(Aica/InfoCatólica) «Es importante difundir una cultura del encuentro, una cultura del diálogo, una cultura de la escucha y de la comprensión», comenzó el pontífice su alocución en la que se refirió a temas amplios -incluido el cambio climático, la crisis de refugiados y el bienestar infantil-, al tiempo que habló a los asistentes sobre proyectos específicos como el trabajo del Hospital Infantil Bambino Gesù en Italia.
El Papa subrayó la necesidad de compartir el parecer sobre cómo contribuir al bien común, y cómo no dejar de lado a las personas más vulnerables, como los niños; que a través de la Fundación «Bambino Gesù» están en el origen de nuestro encuentro.
El Obispo de Roma enfatizó, como ya hizo en otras ocasiones durante su pontificado, que vivimos un cambio de época y que solo juntos podremos salir mejores. «Solo juntos podremos sanar al mundo de un anonimato que es la globalización de la indiferencia».
A los numerosos retos de la actualidad, mencionados por el expresidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, que introdujo la reunión, Francisco añadió «el viento de guerra que sopla en todo el mundo». «Es necesaria una gran y común asunción de responsabilidades», acotó.
También reiteró que ningún desafío es demasiado grande si lo afrontamos desde la conversión personal de cada uno de nosotros, desde el aporte personal que cada uno puede hacer para superarlo, y desde la conciencia de lo que nos hace parte de un mismo destino. «Ningún reto puede afrontarse solo. No en solitario. Solo juntos. Hermanas y hermanos, hijos de Dios», insistió.
Por estos motivos, el pontífice animó una vez más a no rendirse ante las dificultades, que forman parte de la vida y el mejor modo de superarlas es buscando el bien común. Reivindicó la importancia de superar el egoísmo y la división, privilegiando la unidad.
El Papa abogó por la construcción de la paz y la fraternidad. Imploró que cesen las armas y que volvamos al diálogo, a la diplomacia, acabar con los designios de conquista y de agresión militar.
Ante la catástrofe ecológica pidió detenerla antes de que sea demasiado tarde. Por dicho motivo, explicó que eligió escribir un nuevo documento, diez años después de la encíclica Laudato si’. En efecto, se refirió a la exhortación apostólica que tiene intención de publicar el próximo 4 de octubre, fiesta de San Francisco de Asís, como anunció en la audiencia general del miércoles 30 de agosto.
«Detengámonos mientras hay tiempo, por favor. Deténganos mientras hay tiempo», aseveró.
Otro de los retos del mundo actual es el afrontar juntos las emergencias migratorias, pensando en los más pequeños, en su educación y cuidado.
Bambin Gesù, signo concreto de la caridad
Francisco reconoció que la sesión de este 18 de septiembre tiene su origen en un pequeño gran proyecto que le interesa mucho, vinculado a los niños y su salud. Aludió al Hospital Pediátrico Bambino Gesù y explicitó que quiere ser una señal, «un testimonio de cómo es posible (en medio de tantos esfuerzos) combinar una gran investigación científica, destinada a curar a los niños, y la acogida gratuita de los necesitados». «Ciencia y hospitalidad: rara vez estas dos cosas se unen a un cierto nivel», añadió.
Este centro sanitario acoge a los niños y en estos terribles meses marcados por la guerra, reveló que la institución ha atendido a más de dos mil pequeños pacientes ucranianos, que huyeron de su país con sus padres y familiares.
«En el campo de la salud, hoy más que nunca, la primera y más concreta forma de caridad es la ciencia, la capacidad de curar, que, sin embargo, debe ser accesible a todos», manifestó.
Para el Pontífice, «existen enfermedades insanables, pero no existen niños incurables» y exhortó a tener claro este concepto.
Al concluir su alocución, cuando Clinton le consultó si deseaba agregar una idea, Francisco retomó dos cuestiones que le preocupan: los niños y el cambio climático. Y nuevamente solicitó actuar antes que sea tarde.