(Asia News/InfoCatólica) El patriarca de los caldeos ha concedido la siguiente entrevista a Asia News, en la que muestra su estupor ante el hecho de que nadie en Roma quiera defender a la Igleisa en Irak ante el hecho de que el jefe de estado le retirara el reconocimiento oficial como patriarca.
Su Beatitud, desde hace semanas libra usted una batalla personal y en nombre de toda la comunidad cristiana -por su propia supervivencia- contra las más altas instituciones iraquíes y los autodenominados líderes cristianos. ¿Cómo explica esta situación?
En el fondo es un proyecto que pretende silenciar la voz de la Iglesia y mi persona. En estos 10 años como patriarca (ndr: el nombramiento se remonta a enero de 2013) siempre he defendido los derechos humanos, sin distinción de credo o filiación étnico-religiosa, he tratado de proteger a los cristianos y nunca he querido justificar la formación de una supuesta milicia «cristiana». He rechazado todo esto, de ahí el propósito de venganza por parte de una facción (ndr: las Brigadas de Babilonia de Rayan al-Kildani) que tiene un motivo oculto: empujar a los cristianos a marcharse, hacerles emigrar para apoderarse de sus casas, sus bienes, sus propiedades. Por eso también quieren crear un ambiente inestable, y por eso se oponen a la idea de ciudadanía, que siempre he reivindicado como base de la pertenencia a la nación. Sin embargo, en el país prevalece una mentalidad sectaria en la que la gente lucha por tener más poder, visibilidad y ganar más dinero. No hay voluntad de construir un Estado basado en el derecho y la justicia, sino que prevalecen la confusión y la anarquía.
¿Una confusión que también surge en las funciones y atribuciones de las más altas instituciones?
Este es uno de los elementos básicos: el Presidente de la República no tiene poder para retirar decretos dictados en el pasado, puede dictarlos pero desde luego no puede anularlos arbitrariamente. Además, va en contra de una tradición secular, que se remonta a la época del Califato Abasí, luego al Imperio Otomano y finalmente a la República. En un segundo, el jefe del Estado ha querido borrar 14 siglos de historia y tradición, pero yo no tengo miedo y no tengo nada que perder... tal vez mi vida, pero también estoy dispuesto a ello. Todo esto se hace para intimidar a los cristianos, para que abandonen el país, y por eso les animo de nuevo, y con más fuerza, ¡a quedarse y tener esperanza!
La suya, pues, es una lucha basada en el derecho para todo el país, no sólo para los cristianos...
¡Claro que sí! No lucho sólo por ellos, sino por todos los iraquíes. Y debo reconocer que, como pueblo, la comunidad cristiana está a mi lado y me apoya en esta lucha. No sólo eso, hace poco un grupo de 13 abogados musulmanes también presentó un recurso ante el Tribunal Supremo contra la retirada del decreto presidencial decidida por el Presidente de la República. En este momento, experimentamos cohesión, un fuerte apoyo y unidad a nivel del pueblo y de la comunidad cristiana, mientras que existen divisiones entre las Iglesias. Un ejemplo entre muchos, las palabras de un patriarca que calificó al presidente de la República de «sabio y con una visión clara», u otros obispos y sacerdotes que se benefician de la venta de casas y propiedades.
Tras la invasión estadounidense, el reguero de atentados y violencia, y el ascenso del Estado Islámico, con su lógica de terror y muerte, ¿se cierne una nueva amenaza sobre el futuro?
Se trata de otro estilo, otra modalidad quizá más oculta y taimada pero con el mismo objetivo: empujar a los cristianos a marcharse. Un enfoque diferente al del Isis, pero con la misma lógica subyacente.
¿Hay realidades, instituciones, incluso dentro de la Iglesia, de las que esperaba una mayor solidaridad y cercanía?
Estoy decepcionado por la posición de la Santa Sede, que en casi cinco meses no ha intervenido para desautorizar las acciones del Presidente de la República, para rechazar los ataques contra la persona del Patriarca, para distanciarse de los que se hacen llamar líderes cristianos. La visita de este señor (ndr:la referencia es al «breve saludo de circunstancia» de Rayan el Caldeo al final de la audiencia general de principios de septiembre, como se describió más tarde en una breve nota de aclaración vaticana] y el encuentro con el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro al final de la audiencia de los miércoles. Que luego relanzó a bombo y platillo en sus propios canales sociales, buscando legitimidad valiéndose de una autoridad eclesial pero que acabó demostrando una profunda ignorancia porque habló del Ángelus... ¡de los miércoles! Sus palabras supusieron una verdadera conmoción para los cristianos y los musulmanes de Irak, porque se presentaba una vez más como el verdadero representante de los cristianos, él y no el patriarca cuya dimisiónhabría aceptado el Papa. El silencio ante estas declaraciones es inadmisible.
El silencio acaba legitimando los ataques contra su persona y contra toda la Iglesia caldea?
Exacto. La Santa Sede podría haber tomado la palabra, podría haber dicho que la propaganda de este señor no es cierta, podría haber intentado calmar a la gente, a los numerosos cristianos y musulmanes de Irak que están sufriendo estos nuevos ataques, estas mentiras que hieren ante todo a nuestra comunidad. El nuncio apostólico me invita a dialogar, no a humillar al presidente... pero aquí es el presidente quien está humillando a la Iglesia y a su pueblo. Dice que hay que dejar el decreto y aceptar una sentencia judicial. Pero debe comprender la mentalidad local y apoyar a la Iglesia: podría negar la instrumentalización y las mentiras de Rayan, pedir a los obispos que reciben dinero de él que dejen de hacerlo, encontrar una solución que no vaya contra la Iglesia caldea.
Ahora, casi semanalmente, se presentan denuncias contra mí en los tribunales, y en los próximos días tendré que comparecer ante un tribunal y no podré asistir a los Rencontres Méditerranéennes en Marsella. Escribí al Papa Francisco después de la visita de Rayan al Vaticano, todavía no me ha contestado. Somos una Iglesia perseguida, desde hace mucho tiempo... que lucha por sobrevivir, pero para ello también necesitamos apoyo, cercanía, solidaridad.
En esta perspectiva, ¿servirá de ayuda el Sínodo que se celebrará en Roma en octubre?
El nuestro es un problema particular, pero el Sínodo puede ser de ayuda para encontrar una solución. La Iglesia debe mostrar su presencia, su cercanía, debe encontrar la palabra que le ha faltado hasta ahora. La Iglesia son sus creyentes.