(Arch. Sevilla/InfoCatólica) Durante su intervención ante los medios de comunicación en el aula Antonio Domínguez Valverde, del arzobispado de Sevilla, monseñor Saiz Meneses ha manifestado que «es un hecho que estamos llamado a vivir en un clima de fe para dar gracias a Dios por el testimonio que nos dejaron estos hermanos nuestros, entre los que hay diez sacerdotes, un seminarista y nueve seglares (ocho hombres y una mujer)».
Citando al papa Benedicto XVI, en su carta apostólica para el Año de la Fe, don José Ángel dijo que «por la fe los mártires entregaron su vida como testimonio de la verdad del Evangelio que los había transformado y hecho capaces de llegar hasta el mayor don del amor con el perdón de sus perseguidores».
En esta línea exhortó a vivir este acto «como un acontecimiento de gracia que revitalice la fe de nuestras comunidades cristianas, que haga de ellas espacios de justicia, de amor y de paz, también de convivencia y reconciliación, porque los mártires son una riqueza espiritual para todos».
Fidelidad a Jesucristo
Ha expresado también «que nuestros hermanos mártires del siglo XX en España mantuvieron su unión y fidelidad a Jesucristo de manera tan plena que derramaron su sangre con Él y por Él». Hemos de pedir, por tanto, «la gracia de la conversión para asumir las exigencias de la fe, para que, por intercesión de los mártires y de María Santísima, seamos artífices de reconciliación en la sociedad y artífices de comunión en la Iglesia en España».
El arzobispo hispalense reiteró que «el martirio es un don de Dios. Por ello, esos hermanos nuestros que murieron perdonando a los que les quitaban la vida son un ejemplo grande para nosotros, que seguramente no nos encontraremos en la tesitura material de dar la vida como ellos, pero sí estamos llamado a vivir esa dimensión martirial de la vida cristiana auténtica, que aspira a la santidad, a la entrega total y a dar la vida si fuera preciso, contribuyendo a la renovación de la Iglesia y de la sociedad».
Momento de alegría
La tarea de recogida de testimonios ne pereant probationes fue iniciada en 2012 bajo la dirección del entonces delegado episcopal para las Causas de los Santos y postulador diocesano monseñor Teodoro León. «Se trata de un momento de gloria y de alegría». En este sentido, ha explicado que el primer paso para llevar adelante un proceso diocesano sobre martirio «es saber si es el momento adecuado y oportuno para abrirlo. Lo primero que tiene que hacer el canonista es averiguar las causas del martirio desde el punto de vista histórico, es decir, que la causa de la muerte violenta se produjera en un contexto determinado, el nuestro se produjo por la persecución religiosa de 1936. Todo el trabajo previo se realizó, constató y materializó. Lo siguiente es la investigación teológica para averiguar si la muerte se produjo por odio a la fe o una virtud determinada como la caridad y si la muerte fue aceptada por amor a la fe y a Jesucristo». Una vez «con todos estos elementos y ante la presunta certeza moral es cuando damos inicio al proceso diocesano», añadió.
En la rueda de prensa intervinieron también fray Alfonso Ramírez, postulador de la causa en Roma y el catedrático José Leonardo Ruiz, autor del libro «Mártires de la persecución religiosa en la Archidiócesis de Sevilla (1936)».
Protección del manto de la Virgen
Al inicio del acto se desveló el cartel de las beatificaciones, obra de Juan Palomo Reina. El autor ha explicado que se trata de «un retrato colectivo del grupo de los veinte mártires. Aunque son de distinta procedencia, estado y condición social -entre ellos hay sacerdotes, laicos y un seminarista- están representados formando una comunidad que vive bajo la protección del manto de la Virgen María en su advocación de Virgen de los Reyes, patrona de Sevilla. El cartel quiere expresar el triunfo sobre el mal y la muerte porque los mártires son testigos de que la muerte ha sido vencida y que esta vida es la preparación para la vida eterna en el cielo, como queda manifestado en el lema ‘Ofrecí mi vida al Señor y Él la ha aceptado’».
Próximos actos con motivo de la beatificación
Por su parte, María del Monte Chacón, delegada episcopal para las Causas de los Santos, detalló el calendario de actos que organizará la Archidiócesis hispalense con motivo de la beatificación de Manuel González- Serna Rodríguez y sus 19 compañeros mártires.
