(ACN/InfoCatólica) En una reciente conversación telefónica con la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), la hermana Nabila expresó su profunda preocupación por el centenar de niños traumatizados que se alojan en el complejo parroquial y que no han conocido otra cosa que la guerra a lo largo de su vida. «Solo queremos paz, paz. Hemos tenido seis guerras en Gaza. Los niños solo conocen la guerra», lamentó. A pesar de las terribles circunstancias, la hermana Nabila sigue siendo resiliente, «mantenerse ocupada y ayudar a los demás es la mejor manera de hacer frente a la devastación».
La parroquia de la Sagrada Familia ha estado brindando ayuda y refugio a los cristianos heridos y desplazados afectados por la violencia de las últimas dos semanas. La gran mayoría de ellos han perdido sus casas. La hermana Nabila, junto con otras seis religiosas y un sacerdote católico, está trabajando incansablemente para apoyar a la comunidad durante estos tiempos difíciles.
La situación en Gaza sigue siendo sumamente preocupante, la comunidad actualmente están sin luz y sin agua potable, para beber usan agua del pozo, aunque temen que se seque en cualquier momento, y agua mineral que compran a tres veces el precio original..
Una gota en el océano
Aunque la apertura de la frontera con Egipto ha traído un rayo de esperanza para la ayuda, la hermana Nabila y la comunidad cristiana no están seguros de si la ayuda tan necesaria llegará a la región norte. Según el Ministerio de Salud de Gaza, las recientes entregas de ayuda, unos 20 camiones al día, son una gota en el océano. Esto dista mucho de ser suficiente, ya que se necesitaría 500 camiones diarios para hacer frente al importante agotamiento de los suministros médicos esenciales.
Las religiosas y sus ayudantes hacen todo lo que está a su alcance para asegurar que cada individuo reciba lo que necesita urgentemente. Pero los recursos son limitados y la situación empeora día a día, especialmente después de que los refugiados se reubicaron en la parroquia después de que el área de la iglesia greco-ortodoxa fuera alcanzada por una explosión que mató a 18 personas. Ahora hay casi 700 fieles, entre ellos 100 niños, 50 personas discapacitadas y algunos de los que resultaron heridos en el reciente atentado y que están recibiendo tratamiento médico. Trágicamente, entre las víctimas del bombardeo estaba una maestra de la escuela de la hermana Nabila, así como toda su familia y otros niños que iban a la catequesis de la parroquia.
Dos veces al día se celebra la Santa Misa y la gente reza constantemente el rosario buscando la paz a través de la intercesión de la Virgen María y de Dios.
«No abandonaremos esta misión cristiana»
En una declaración conjunta, los patriarcas y jefes de las Iglesias en Jerusalén subrayaron el compromiso inquebrantable de las Iglesias «de cumplir con nuestro deber sagrado y moral de ofrecer asistencia, apoyo y refugio a los civiles que acuden a nosotros en una necesidad tan desesperada».
A pesar de las demandas militares de evacuar las instituciones caritativas y lugares de culto, las Iglesias se niegan a ello:
«No abandonaremos esta misión cristiana, porque literalmente no hay otro lugar seguro al que estos inocentes puedan acudir».
Así mismo, piden a la comunidad internacional que «haga cumplir las protecciones en Gaza para los santuarios de refugio, como hospitales, escuelas y lugares de culto», e instan a un «alto el fuego humanitario inmediato» para garantizar la entrega segura de suministros esenciales a los civiles desplazados.
Las palabras de la hermana Nabila se hacen eco de los sentimientos de la comunidad local, cuyo único anhelo es el fin del ciclo de violencia y sufrimiento después de más de casi dos semanas encerrada en el complejo parroquial:
«Paz, paz, solo queremos paz. Hay tanta maldad, tanto sufrimiento. Es terrible. En este momento, solo tenemos a Dios».