(InfoCatólica) Mama Antula fue beatificada el 27 de agosto del 2016.
El Milagro para la canonización
El milagro que ha dado paso a su canonización fue la supervivencia milagrosa del Sr. C. P. (nacido en 1959) que sufrió un «ictus isquémico con infarto hemorrágico en varias zonas, coma profundo, sepsis, shock séptico resistente, con fallo multiorgánico». Ingresado en la unidad de cuidados intensivos en estado comatoso, el TAC mostró un infarto muy extenso del tronco encefálico. El pronóstico fue muy negativo con muy pocas posibilidades de volver a la vida normal debido a las lesiones cerebrales irreparables.
Al cabo de unos días, mostró una notable mejoría y, tras unos meses de fisioterapia, era independiente, autónomo en su vida diaria, realizando tareas manuales normales.
Todos los familiares y amigos del enfermo rezaron pidiendo la intercesión de la Beata María Antonia de San José, comúnmente llamada Madre Antula o Mama Antula. Siete personas que no eran amigos ni familiares también rezaron por la salud del enfermo pidiendo la intercesión de la Beata Madre Antula.
Una vida de consagración a Dios, evangelización y maternidad espiritual
María Antonia de Paz y Figueroa (Mama Antula) nació en 1730 en Santiago del Estero, en el seno de una ilustre familia de conquistadores y gobernantes. Transcurrió su niñez en el campo, en la hacienda paterna. A los 15 años decidió consagrase a Dios y tomó el nombre de María Antonia de San José.
Desde muy joven esta laica consagrada se había acercado a los misioneros de la Compañía de Jesús que se encontraban en aquella pobre región del noreste argentino y con ellos se dedicó a organizar los ejercicios espirituales, según la espiritualidad ignaciana.
Reunió en torno a sí a un grupo de muchachas que vivían juntas para rezar, realizar obras de caridad y colaborar con los sacerdotes jesuitas. En poco tiempo «Mama Antula» organizó ocho grupos de 300 personas indigentes cada uno, que se mantenían gracias a las limosnas. Cuando los jesuitas fueron expulsados de Argentina, en 1767, «Mama Antula» recorrió todo el norte del país –San Luis, Jujuy y Córdoba– para ocuparse de sus obras. Llevaba consigo sólo una cruz de madera, símbolo de austeridad y de amor a Cristo.
De hecho, en una carta de 1788, Ambrosio Funes, Virrey de Navarra y Capitán General de Cuba y de Cataluña, anotó que en ocho años «Mama Antula» había ofrecido ejercicios espirituales a setenta mil personas. De donde se desprendía la necesidad de obtener una casa dedicada a la predicación; lo que se realizó cuando la futura beata obtuvo tres parcelas de terreno en donación, en los que edificó la primera casa de ejercicios.
En 1779 «Mama Antula» partió rumbo a Buenos Aires donde vivió durante dos décadas. Allí fundó la Casa de ejercicios espirituales, que aún existe y funciona como tal, bajo el cuidado de la congregación Hijas del Divino Salvador. Falleció el 7 de marzo de 1799 en la misma casa que había fundado. Sus restos son objeto de veneración en la Iglesia de Nuestra Señora de la Piedad de la capital argentina.
En 1905 los Obispos elevaron la causa de canonización de la Madre Antonia a la Santa Sede y se presentan cartas de postulación de la jerarquía eclesiástica de Uruguay, Chile, Bolivia, Paraguay, Perú y Ecuador, entre otros. Su causa de canonización se mantiene vigente en el aspecto histórico y eclesial, porque colaboró para cimentar los valores morales y cristianos de Hispanoamérica.
Fue madre espiritual del «Cura Brochero». Fue una mujer espiritual que recibió el primer nombre de María como Santa María. Fue semejante a Santa Catalina, en sus cartas, a Santa Teresa del Niño Jesús, por su transparencia en el amor, y a Santa Teresa de Ávila por su perseverancia. También llamada la «Santa Teresa de América», es digna de ser comparada con estas tres doctoras de la Iglesia.
Asimismo se destaca el carácter misionero de esta mujer latinoamericana hacia Europa ya que sus cartas se traducían al francés, inglés, alemán y ruso, para enviarlas a las diversas comunidades religiosas.