El 10 de noviembre, a las siete de la tarde, el palacio arzobispal acogerá una conferencia a cargo de monseñor Teodoro León, obispo auxiliar de Sevilla y José Leonardo Ruiz Sánchez, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla. Ese mismo día, a las ocho y media de la tarde, será la vigilia de oración por la beatificación, en la Catedral de Sevilla.
El 17 de noviembre se organizará una nueva vigilia de oración, esta vez, en el Seminario Metropolitano de Sevilla. El 18 de noviembre, a las once de la mañana, el cardenal Marcello Semeraro, prefecto para la congregación de la Causa de los Santos presidirá la Eucaristía y rito de beatificación en la Catedral hispalense.
Del 19 al 26 de noviembre las parroquias de los nuevos beatos celebrarán eucaristías de acción de gracias.
20 mártires, 10 sacerdotes, 1 seminarista y 9 fieles cristianos laicos (1 mujer y 8 hombres) cuyo breve perfil biográfico es como sigue:
Breves textos preparado por José Leonardo Ruiz Sánchez del libro: José-Leonardo Ruiz Sánchez, Mártires de la persecución religiosa en la archidiócesis de Sevilla (1936), Sevilla, Archidiócesis de Sevilla y Real Maestranza de Caballería de Sevilla, 2021, 468 pp.
Manuel González-Serna Rodríguez, sacerdote
Nació en Sevilla el 13 de mayo de 1880 siendo bautizado el día 15 del mismo mes y año. A los 14 años ingresó en el Seminario General y Pontificio como alumno externo, formando parte de la Congregación de María Inmaculada y San Juan Berchmans y alcanzó los títulos de Bachiller y Licenciado en Sagrada Teología. Se ordenó de sacerdote el 20 de septiembre de 1902. Entre otros destinos parroquiales estuvo de Regente en la Parroquia Mayor de San Pedro (Huelva) en estrecha colaboración con san Manuel González García, que era el Arcipreste. Desde el 30 de octubre de 1911 fue cura propio en Constantina (Sevilla) donde realizó una intensa además de fructífera labor y padeció el laicismo radical implantado por las autoridades locales desde comienzos de los años treinta. Detenido el 19 de julio de 1936 recibió durante su cautiverio maltrato, vejaciones e insultos siendo finalmente asesinado en el interior de su parroquia el 23 posterior; su cadáver fue objeto de escarnio público junto al de María Dolores Sobrino Cabrera.
Francisco de Asís Arias Rivas, sacerdote
Nació en Cantillana (Sevilla) el 30 de enero de 1875 siendo bautizado el día 31. Licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla ingresó en 1898 en el Seminario General y Pontificio como alumno interno, consiguiendo los títulos de Bachiller y Licenciado en Sagrada Teología. Fue ordenado sacerdote el 1 de junio de 1901. Desde el 27 de octubre de 1919 fue cura propio en Lora del Río y, junto al coadjutor Juan María Coca Saavedra, realizó una fecunda labor educativa y pastoral. El enfrentamiento con las autoridades locales arreció desde comienzos de los años treinta por los intentos de éstas de aplicar una activa política laicista que se tradujo en los intentos de secularizar el cementerio, apropiarse de bienes de la Iglesia, cobro de impuestos y otros. Al poco de la sublevación militar fue encarcelado en el depósito municipal recibiendo vejaciones de palabra y obra demostrando resignación y confortando a los restantes presos. Fue fusilado en la madrugada del 1 de agosto de 1936.
Miguel Borrero Picón, sacerdote
Nació en Beas (Huelva) el 6 de diciembre de 1873 siendo bautizado el día 10. Ingresó en el Seminario General y Pontificio de Sevilla en 1890, con 17 años, concluyendo sus estudios en 1903. Recibió el sacerdocio el 19 de septiembre de 1903. Ejerció su ministerio desde entonces en distintas capellanías y parroquias hasta que el 26 de febrero de 1923 fue destinado como coadjutor a Utrera (Sevilla). En la noche del 19 de julio de 1936 fue conducido a los calabozos municipales cuando se dirigió al Ayuntamiento a pedir la libertad de unos detenidos por el Comité Revolucionario que consideraba inocentes. No cesó de conducirse entonces como sacerdote preparándose junto a los encerrados para una muerte que daban por segura. En las primeras horas de la mañana del 26 de julio, ante la inminente llegada de las fuerzas de los sublevados a la localidad, los carceleros abrieron las puertas del calabozo y dieron la orden de salir. Un disparo en el pecho al cumplir lo ordenado le produjo la muerte en el acto.
