(Asia News/InfoCatólica) La dificultad de vivir la fe cristiana que se profesa en un contexto hostil, que a menudo en el sur de Asia se convierte en abierta persecución. Pero también la necesidad de no resignarse a las verdades a medias que se difunden en las redes sociales, polarizando a las sociedades. Y luego la preocupación por la «comercialización de la educación» que avanza también en las instituciones asiáticas. Estos son algunos de los temas que se plantearon en el diálogo que mantuvieron esta tarde con el Papa Francisco doce estudiantes indios, paquistaníes y nepaleses de universidades católicas locales, en un encuentro virtual titulado «Construir puentes en el sur de Asia», promovido por la Universidad Loyola, la universidad jesuita de Chicago , y la Pontificia Comisión para América Latina.
Es la tercera etapa de una iniciativa en el espíritu del Sínodo que está a punto de comenzar en Roma, precedida en los últimos meses por otros dos encuentros similares en los que participaron jóvenes de América Latina y de África.
Durante una hora y media el papa Francisco escuchó las preguntas y respondió a los estudiantes. Particularmente intenso fue el tercer segmento del diálogo en el que tres jóvenes - Florina de la India, Niru Maya de Nepal y Sheril de Pakistán - hablaron abiertamente sobre las dificultades para vivir su fe cristiana en un contexto de opresión y persecución. A este respecto, Florina también mencionó el sufrimiento de los cristianos de Manipur, la región india que desde mayo vive una situación de grave violencia entre grupos étnicos que está adquiriendo también una connotación religiosa. «¿Cómo se puede afrontar estas situaciones como cristianos?», le preguntaron a Francisco.
El Pontífice dijo que estaba conmovido por sus testimonios y recordó a muchas personas inocentes como «aquella mujer que pasó tantos años en la cárcel sin haber hecho nada», dijo, probablemente en referencia a Asia Bibi. «¿Dónde está la raíz de la intolerancia?», preguntó, e invitó a buscarla en «seguir una idea antes que el corazón. Pero cuando una tradición, incluso cristiana, se comporta de esa manera - añadió - se convierte en la ideología de nuestro suicidio».
Retomando el testimonio de la nepalí Miru Naya («Dios tiene un plan para mí»), Francisco invitó a perseverar en este camino. «Dar testimonio del Evangelio con la vida es lo único que importa – comentó -. Sigan teniendo sueños. Y no renuncien a tender la mano al otro, recordando que somos hermanos». El pontífice también invitó a todos los jóvenes a ser creativos y a cultivar su autoestima, en diálogo con los demás. Escuchando el testimonio de una joven de la diáspora india en el Golfo Pérsico que habló sobre la dificultad de mantener vivo el vínculo con sus raíces, propuso la imagen del diamante, que sólo cincelando las diferentes caras deja de ser un simple trozo de cristal.
Otro tema que plantearon con interés los jóvenes del sur de Asia fue la relación con las nuevas tecnologías y el uso de las redes sociales, que con demasiada frecuencia se utilizan para difundir falsedades o campañas de odio que exacerban discriminaciones ancestrales como entre castas. Respondiéndoles, el Papa dijo que «la armonía no es uniformidad, sino belleza de las diferencias» e invitó a los jóvenes a redescubrir otros lenguajes, como el de la poesía. «Cuando era estudiante escribía poesías – dijo – pero después me daba vergüenza leerlas… Cada uno de ustedes es una poesía».
Sorprendido por Sagarika, una estudiante india que planteó la cuestión de las derivas comerciales de los mismos sistemas educativos, Francisco repitió que «la educación debe ser gratuita, es un derecho, no una forma de enriquecimiento. Tenemos que trabajar por esto». Por último, cuando se despidió de los jóvenes universitarios indios, paquistaníes y nepaleses, les dijo: «Sigan adelante sin miedo. Y les doy un consejo: no pierdan el sentido del humor, es bueno para la salud mental....»