(Kath.net/InfoCatólica) Ante los crecientes rumores de que la Santa Sede podría pedir a Mons. Stricklan que renuncie, el cardenal alemán lo tiene claro:
«Si pudiera aconsejar al obispo Strickland, definitivamente no debería dimitir, porque así pueden lavarse las manos».
El purpurado asevera que «un obispo sólo puede ser destituido por el Papa según los dictados de la justicia si ha sido culpable de algo malo (herejía, cisma, apostasía, un delito o un comportamiento totalmente no sacerdotal), por ejemplo, la pseudo bendición de personas de ambos sexos o de un sexo en relaciones extramatrimoniales que ofende a Dios y defrauda a las personas de su salvación».
Y advierte:
«La destitución arbitraria como obispo de una diócesis en la que un obispo es nombrado por el propio Cristo como su propio pastor socava la autoridad del papa, como ocurrió históricamente con el indigno abuso del cargo bajo el papado aviñonés (Esta pérdida de confianza fue una de las principales razones de la ruptura del cristianismo de la Reforma con la Iglesia católica y su odio al papa, que, con sus acciones arbitrarias, se había puesto en el lugar de Dios)».
A aquellos que creen que el Papa es un monarca absoluto cuya voluntad tiene valor de ley, el cardenal alemán recuerda:
«Según la doctrina católica, el Papa no es en absoluto el Señor de la Iglesia, sino sólo, como representante de Cristo para la Iglesia universal, el primer servidor de su Señor, que tuvo que decir a Simón Pedro, que acababa de ser nombrado roca de la Iglesia: «Apártate de mí (ital. Indietro, el verdadero indietrismo), pues no piensas en lo que Dios quiere, sino en lo que quieren los hombres». (Mt 16,23)».
Y añade:
«El Papa no tiene autoridad de Cristo para acosar e intimidar a los buenos obispos según el ejemplo de Cristo, el Buen Pastor, que, de acuerdo con el ideal episcopal del Vaticano II, santifican, enseñan y guían al rebaño de Dios en nombre de Cristo, sólo porque los falsos amigos denuncian a estos buenos obispos a Francisco como enemigos del Papa, mientras que los obispos herejes e inmorales pueden hacer lo que quieran, o que cada día acosan a la Iglesia de Cristo con otra tontería».