Mariano Caballero Rubio, sacerdote
Nació en Alájar (Huelva) el 28 de octubre de 1895 siendo bautizado el 30 posterior. En 1912, comenzó sus estudios en el Seminario de Comillas, Santander, que interrumpió, ingresando en 1918, con 23 años, en el Seminario General y Pontificio de Sevilla. El 22 de diciembre de 1923 recibió la ordenación sacerdotal. Desde el 23 de marzo 1930 ocupó para reponerse de sus dolencias crónicas una coadjutoría en la ciudad de Huelva ocupándola desde el 27 de abril de 1934 en la Parroquia de San Pedro. El anticlericalismo y la irreligiosidad se reprodujeron con insistencia en distintos momentos en la ciudad a lo largo de los años treinta. El 21 de julio de 1936 fue incendiada su parroquia, poco antes lo habían hecho en las restantes, teniendo que buscar refugio todo el clero y los religiosos entre amigos y conocidos. Al día siguiente fue detenido en Punta Umbría donde estaba refugiado con una familia. En el traslado al Gobierno Civil en Huelva recibió un disparo por la espalda muriendo en el hospital de las hemorragias producidas en las primeras horas del día 23 de julio.
Pedro Carballo Corrales, sacerdote
Nació en Ubrique (Cádiz) el 10 de noviembre de 1886 siendo bautizado el día 14 del mismo mes y año. A los 12 años inició sus estudios eclesiásticos en el Seminario de Málaga si bien desde 1900 los continuó como alumno del Seminario General y Pontificio de Sevilla en el que obtuvo el Grado de Bachiller y el de Licenciado en Sagrada Teología. Recibió la ordenación sacerdotal el 18 de diciembre de 1910. El 15 de octubre de 1919 fue nombrado cura propio en Guadalcanal (Sevilla) afrontando entonces las dificultades inherentes al anterior arreglo parroquial. A pesar de las dificultades desarrolló una intensa actividad pastoral. Al producirse el estallido de la Guerra Civil fueron saqueados todos los edificios religiosos. Detenido en su domicilio el 20 de julio fue trasladado al cementerio junto a una veintena de los reclusos en la madrugada del 6 de agosto donde fue fusilado.
Juan María Coca Saavedra, sacerdote
Nació en Mairena del Alcor (Sevilla) el 24 de diciembre de 1884 siendo bautizado el día 25. Con 17 años ingresó en el Seminario General y Pontificio de Sevilla. Se ordenó de sacerdote el 18 de diciembre de 1909. El 14 de octubre de 1911 fue nombrado coadjutor en Lora del Río (Sevilla) compartiendo desde 1919 sus tareas con Francisco de Asís Arias Rivas. Muy popular entre sus vecinos promovió y dirigió el Colegio del Ave María local enfrentándose a las turbas cuando quisieron quemar a la Patrona en los desmanes de aquel periodo tan radical. Al poco del golpe de estado de julio de 1936 ambos sacerdotes fueron encarcelados en el depósito municipal. En la conducción maniatado en la madrugada del 1 de agosto de 1936 al cementerio, junto a su párroco, le asestaron un golpe con un machete que le dejó al borde de la muerte momentos antes de ser fusilado.
Antonio Jesús Díaz Ramos, sacerdote
Nació en Bollullos del Condado (Huelva) el 31 de diciembre de 1896 siendo bautizado el 7 de enero de 1897. A los 12 años ingresó en el Seminario General y Pontificio de Sevilla perteneciendo a la Tercera Orden de Penitencia establecida en dicho centro. Fue ordenado sacerdote el 18 de diciembre de 1920. El 17 de marzo de 1921 tomó posesión de coadjutor y luego ecónomo en Cazalla de la Sierra (Sevilla). Revitalizó la vida parroquial, reorganizó las hermandades y sobre todo atendió a la juventud más necesitada. Luchó contra el laicismo de la autoridad local que impedía la salida del Viático, el toque de campanas, el ritual católico en los entierros y otros. Advertido de la sublevación militar en el Protectorado de Marruecos no abandonó su feligresía como se le propuso, siendo detenido la noche del 18 de julio de 1936. Durante el cautiverio padeció amenazas y burlas; también se preparó junto a otros fieles colaboradores para su inminente muerte. Fue asesinado el 5 de agosto de 1936 cuando, reunidos los presos en el patio de la cárcel, les acribillaron a balazos.
