(Vatican.news/InfoCatólica) El diálogo interreligioso «posee un gran potencial para alimentar la confianza mutua y la amistad social entre las comunidades interreligiosas», y se ha convertido en «una condición necesaria para contribuir a la paz en el mundo». Citando las palabras del Papa Francisco a la delegación de la Asociación de Antiguos Alumnos de la Fraternidad Emouna, que tiene como objetivo fortalecer los lazos de fraternidad entre miembros de diferentes religiones, en junio de 2018, el Dicasterio para el Diálogo Interreligioso a través del cardenal prefecto, cardenal Miguel Ángel Ayuso Guixot y del arzobispo Secretario, Mons. Indunil Janakaratne Kodithuwakku Kankanamalage, envía un mensaje de buenos deseos a todos los fieles hindúes del mundo que celebran la fiesta de Deepavali el 12 de noviembre.
Cristianos e hindúes, convertiros en artesanos de la paz
Comentando las palabras de Francisco, los responsables del Dicasterio de la Santa Sede subrayan que «corresponde a las religiones y a los líderes religiosos esforzarse por animar a sus seguidores a ser personas cuya vida esté marcada por la verdad, la justicia, el amor y la libertad». Refiriéndose así al tema elegido para el mensaje «Cristianos e hindúes: construyamos la paz en la verdad, la justicia, el amor y la libertad».
«Como creyentes y líderes de nuestras respectivas religiones», prosigue el texto del mensaje, «con convicciones comunes y un sentido de responsabilidad compartida por el bienestar de la humanidad, que nosotros, cristianos e hindúes, nos esforcemos sinceramente por convertirnos en artesanos de la paz». Además, «uniéndonos a los seguidores de otras tradiciones religiosas y a todas las personas de buena voluntad, podemos trabajar juntos para construir nuestro mundo sobre los cimientos duraderos de la verdad, la justicia, el amor y la libertad, para que todos puedan disfrutar de una paz auténtica y duradera».
«Queridos amigos hindúes»
En el mensaje, que se abre con un saludo a los «queridos amigos hindúes», el cardenal Ayuso y monseñor Kankanamalage desean que Dios, «Luz Suprema», «ilumine vuestros corazones y vuestras mentes, bendiga vuestros hogares y vuestros barrios y llene vuestras vidas de paz y felicidad». Y a continuación desarrollan una breve reflexión sobre la enseñanza de la Encíclica Pacem in Terris de San Juan XXIII, de la que este año se cumple el 60 aniversario, quien en 1963, «cuando el mundo estaba profundamente turbado y al borde de una guerra nuclear», lanzó «un llamamiento oportuno, apasionado y muy necesario a los dirigentes y a los pueblos del mundo para que trabajen juntos por la paz, exhortándoles a encontrar soluciones amistosas a los problemas en un espíritu de confianza mutua, mediante el diálogo y la negociación».
Pacem in Terris y la dignidad de las personas
Y recuerdan las proféticas palabras del Papa Roncalli:
«La paz no es más que una palabra vacía si no se apoya en ... un orden fundado en la verdad, construido sobre la justicia, alimentado y animado por la caridad y realizado bajo los auspicios de la libertad». En las subsiguientes reflexiones «sobre la construcción de la paz en la verdad, la justicia, el amor y la libertad», el mensaje subraya que la Pacem in Terris ha dado lugar, en los últimos sesenta años, «a una mayor conciencia entre los pueblos de todo el mundo -aunque en grados diversos- de la necesidad de respetar la dignidad trascendental de las personas, sus derechos legítimos y su responsabilidad compartida de trabajar por el bien común con espíritu de solidaridad».
Una profecía de paz
El documento de San Juan XXIII, reza el mensaje, también «ha dado origen a movimientos apasionadamente comprometidos con la protección y defensa de los derechos humanos y la promoción de la paz a través del diálogo y la negociación». Pero, desgraciadamente, «la plena realización de su profecía de paz sigue siendo un sueño lejano, que sólo podrá realizarse mediante la colaboración de hombres y mujeres de todas las tradiciones religiosas y de todos los sectores de la sociedad» que deben seguir adelante.
A continuación, los responsables del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso subrayan que las iniciativas para promover la paz y el bien común universal «no deben ceder al pesimismo, al desaliento y a la renuncia», ni siquiera ante casos de «desprecio de la dignidad humana, negación o limitación de los derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos, incluidos los derechos religiosos, intolerancia y odio, injusticia y discriminación».
El deseo de paz
La verdad, la justicia, el amor y la libertad, insistió también san Juan Pablo II en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2003, son «condiciones esenciales para la paz» y «pilares fundamentales de la paz», por lo que, prosigue el mensaje, «como creyentes, debemos expresar nuestra aspiración a la paz mediante esfuerzos coherentes y concertados, basados en una fidelidad inquebrantable a estos pilares».
Por ello, concluye el texto, «las familias, guiadas por el ejemplo de padres y ancianos, así como las instituciones educativas y los medios de comunicación, deben desempeñar un papel destacado en la inspiración del deseo de paz y en la enseñanza de los valores que construyen la paz en hombres y mujeres de todas las edades».