(InfoCatólica) Se trata del primer encuentro oficial en el Vaticano del Catolicós elegido en 2021, que cae en el 10º aniversario de la visita de su predecesor Baselios Marthoma Paulose II, y en el 40º aniversario de la primera visita a Roma de un Catolicós ortodoxo siro-malankar.
Francisco se refirió a las «divisiones que se han producido en el curso de la historia entre nosotros los cristianos, laceraciones dolorosas infligidas al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia», para indicar el camino a seguir para el futuro, es decir, el de la unidad eucarística con las Iglesias hermanas:
«Si ponemos juntos las manos en estas heridas, podremos acelerar el día tan esperado en el que, con su ayuda, celebraremos el misterio pascual en el mismo altar».
En su discurso, el Papa hizo un recorrido por las últimas décadas en las que se han reavivado los lazos recíprocos: el Concilio Vaticano II, en particular, al que la Iglesia ortodoxa siro malankar envió algunos observadores, inició «el acercamiento de nuestras Iglesias, tras siglos de separación». Siguieron el encuentro entre Pablo VI y Baselios Augen I en Bombay en 1964, la visita de Baselios Marthoma Mathews I a Roma en 1983 y la de Juan Pablo II a la catedral de Mar Elias en Kottayam tres años más tarde. Por último, su «abrazo fraterno» con su predecesor inmediato Baselios Marthoma Paulose II al comienzo de su pontificado en 2013. La audiencia de hoy, 11 de septiembre, es por tanto un nuevo paso en la historia de las relaciones con esta Iglesia cuyos orígenes, señala el Papa, se remontan a la predicación del apóstol Tomás. Sobre su profesión, dice, se funda «nuestra fe común».
«Es esta misma fe la que celebraremos, espero juntos, en el 1700 aniversario del primer Concilio Ecuménico, el Concilio de Nicea. Quiero que lo celebremos todos juntos».
La esperanza de la unidad eucarística se base en tres pilares: la oración que «purifica», la caridad que «une» y el diálogo que «acerca». Sobre todo, el diálogo remite a la institución de la Comisión mixta internacional que condujo a un histórico acuerdo cristológico, publicado en Pentecostés de 1990. Se trata, recuerda Francisco, de una Declaración Conjunta que afirma que las diferencias terminológicas y de énfasis que han surgido a lo largo de la historia pueden coexistir en la misma comunión y no deben dividir, especialmente en el anuncio:
La declaración realizaba una confesión conjunta de fe cristológica, en la que utilizaba la fórmula de Nicea («consustancial al Padre en su divinidad, consustancial a nosotros en su humanidad»), junto con la de Calcedonia respecto a las dos naturalezas: «sin cambio, sin mezcla, sin división y sin separación». A la vez eran mencionadas las diferencias teológicas: «en la formulación de este contenido a lo largo de la historia, han aparecido diferencias de terminología y acentuación. Estamos convencidos de que estas diferencias pueden existir en una misma comunión y, por consiguiente, no pueden o no deberían dividirnos». Estamos pues ante la coexistencia de ambas formulaciones, sin que ninguna de las dos pueda ser impuesta a la otra parte de modo exclusivo y unilateral. El diálogo armenio-católico, al mismo tiempo que se invitaba a la colaboración entre ambas Iglesias, evocaba que «Cristo resucitado se ha “manifestado en medio de nosotros” en la celebración de la divina Liturgia (cf. beso de la paz según la tradición armenia), como Él se manifestaba igualmente en medio de todos por la Diaconía divina de su Iglesia sierva de los hombres»
Desde la Declaración Conjunta, la Comisión se ha reunido en Kerala casi todos los años y «ha dado buenos frutos», señaló el Papa. Uno de ellos son los acuerdos de 2010 sobre el uso común de lugares de culto y cementerios y sobre la posibilidad de que los fieles reciban la unción de los enfermos en una u otra Iglesia. Ante eso, el Papa dijo:
«Bendigo a Dios por el trabajo de esta Comisión, centrada sobre todo en la vida pastoral, porque el ecumenismo pastoral es el camino natural hacia la plena unidad. El ecumenismo tiene siempre un carácter pastoral».
La esperanza, en este sentido, es que «los acuerdos pastorales entre nuestras Iglesias, que comparten la misma herencia apostólica, puedan extenderse y aumentar, especialmente en contextos donde los fieles se encuentran en situaciones de minoría o de diáspora».
Sinodalidad
Por último, Francisco señaló otro «camino importante» a recorrer en el camino hacia la unidad, que es el de la sinodalidad. Dijo estar «encantado» de que un delegado fraterno de la Iglesia ortodoxa siro malankar participe en el próximo Sínodo de octubre: «Podemos aprender mucho de la experiencia sinodal secular de vuestra Iglesia».
Lo cierto es que en el sínodo de la iglesia ortodoxa siro malankar solo participan con voz y voto sus obispos, no sacerdotes y seglares, como ha dispuesto Francisco para el Sínodo sobre sinodalidad.
El Obispo de Roma añadió:
«El movimiento ecuménico está contribuyendo al proceso sinodal en curso de la Iglesia católica, y espero que el proceso sinodal pueda a su vez contribuir al movimiento ecuménico. Sinodalidad y ecumenismo son, de hecho, dos caminos que avanzan juntos, compartiendo el mismo objetivo, el de la comunión, que significa un mejor testimonio de los cristianos «para que el mundo crea». Y no olvidemos -y lo digo a los católicos- que el protagonista del Sínodo es el Espíritu Santo, no nosotros».
Con información de Vatican.news