Salvador Lobato Pérez, sacerdote
Nació en Algodonales (Cádiz) el 31 de diciembre de 1901 siendo bautizado el día 1 de enero de 1902. En 1914, con 14 años, ingresó en el Seminario General y Pontificio de Sevilla. El 12 de marzo de 1927 se ordena de sacerdote, siendo destinado de inmediato a Coripe y –desde el 27 de marzo de 1933- a El Saucejo (Sevilla) desarrollando en ambos una intensa actividad pastoral no exenta de dificultades por el ambiente anticlerical del momento. El 23 de julio de 1936 fue desalojado de la casa rectoral teniendo que abandonarla y refugiarse en las casas de unos vecinos él y su familia (formada por su madre, gravemente enferma en estos momentos, y su hermano, que le servía de ayuda). El 21 de agosto, tras asaltar fuerzas venidas de otros pueblos el Cuartel de la Guardia Civil, fueron en su búsqueda; le detuvieron y conduciéndole a las afueras del pueblo junto a su hermano, que no quiso separarse de él, ambos fueron asesinados.
Rafael Machuca Juárez de Negrón, sacerdote
Nació en Estepa (Sevilla) el 30 de abril de 1881 siendo bautizado el 5 de mayo del mismo año. En 1904, con 23 años, ingresó en el Seminario General y Pontificio de Sevilla como alumno interno haciendo la carrera abreviada. Recibió la ordenación sacerdotal el 18 de diciembre de 1909. Al poco ocupó una coadjutoría en su villa natal ganándose la confianza de sus superiores. Al comienzo del verano de 1936, como hacía todos los años por prescripción facultativa, solicitó y obtuvo licencia para tomar las aguas, en esta ocasión en el balneario de Carratraca (Málaga). Allí le cogió el inicio de la Guerra Civil siendo detenido y enviado en un grupo de once personas (tres eran sacerdotes) a Málaga donde los ingresaron en prisión. Tras un bombardeo de los sublevados sobre la ciudad, ya en la madrugada posterior al 31 de agosto, se efectuó una saca de más de un centenar de personas (muchos de ellos sacerdotes como él) que fueron asesinados en las proximidades del Cementerio de San Rafael.
José Vigil Cabrerizo, sacerdote
Nació en Huétor-Tájar (Granada) el 11 de octubre de 1906 siendo bautizado el 20 del mismo mes. En 1919, a punto de cumplir los 13 años, ingresó en el Seminario General y Pontificio de Sevilla. Fue ordenado de sacerdote el 20 de mayo de 1932 encargándosele la Capilla del Barrio de San Jerónimo de Sevilla. El 1 de mayo de 1936 fue asaltada y, al quedar clausurada, se vio obligado a buscar vivienda provisional en el interior de la ciudad junto a su familia. En la tarde del 18 de julio todos se vieron sorprendidos por la llegada al edificio de un grupo de frente populistas que buscaban a partidarios del golpe militar domiciliados en otro de los pisos. En el tumulto frente a la casa, al salir a la calle del brazo de su madre, una bala le alcanzó siendo registrado, descubriéndose su condición de sacerdote. De inmediato el jefe de los asaltantes ordenó que le disparasen, no siendo rematado porque una de sus hermanas se abalanzó sobre él para protegerle. Trasladado malherido al hospital murió al día siguiente tras perdonar a sus asesinos.
Enrique Palacios Monrabá, seminarista
Nació en Cazalla de la Sierra (Sevilla) el 3 de abril de 1917 siendo bautizado el 19 del mismo mes. A los 12 años, en 1928, ingresó en el Seminario General y Pontificio de Sevilla. A finales de junio de 1936, terminado el primer curso de Sagrada Teología, marchó de vacaciones a su domicilio familiar en Cazalla. En la mañana del 20 de julio acudió a misa, oficiada por el coadjutor al estar detenido ya el párroco Antonio Jesús Días Ramos; esa misma noche fue detenido al igual que su padre, Manuel Palacios Rodríguez, hombre comprometido en la defensa pública de los intereses de la Iglesia. Todos fueron asesinados el 5 de agosto cuando, reunidos los presos en el patio de la cárcel, les acribillaron a balazos.
