(Aica/InfoCatólica) «Yo sufrí mucho en mi infancia por ser tartamudo. Me acuerdo de ello con pena, dolor y frustración. Gracias a Dios, lo superé ya de adulto, reconciliándome con aquellos compañeros de curso y vecinos que se burlaban de mí por una condición que no dependía de mí»: con esta peculiar confesión, comienza la carta pastoral del arzobispo de Concepción (Chile), Mons. Fernando Chomali, quien lanzó una invitación a las comunidades educativas, a los padres y estudiantes vinculados a centros creyentes y no confesionales, a abordar el problema del bullying desde diversas miradas, promoviendo «el respeto, la empatía y el amor al prójimo».
Tal como informó el servicio informativo de la Iglesia en Chile, más allá de su testimonio personal, el propio obispo entiende que el bullying pareciera ser una práctica más habitual de lo que se cree y, por eso, tituló su carta pastoral de esta manera: «Terminar con el bullying es tarea de todos».
«Lamentablemente, a pesar de que hay más conciencia de la dignidad del ser humano y sus derechos, se da en la escuela, se da en el trabajo, se da en la propia familia. Podemos decir que vivimos en una sociedad maltratadora», indicó Chomali.
«A ello se le suma el ciberacoso, que está haciendo estragos en la vida de muchas personas. Algunos alumnos, agobiados por el trato que les daban en el colegio, han llegado hasta el suicidio. Qué maldad, qué dolor, qué impotencia», prosiguió.
«El bullying, bajo todas sus formas y expresiones, es un acto de cobardía, dado que es una agresión de una o más personas hacia el más débil. Se le golpea y también se le humilla. Muchos jóvenes se avergüenzan de ser objeto de esta mala práctica y no lo revelan, lo que hace difícil dimensionar el problema. En lo personal, me costó años contar lo vivido», dice Chomali en el primero de los cuatro puntos de la carta.
En ese sentido, el obispo chileno también entiende que el bullying es un acto de violencia «que muchas veces se realiza a vista y paciencia de los mayores, que de cierta forma se hacen cómplices».
«Quienes lo practican, suelen tener una pobre imagen de sí mismos, muchas veces hasta odio, que lo proyectan en los más débiles, en los que no pueden defenderse», indica. Y finaliza ese punto de la siguiente manera:
«En general, quienes abusan de los demás suelen ser personas, niños, jóvenes y adultos, faltos de amor, de comprensión y de sentirse parte de un proyecto social. Detrás de cada acto de violencia hay una gran desesperanza en cuanto a la posibilidad de salir de las frustraciones presentes. Volver a reconocer a Dios como fuente insustituible de esperanza nos abre un camino promisorio hacia un nuevo trato en la casa, el colegio y la sociedad».
El acosador y una historia detrás
En el segundo y tercer punto de su carta, Chomali pone el foco en quienes practican el bullying, y es ahí donde también aparece la palabra «rebeldía». «Golpeando al otro, al más débil, con palabras y acciones, en definitiva, golpeo a la sociedad que rechazo», esboza el arzobispo.
«Son cada vez más las personas que sienten un gran desprecio por la autoridad, venga de donde venga, lo que hace poco creíble a quienes la ostentan, ya sea en el ámbito familiar, educacional, público, social y religioso. Este fenómeno empobrece la democracia. Muchos padres les temen a sus hijos y muchos profesores les temen a sus alumnos. Hoy, además, se está dando que el personal de salud les teme a los pacientes y a los familiares», dice en otro de los pasajes.
Por otro lado, también recuerda que, «detrás de cada acto de violencia, hay una historia que muchas veces proviene de una familia o un entorno donde faltan cariño, amor, comprensión y ternura».
«También es menester reconocer que generan mucha violencia interior las grandes diferencias sociales que aún persisten en nuestro país. Muchos jóvenes están desencantados de una sociedad que no logra generar las instancias que les permitan mirar el futuro con optimismo», prosigue.
«¿Qué hacer?», se pregunta el arzobispo. Y dice rápidamente: «Sin duda alguna que la Iglesia tiene una gran responsabilidad a la hora de dar respuesta a esta pregunta. Y la respuesta es anunciar la verdad acerca del hombre, revelada por quien es la Verdad, Jesucristo».
«Ocuparse del que acosa a sus compañeros es una medida muy positiva y urgente», añade.
Dios, fundamento de sana convivencia
«Dios es el fundamento de una conciencia recta que percibe con claridad que los conflictos, propios de la vida, se resuelven con el diálogo fecundo, con la entrega generosa de sí, y acogiendo lo mejor del otro», dice en el último punto de la carta pastoral monseñor Chomali, quien también hacer referencia a la importancia de la familia en la formación de las personas.
«No sacamos nada con tener más inspectores, más tribunales, más castigos si no hay un proyecto de país que ayude a que el hombre le encuentre verdadero sentido a la vida y que tenga presente la dimensión trascendente de la existencia humana. Y desde la más tierna infancia», subraya y apunta: «Para ello, potenciar la presencia de Dios en la educación y en la familia es fundamental».
El arzobispo chileno finaliza esta especial carta pastoral, no exenta de toques personales con respecto a su vivencia con respecto al bullying, invitando a la reflexión y a un profundo examen de conciencia referido al trato a los demás.