(Vatican.news/InfoCatólica) «Todo acto de guerra es también una guerra contra la creación, ya que representa una grave amenaza para el entorno natural». Así lo ha subrayado el Patriarca ecuménico de Constantinopla Bartolomé I con motivo de la Jornada de oración por la protección del medio ambiente natural (1 de septiembre de 2023) y del inicio del año eclesiástico. En una perspectiva ecuménica, como es tradición, su labor de sensibilización de este año ha abordado la, según él, estrecha conexión entre la dimensión estrictamente medioambiental y la inherente a los derechos humanos pisoteados por los conflictos.
La guerra en Ucrania es una horrible devastación ecológica
Bartolomé se refiere explícitamente a «la invasión rusa de Ucrania, asociada a una horrible devastación ecológica». El Patriarca señala que «la contaminación de la atmósfera, el agua y la tierra debida a los bombardeos, el riesgo de holocausto nuclear, la emisión de radiaciones peligrosas de las centrales nucleares que producen electricidad, el polvo cancerígeno producido por la explosión de edificios, la destrucción de los bosques y el agotamiento de las tierras cultivables: todo ello atestigua que el pueblo y el ecosistema de Ucrania han sufrido y siguen sufriendo pérdidas incalculables». Y repite enfáticamente: «La guerra debe terminar inmediatamente y debe comenzar un diálogo sincero».
La cuarta generación de derechos, los derechos medioambientales
Bartolomé recuerda que hoy en día se hace cada vez más hincapié en lo que se denomina la expansión ecológica de los derechos humanos. En este sentido, retoma el concepto de una «cuarta generación» de derechos, junto a los derechos individuales y políticos, sociales, culturales y de solidaridad. «La lucha por los derechos humanos no puede ignorar que estos derechos están amenazados por el cambio climático, la escasez de agua potable, de suelo fértil y de aire limpio, pero también por la degradación del medio ambiente en general». De ahí la recomendación de que las consecuencias de la crisis ecológica deben abordarse sobre todo en términos de derechos humanos. «Es evidente que estos derechos – afirma – en todos sus aspectos y dimensiones, constituyen una unidad indivisible y que su tutela es indiscutible».
Juan de Pérgamo: unidad entre el hombre y la creación en la Divina Liturgia
Si bien, el Patriarca se congratula de la repercusión de las iniciativas ecológicas del Patriarcado Ecuménico no sólo entre los cristianos, sino también entre quienes profesan otras religiones, en los despachos parlamentarios y entre los políticos, en el ámbito de la sociedad civil, de la ciencia, de los movimientos ecologistas y juveniles, vuelve a subrayar que «la destrucción del entorno natural afecta sobre todo a los pobres». Ante todos estos desafíos, Bartolomé deja claro que todos los esfuerzos de la Iglesia por crear una conciencia plena en estos ámbitos «no es simplemente una actividad adicional», sino su expresión y realización esenciales como prolongación de la Santa Eucaristía. Y recuerda el precioso legado del pionero de la teología ecológica, el difunto Metropolita Juan de Pérgamo, que escribió: «En la Divina Liturgia, el mundo natural y material, junto con todos los sentidos, participan en una unidad inseparable. No hay antítesis entre sujeto y realidad objetiva, no hay posición conquistadora de la mente humana sobre el mundo circundante. Este mundo no existe en contra, no es objeto del hombre, sino que es asumido y puesto en comunión. La Santa Comunión no es sólo nuestra unión con Dios y con los demás, sino también la asunción del alimento, la aceptación y valoración del entorno natural, la incorporación y no el mero consumo de la materia».