(InfoCatólica) El Papa reflexionó sobre el Evangelio de ayer, en el cual Jesús habla sobre el perdón (Mateo 18:21-35). Pedro le pregunta a Jesús cuántas veces debe perdonar a su hermano, sugiriendo hasta siete veces. Jesús le responde que no hasta siete, sino hasta setenta veces siete, lo que significa perdonar siempre, sin límites. Esto es como lo hace Dios con nosotros, y es lo que se espera de aquellos que administran el perdón de Dios, como los sacerdotes en la confesión.
Francisco indicó que Jesús ilustra esto con una parábola sobre un rey que perdona la enorme deuda de un siervo, equivalente a una cantidad imposible de saldar. El rey lo perdona por compasión, reflejando el corazón compasivo de Dios. Sin embargo, este siervo, después de ser perdonado, no muestra misericordia hacia un compañero que le debe mucho menos. El mensaje de Jesús es claro: Dios perdona de manera inmensurable por amor y gratuidad, y nosotros debemos imitarlo perdonando a otros.
El Pontífice aseguró que el perdón no es opcional para los cristianos, es fundamental. Todos somos perdonados por Dios, y aunque no podemos compensar su misericordia, podemos testimoniarla perdonando a otros. Sin perdón, no hay esperanza ni paz. El perdón purifica el odio, cura el rencor y sana las heridas del corazón en la sociedad.
Por último, Francisco dijo que debemos reflexionar sobre si apreciamos el perdón inmenso de Dios y si estamos dispuestos a perdonar a quienes nos han herido. Se nos anima a pensar en alguien que nos ha herido y pedir la fuerza para perdonar por amor al Señor. El perdón nos traerá paz en el corazón.
Viaje a Marsella
Tras sus palabras sobre el evangelio, el Pontífice comentó su próximo viaje a Marsella (Francia): El viernes iré a Marsella para participar en la conclusión de los Rencontres Méditerranéennes, una bonita iniciativa que se desarrolla en diferentes ciudades del Mediterráneo, reuniendo responsables eclesiales y civiles para promover caminos de paz, de colaboración y de integración en torno al mare nostrum, con una atención especial al fenómeno migratorio. Esto representa una desafío no fácil, como vemos también en las crónicas de estos días, pero que debe ser afrontado juntos, en cuanto que es esencial para el futuro de todos, que solo será próspero si se construye sobre la fraternidad, poniendo en el primer puesto la dignidad humana, las personas concretas, sobre todo las más necesitadas. Mientras os pido que acompañéis este viaje con la oración, quisiera dar las gracias a las autoridades civiles y religiosas, y a cuantos están trabajando para preparar el encuentro en Marsella, ciudad rica de pueblos, llamada a ser puerto de esperanza. Ya desde ahora saludo a todos los habitantes, esperando encontrar a muchos queridos hermanos y hermanas.