(InfoCatólica) Masheel es la hija menor de Rasheed Masih y pertenece a la única familia cristiana en la ciudad de Okara, con alrededor de 10,000 habitantes, situada al suroeste de las ciudades de Lahore y Faisalabad. La persecución que enfrentaron como cristianos comenzó en octubre de 2021 cuando vándalos locales vandalizaron su hogar y robaron algunas de sus pertenencias. La familia presentó una denuncia ante la policía, lo que llevó a la condena de los responsables.
La situación empeoró al año siguiente, en octubre de 2022, cuando Masheel fue secuestrada. La niña se disponía a ir a la escuela cuando los agresores irrumpieron en su casa y agredieron brutalmente a su padre hasta dejarlo inconsciente.
Durante su tiempo en cautiverio, Masheel fue drogada y sufrió abusos físicos y sexuales, evidenciados por las marcas de tortura en sus brazos. En el proceso legal para obtener un certificado de matrimonio, fue coaccionada a cometer perjurio bajo amenazas de sus secuestradores, quienes prometieron matar a su familia si no cooperaba.
A pesar de los intentos del padre por buscar justicia a través de la policía, Masheel logró escapar y regresó con su familia. Inicialmente, había intentado escapar al comienzo de su secuestro, pero fue recapturada rápidamente. Solo después de la muerte del hermano de Abdul Sattar, el hombre que la violó y con el que finalmente se casó, Masheel pudo regresar a Okara y reunirse con su padre.
El padre, desesperado, se encontró con una falta de interés y complicidad dentro de la policía en su búsqueda de justicia. Desde hace diez días, él y su hija han tenido que abandonar Okara por temor a sus vidas. Masheel está traumatizada y no puede hablar. Tiene miedo de volver a casa porque los secuestradores insisten en que debe reunirse con su marido, cuya familia tiene una gran influencia en la ciudad.
Joseph Jansen, presidente de Voice for Justice, una organización de defensa de las minorías religiosas, denunció el incidente. Jansen destacó que Masheel tenía solo 15 años cuando un juez del distrito de Okara consideró válido su matrimonio, a pesar de que la edad legal para casarse en Pakistán es de 18 años. Jansen pidió la intervención del gobierno de Pakistán para garantizar la protección de los cristianos perseguidos, subrayando que el país tiene la obligación constitucional de defender los derechos y la seguridad de sus comunidades religiosas minoritarias.
Shamaun Alfred, portavoz de la Asociación de Minorías de Pakistán, recordó que los certificados de nacimiento, registros eclesiásticos y documentos escolares son pruebas legales que proporcionan información precisa sobre la edad de una persona. Sin embargo, en casos de matrimonios forzados con menores, estos documentos suelen ser ignorados, permitiendo prácticas ilegales difíciles de erradicar. Rachel Mary, activista por los derechos de las mujeres, añadió que la policía a menudo muestra favoritismo hacia los grupos islámicos y trata a las comunidades minoritarias como inferiores. La historia de la familia Masih subraya la urgente necesidad de reformas y protección para las minorías religiosas en Pakistán, donde estas atrocidades continúan afectando la vida de ciudadanos inocentes.
Con información de Asia News