli tutti, 225)».