(Katolisch/InfoCatólica) En respuesta a una pregunta, Schönborn dijo a los periodistas acreditados para el Sínodo sobre sinodalidd que hasta ahora solo había habido un cambio en el Catecismo válido desde 1992. En 2018, el papa Francisco añadió la proscripción de la pena de muerte al libro de texto de la Iglesia católica. Si habrá más cambios depende únicamente del Papa que promulgue el Catecismo y lo ponga en vigor, dijo el cardenal austriaco, que participó en la redacción del Catecismo actual hace más de 30 años.
Sobre el tema de la homosexualidad y el pecado, Schönborn señaló que Francisco habla a menudo de la cuestión de la culpabilidad del individuo. Existe una brecha entre el orden objetivo dado y el nivel subjetivo del ser humano individual, que siempre es pecador. La Iglesia debe respetar y acompañar a cada ser humano con sus limitaciones y su historia. En el sínodo se ha discutido mucho sobre cómo la Iglesia católica debería tratar en el futuro a las personas que viven manteniendo relaciones homosexuales.
Doctrina inmutable que muta
Varios miembros del Sínodo han pedido un cambio en este punto. A la pregunta de qué papel desempeñan la teología y el pensamiento de los fieles en el desarrollo de la doctrina de la Iglesia, Schönborn subrayó que la doctrina de la Iglesia es inmutable. Pero la comprensión y la presentación de la fe evolucionan y se profundizan. Es decir, el cardenal sostiene la tesis modernista de que cualquier cambio radical de la doctrina -como ocurre en Amoris Laetitia y en relación a la pena de muerte- se puede justificar como mera evolución y profundización de la misma, de forma que si la Iglesia enseñaba una cosa durante siglos y ahora enseña lo contrario, los fieles deben aceptarlo sin más.
Elogio de los métodos de trabajo del Sínodo
Schönborn también elogió el método de trabajo del Sínodo. El método de la sinodalidad era «claramente correcto y necesario», dijo el purpurado. En la asamblea, la escucha era la primera prioridad; además, se trataba de discernir juntos. Este enfoque cambia profundamente la situación«. Schönborn añadió que había hablado recientemente con el economista y asesor político estadounidense Jeffrey Sachs sobre el Sínodo. Dijo que el Consejo de Seguridad también debería trabajar a la manera del Sínodo; entonces quizá habría un poco más de paz en el mundo. En el Consejo de Seguridad nadie escucha realmente, criticó Schönborn. Allí, los representantes presentan las directrices de sus gobiernos sin intercambiar realmente puntos de vista entre ellos.
Schönborn, de 78 años, ha participado ya en ocho Sínodos de los Obispos. En el actual Sínodo Mundial del Vaticano, es miembro con derecho a voto del Consejo del Sínodo, una especie de consejo de ancianos. Según el cardenal, el método de trabajo de esta asamblea es el mejor que ha experimentado nunca. Para él, la sinodalidad es la manera de vivir la comunión; «la Iglesia es comunión», dijo Schönborn. Recordó el Concilio Vaticano II (1962-1965) y el documento «Lumen gentium» sobre una nueva autocomprensión de la Iglesia como comunidad de creyentes. Y recordó que al final del Concilio Vaticano II, él era un estudiante de teología de 20 años. El teólogo Karl Rahner (1904-1984) había dicho entonces que todo el Concilio sería en vano si no se traducía en más fe, esperanza y misericordia. «Yo diría lo mismo de este Sínodo», afirmó Schönborn.
Además, el arzobispo de Viena mostró su deseo de que se dé una cooperación más visible entre los obispos a nivel europeo. El Consejo de Conferencias Episcopales Europeas CCEE no ha logrado desarrollar el mismo potencial que los consejos episcopales continentales de Asia o América Latina, dijo el cardenal. «Nos hemos quedado un poco atrás en la sinodalidad vivida entre las iglesias locales de Europa. Creo que necesitamos un estímulo para ir aún más lejos». Por ejemplo, las conferencias episcopales de Europa aún no han logrado formular una palabra común sobre el drama de la emigración y los regugiados, criticó Schönborn.