(Vatican.news/InfoCatólica) En su intervención en el primer Foro sobre Libertad Religiosa en el Mundo, el ministro italiano de Asuntos Exteriores, Antonio Tajani, subrayó que «las instituciones nacionales no pueden arrogarse el derecho de imponer o impedir la profesión y la práctica pública de la religión de una persona o una comunidad».
En el Palazzo Chigi de Roma estuvieron presentes, entre otros, el embajador de Pakistán en la República Italiana, Ali Javed; Alessanfro Monteduro, de Ayuda a la Iglesia Necesitada; Valeria Martano, de la Comunidad de Sant'Egidio; Daniela Canclini, miemrbo del Comité Científico de la Cátedra de Evangelización y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Urbaniana; Andrea Benzo, coordinador de Farnesina para el diálogo interreligioso; y Sara Fumagalli, de Umanitaria Padana Onlus.
Davide Dionisi, enviado especial del Ministro de Asuntos Exteriores para la promoción de la libertad religiosa y la protección de las minorías religiosas, promovió el tema de la minoría cristiana en Pakistán.
Los cristianos de Pakistán
Una observación atenta de la vida de las comunidades cristianas en Pakistán revela cómo la base de la marginación hay que buscarla, según Valeria Martano, no sólo en la diferencia religiosa del país musulmán «sino en una combinación de desventaja social y económica de la que los cristianos aún no han podido salir». «De hecho, sólo el 25% de la minoría cristiana del país ha recibido educación básica, mientras que el 75% restante no está escolarizado. La pobreza educativa se traduce en la imposibilidad de acceder a empleos de nivel medio-alto, y por tanto, se convierte en marginación social y económica». «La integración, con programas de educación para la paz y la convivencia, garantiza -continúa- que el fomento de la educación no sea sólo un beneficio individual, sino que repercuta positivamente en todo el tejido social de Pakistán».
Libertad religiosa
«Nos dimos cuenta», dice Daniela Canclini, «de cómo la realidad y los problemas de los más pobres del mundo y los problemas de quienes sufren la falta de libertad religiosa son coincidentes, porque quienes son discriminados por su religión también tienen desventajas económicas y sociales, más aún si son mujeres». A continuación, Canclini recuerda cómo «la libertad religiosa no es un derecho reconocido en las actividades internacionales de desarrollo, y no está incluida en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible». «Todo ello -observa- como si fuera un derecho menor, a pesar de que toca a cientos de millones de personas en el mundo. De hecho, muy pocas organizaciones y personas se ocupan de ello».
La contribución del voluntariado
El proyecto de Umanitaria Padana Onlus, es liberar a algunas jóvenes paquistaníes del trágico destino de muchas niñas cristianas pobres, «forzadas por la pobreza al analfabetismo, el trabajo infantil y la explotación, y expuestas a matrimonios y conversiones forzosas, con abusos que a veces llegan a la violación, la tortura o la muerte».
«A través de ellas», explica Sara Fumagalli, «intentamos favorecer la redención social de las propias familias. Pensemos en el largo encarcelamiento de Asia Bibi, en el martirio de Shahbaz Bhatti o en los ataques a iglesias. Gracias al curso de educación escolar, realizado en colaboración con las Misioneras Oblatas de María Inmaculada, una de nuestras chicas se ha doctorado en Física y ha recibido una propuesta de colaboración de la NASA. Pobre, cristiana y una mujer que creció sin padre en un país como Pakistán, hoy es una científica disputada en el mundo».