María Dolores Sobrino Cabrera
Nació el 19 de abril de 1868 en Constantina (Sevilla) y fue bautizada el día 20. Casada con el empleado municipal Rafael Cabezas Ruival de Flores en 1891 no tuvo el matrimonio hijos. Persona religiosa, sin filiación política alguna, colaboraba regularmente con la Iglesia. Poco después de la sublevación militar su marido, que entonces ocupaba el cargo de Depositario Municipal, fue asesinado y, saqueado su domicilio, María Dolores hubo de buscar acomodo entre sus familiares. Al mediodía del 23 de julio de 1936 fue asesinado el párroco Manuel González-Serna Rodríguez y, más tarde, se ordenó su detención. Conducida con acompañamiento de la turba por el pueblo hasta al interior del templo, donde le mostraron el cadáver del párroco, se enfrentó al Comité tras lo cual también la asesinaron disparándole a bocajarro. Ambos cadáveres fueron objeto de escarnio público.
Agustín Alcalá Henke, abogado
Nació el 7 de junio de 1892 en Alcalá de Guadaira (Sevilla) siendo bautizado el día 19. Fue el cuarto de un total de cinco hermanos. Estudió en el internado de los jesuitas de El Puerto de Santa María (Cádiz) y concluyó su Licenciatura en Derecho con 22 años en la Universidad de Sevilla. En 1915 defendió su Tesis Doctoral sobre la esclavitud de los negros en la América española. Fiel a su compromiso cristiano impulsó la doctrina social de la Iglesia en sus negocios familiares y en la política, resultando su personalidad y prestigio decisivos para el respaldo, ya en los años treinta, de los planteamientos social-cristianos de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas). Su colaboración con la Iglesia en otros aspectos (Conferencias de San Vicente de Paúl, hermandades, etc.) no decayó cuando arreció el laicismo extremo. En la noche del 17 de julio de 1936, cuando acababa de entregar un donativo importante para los más necesitados, le dispararon mortalmente muriendo unas horas más tarde. Su compromiso social cristiano en momentos de radicalidad fue, a juicio de todos, la causa de su asesinato.
Mariano López-Cepero y Muru, propietario
Nació el 24 de enero de 1883 en Cazalla de la Sierra (Sevilla) siendo bautizado el día 27. Realizó sus estudios básicos en el internado de los jesuitas en El Puerto de Santa María (Cádiz). Casado, tenía en el momento de su asesinato nueve hijos. Como representante del municipio en los años veinte favoreció la instalación de centros educativos religiosos y la entronización del Sagrado Corazón de Jesús en el Ayuntamiento de Cazalla. A pesar del ambiente de persecución religiosa que existía en Cazalla formó parte de la Junta Parroquial desde 1932, que procuró subsidios para sostenerla. Detenido poco después de la sublevación militar de julio de 1936 fue encarcelado, formando parte del escogido grupo que, junto al párroco Antonio Jesús Díaz Ramos, rezaban diariamente el Santo Rosario. Fue asesinado el 5 de agosto cuando, reunidos los presos en el patio de la cárcel, allí mismo fueron acribillados a balazos.
Gabriel López-Cepero y Muru, propietario
Nació el 22 de agosto de 1874 en Sevilla siendo bautizado el 26. Realizó sus estudios en el internado de los jesuitas de El Puerto de Santa María (Cádiz). Casado, tenía en el momento de su asesinato seis hijos. Ante el anticlericalismo republicano que reinaba, dejó autorización escrita para evitar el entierro civil impuesto por las autoridades y formó parte de la Junta Parroquial que procuró subsidios para sostenerla. Detenido tras el estallido militar de julio de 1936 fue encarcelado donde se encontraba el párroco Antonio Jesús Díaz Ramos y demás presos que rezaban diariamente el Santo Rosario. Fue asesinado el 5 de agosto posterior cuando, reunidos los presos en el patio de la cárcel, les acribillaron a balazos.
