(Agencias/InfoCatólica) En su homilía, el cardenal Amigo recordó la que predicó San Leandro, también arzobispo de Sevilla, cuando clausuró el tercer concilio de Toledo en 589. El santo "quiso poner de relieve la santidad de la Iglesia: “Regocíjate y alégrate, Iglesia de Dios. Gózate y ponte en pie, cuerpo único de Cristo; vístete de fortaleza y salta de júbilo”.
Refiriéndose a la iglesia local al frente de la cual estuvo durante 27 años, el prelado aseguró que la misma "es la viña santa que iluminó la sabiduría de Isidoro, modelo inequívoco para todos los pastores por el ejemplo de su vida, la luz de su doctrina, la dedicación plena al servicio de la diócesis. Iglesia de Marcelo Spínola, guía admirable, amigo de los pobres, amor encendido al corazón de Cristo".
El cardenal tuvo palabras para los sacerdotes y diáconos sevillanos: "Esta es la Iglesia de los sacerdotes y de los diáconos, servidores de la Palabra, de los sacramentos y de la caridad, como el beato Manuel González que hizo del sagrario la casa de su vida y que llevó a la vida el amor entregado de Cristo en la Eucaristía. Unos sacerdotes y diáconos que hacen de la parroquia escuela de la Palabra, comunidad que celebra los sacramentos, espacio privilegiado para la caridad, experiencia viva de conversión, testimonio y misión".
Además, el cardenal Amigo hizo un repaso de algunos de los santos sevillanos "como Santa Florentina, que desde su convento de Écija irradia la luz de la vida contemplativa y virginal. Santa Ángela de la Cruz, con ardiente amor a los pobres, siendo ejemplo de humildad y de alegría. San Francisco Díaz, nacido en Écija y martirizado en China. San Juan Grande, hijo de Carmona y hermano de los hermanos más enfermos y menesterosos. San Diego de San Nicolás del Puerto, que hizo de la humildad el mejor testimonio de su seguimiento a Cristo. Victoria Díaz, la maestra de la collación de san Bartolomé. De Antonio Martínez, el joven de Montellano. De Bienvenido de Dos Hermanas y Angel Ramos de Sevilla… Todos ellos ya glorificados".
Para quien ha sido su arzobispo, la archidiócesis de Sevilla es también "el templo vivo de la familia, Iglesia doméstica que vive se afana en educar a sus hijos en la fe de Jesucristo; de los movimientos apostólicos, de las nuevas comunidades, de las familias eclesiales, de las Hermandades y Cofradías, de las muchas y distintas asociaciones de fieles".
Don Carlos recordó también a los catequistas, a los misioneros, a los enfermos, a los inmigrantes, a "los excluidos y marginados por cualquier causa a los que la Iglesia se acerca y sirve. Esta es la mano abierta de Dios Padre providente que se hace visible en Caritas, llegando siempre allí donde pueda haber un hombre o una mujer necesitados".
"Esta es la Iglesia", aseguró el cardenal, "que vive la actualidad sin nostalgia del pasado, pero recogiendo el caudal de vida y doctrina que se nos ha dejado. Sin miedo al futuro, pero con la responsable esperanza de buscar sinceramente el rostro de Cristo".
"Esta es la Iglesia de Sevilla", afirmó el arzobispo emérito, "a la que tenido el honor y la gracia de poder servir durante algunos, bastantes años, y que lo seguiré haciendo desde la oración y el afecto agradecido. Una Iglesia que venera a la Madre de Dios, con tantas advocaciones y títulos diferentes, pero todos ellos recogidos en el más querido de Nuestra Señora de los Reyes".
El cardenal Amigo terminó su homilía mostrando su gratitud a cuantos le ayudaron directamente "en el gobierno de esta querida archidiócesis. De una manera particular mi felicitación y reconocimiento, corde et ore, al señor Arzobispo por su inagotable bondad. a los sacerdotes, a la vida consagrada, a los fieles laicos… A las autoridades e instituciones, a los que nos acompañan en la misma fe y a los que, desde otros credos o sin profesar alguno, han estado a nuestro lado colaborando por el bien de esta comunidad humana, de esta Iglesia de Dios que camina en Sevilla".