Monseñor Martínez Camino califica de injusta y discriminatoria la sentencia de Estrasburgo contra el crucifijo

"Donde no hay crucifijo no hay distinción entre la Iglesia y el Estado". Cierto, ni tampoco distinción entre Estado y sociedad. Y también por eso mismo el Estado no debe imponerlo, ni imponer tampoco la escuela. La enseñanza es cosa no del Estado, sino de los padres, de la sociedad.
Por eso creo que las críticas a la sentencia sobre el crucifijo no apuntan adecuadamente al blanco.
Cualquier ciudadano tiene derecho a asistir a una escuela en la que no se exhiban signos religiosos, si la encuentra o la crea, y también tiene derecho a asistir a una escuela en que se eshiban. Y el Estado no debe entrometerse en ese asunto.

Un asunto como éste. Pretendiendo que la Media Luna fuere erradicada del simbolismo musulmán.
Habría descabezado- lease degollado- a todo este blasfemo "Ato Tribunal de Estrasburgo".

Pero el Dios de los cristianos,- que no estos- es más pacientemente tolerante con los simbolos de su egolatría masonica que lo son sus babilónicos desagradecidos tribunales.

Hasta que la tolerancia resulte intolerable de ser tolerarada. Claro está.

Es interesante constatar que en los hogares donde se ha sacado el crucifijo tradicional de los dormitorios u otras estancias, se lo ha reemplazado frecuentemente con la fotografía de los miembros de la familia, en el mejor de los casos.
Pues sí, derribamos a Dios para colocarnos nosotros, el nuevo "dios". Como decían los republicanos del '36 : "Ninguna cruz de pie, ningún hombre de rodillas". Y los descendientes ideológicos de esos marxistas están ahora tanto en Estrasburgo como en Madrid, amén de otros relevantes estrados.

Creo que entiendo que puede haber personas a las que les moleste el ver crucifijos en los lugares públicos. Sus razones tendrán, más lúcidas o menos, más respetables o menos. Me quiero suponer que si les molestan las cruces ocrucifijos en los lugares públicos, ni de broma o coña entrarán a una iglesia...
En cualquier caso,creo que el conflicto está alcanzando unas proporciones desproporcionadas: podría aceptarse que en nombre del laicismo en efecto se acabase por quitar la mayoría de crucifijos y signos religiosos cristianos (en general, católicos, para ser más precisos) de los lugares públicos,por tanto no confesionales; sin embargo, pretender quitarlos todo, borrarlos absolutamente del mapa de calles, museos, organismos públicos,etcétera, a mí me parece, con todo respeto y sin ánimo de ofender a nadie, me parece una pasada, una exageración; en definitiva, ahora sí una artimaña de laicismo belicoso y excluyente.
Así que en efecto: cierto que las "cruces, crucifijos y procesiones y demás signos religiosos cristianos mejor llevarlos por dentro,en el interior de cada fiel creyente", sólo que pretender arrasar con todo vestigio de esos signos visibles me parece, insisto, un deseo de agresión, una coartada o estrategia propia de mentalidades que quieren hacer tabla rasa de una identidad cristiana que se ha hecho carne, concreción, cultura.
LUIS ALBERTO HENRIQUEZ LORENZO.