Cristóbal Pérez Pascual, farmacéutico
Nació el 9 de diciembre de 1887 en Alájar (Huelva) siendo bautizado en la Parroquia de San Marcos. En Granada estudió Derecho y más tarde Farmacia. En 1923 tenía su propio establecimiento en Cazalla de la Sierra (Sevilla). Un año más tarde contrajo matrimonio; el único hijo habido apenas sobrevivió unas horas. Por todos era conocida la caridad ejercida desde su farmacia. Desatada la persecución religiosa formaba parte de la Junta Parroquial que procuró los subsidios necesarios para su sostenimiento. Detenido y encarcelado tras el golpe militar de julio de 1936 formaba parte del grupo que, junto al párroco Antonio Jesús Díaz Ramos, rezaban diariamente el Santo Rosario en la prisión. Allí también continuó ejerciendo su actividad caritativa con los medicamentos que le proporcionaba su familia. Fue asesinado el 5 de agosto posterior cuando, reunidos los presos en el patio de la cárcel, les acribillaron a balazos.
Manuel Palacios Rodríguez, propietario
Nació en Aracena (Huelva) siendo bautizado el 16 de agosto de 1877. Casado, era padre del seminarista Enrique Palacios Monrabá. Hombre prudente, religioso, generoso con los demás, sufría mucho interiormente. A pesar del anticlericalismo radical de los años treinta formó parte de la Junta Parroquial que procuró subsidios para sostenerla y tomó parte en Acción Popular, de ideario social-cristiano. Tras la sublevación militar, el 20 de julio de 1936, fue detenido junto a otros compañeros con los que compartía arraigadas y profundas creencias religiosas que mantuvieron durante el encierro. Fue asesinado el 5 de agosto junto a su hijo, seminarista, cuando reunidos los presos en el patio de la cárcel, fueron acribillados a balazos.
José María Rojas Lobo, abogado
Nació el 29 de septiembre de 1910 en Sevilla y fue bautizado dos días después. Su familia la componían, además de sus padres, nueve hermanos establecidos en Marchena (Sevilla). Sus primeros estudios los realizó en el internado de los jesuitas de Málaga y los estudios de Derecho iniciados en Sevilla fueron culminados en Deusto. Carecía de militancia política. Preparaba oposiciones en Madrid cuando, en el verano de 1936, regresó a pasar unos días de vacaciones con su familia a Marchena. El 20 de julio, tras escuchar misa junto a los restantes miembros de su familia, al saludar a unos tíos fue entonces detenido y recluido junto a otros en la Casa del Pueblo, entre ellos el sacristán Manuel Luque Ramos. No les dieron razón de su detención. El día siguiente, ante la llegada de fuerzas militares de Écija, sus carceleros huyeron no sin antes dispararles y dejarlos malheridos. Recibiendo los sacramentos y perdonando a su agresor murió el 25 a causa de las heridas recibidas.
Manuel Luque Ramos, sacristán
Nació el 6 de marzo de 1893 en Marchena (Sevilla) y fue bautizado el día 8. De origen humilde, durante años ejerció de recadero y sacristán de las monjas clarisas; vivía soltero, junto a su madre –ya viuda en el momento de su martirio- en las proximidades del convento. En la mañana del 18 de julio de 1936 un grupo de alborotadores interrumpieron la celebración de la misa de las religiosas enfrentándose a ellos y consiguiendo, tras echarlos y atrancar la puerta, que prosiguiera el oficio religioso. Un día más tarde fue detenido y encerrado junto a otras personas, entre ellas José María Rojas Lobo, en la Casa del Pueblo. No les dieron la razón de su detención. Al día siguiente, sus carceleros huyeron tras la llegada de fuerzas militares de Écija, pero antes les dispararon dejándolos malheridos y medio muertos. Trasladado al hospital y administrados los sacramentos falleció al día siguiente a consecuencia de las heridas recibidas.
Rafael Lobato Pérez, carpintero
Nació en Algodonales (Cádiz) el 28 de febrero de 1905 siendo bautizado el 2 de marzo. Soltero, era hermano de Salvador Lobato Pérez, sacerdote, acompañándole en sus destinos y ayudándole en sus tareas pastorales. La sublevación militar del 18 de julio le cogió en El Saucejo, junto a su madre y hermano. El día 23 fueron desalojados de la casa rectoral teniendo que refugiarse en las casas de unos vecinos. El 21 de agosto, tras asaltar las fuerzas venidas de otros pueblos el Cuartel de la Guardia Civil, fueron en búsqueda de su hermano el sacerdote a quien detuvieron; al no querer dejarlo sólo ambos fueron conducidos a las afueras del pueblo y asesinados juntos.