(Agencias/InfoCatólica) «Buenos días, os saludo a todos y os doy la bienvenida. Gracias por esta visita que tanto me gusta, pero sucede que no estoy bien de salud y por eso prefiero no leer el discurso sino dároslo y que vosotros lo llevéis», dijo el papa con voz cansada y algo ronca.
En todo caso, la Santa Sede no ha informado sobre ningún problema serio de salud de Francisco, que mantuvo las numerosas audiencias que tenía por la mañana, incluida la recepción al presidente de Cataluña (España), Pere Aragonès.
También se mantiene la celebración del encuentro con cerca de 7.000 niños de todo el mundo de esta tarde en el aula Pablo VI del Vaticano.
En la citada audiencia a la Conferencia de Rabinos europeos, el Papa afirmó que ni las armas, ni el terrorismo, ni la guerra, sino la compasión, la justicia y el diálogo son los medios adecuados para construir la paz y también condenó las manifestaciones antisemitas de los últimos días.
Francisco les entregó su discurso, en el que hizo mención a que «una vez más la violencia y la guerra han estallado en esa Tierra que, bendecida por el Todopoderoso, parece continuamente opuesta por la bajeza del odio y el ruido fatal de las armas».
Y mostró su preocupación «por la proliferación de manifestaciones antisemitas» y expresó «firmemente» su condena.
«Una vez más la violencia y la guerra se han recrudecido en esa Tierra que, bendecida por el Altísimo, parece oponer continuamente la bajeza del odio y el ruido mortífero de las armas. Y es preocupante la proliferación de manifestaciones antisemitas, que condeno con firmeza. Todos los creyentes, pide el Papa, en un tiempo de destrucción como el que vive la humanidad, están llamados, en nombre de Dios, por todos y ante todos, a construir la fraternidad y a abrir caminos de reconciliación».
Justicia y diálogo para construir la paz
Ni las armas, ni el terrorismo, ni la guerra, sino la compasión, la justicia y el diálogo son los medios adecuados para construir la paz. Francisco se detiene en el discurso no leído en el significado del «diálogo», entendido como el contacto del ser humano con el prójimo, donde el ser humano mismo se hace diálogo, siguiendo la Palabra de Dios.
«Orienta nuestros pasos precisamente a la búsqueda del prójimo, a la acogida, a la paciencia; ciertamente no al ímpetu repentino de la venganza y a la locura del odio bélico. ¡Qué importante es, pues, para nosotros creyentes, ser testigos del diálogo!»
La herencia judía en el cristianismo
Cristianos y judíos, prosigue el Papa, en virtud de todas estas consideraciones, se acercan «unos a otros mediante el encuentro, la escucha y el intercambio fraterno», reconociéndose mutuamente como «servidores y discípulos de esa Palabra divina, lecho vital en el que germinan nuestras palabras». Para ser constructores de paz, por tanto, los creyentes de las dos confesiones están «llamados a ser constructores de diálogo», apoyándose en sus propias fuerzas, en sus propias capacidades, y confiando en la ayuda de Dios.
«El diálogo con el judaísmo es de particular importancia para nosotros los cristianos, porque tenemos raíces judías. Jesús nació y vivió como judío; Él mismo es el primer garante de la herencia judía dentro del cristianismo, y nosotros, que somos de Cristo, necesitamos de vosotros, queridos hermanos, necesitamos del judaísmo para comprendernos mejor a nosotros mismos. Por eso es importante que el diálogo judeo-cristiano mantenga viva la dimensión teológica, al tiempo que sigue abordando cuestiones sociales, culturales y políticas».
Judíos y cristianos, testigos de la paz
Judaísmo y cristianismo, añade Francisco, no son «dos creencias ajenas la una a la otra» que se hayan desarrollado «independientemente en espacios separados y sin influirse mutuamente». El Papa recuerda cuando Juan Pablo II, durante su visita a la Sinagoga de Roma, fue el 13 de abril de 1986, llamó a los judíos «hermanos queridos» y «hermanos mayores», señalando que la fe judía es «intrínseca» al cristianismo. El diálogo entre judíos y cristianos, por tanto, concluyó Francisco, «más que un diálogo interreligioso, es un diálogo de familia».
«Queridos hermanos, estamos vinculados unos a otros ante el único Dios; juntos estamos llamados a testimoniar con nuestro diálogo su palabra y con nuestra conducta su paz. Que el Señor de la historia y de la vida nos dé valor y paciencia para hacerlo. Shalom».