(Matters India/InfoCatólica) La hermana Mooney llegó a India el 10 de octubre de 1956, un año después de convertirse en miembro del Instituto de la Santísima Virgen María o la congregación de Loreto.
La hermana Mooney «era un alma grande. Era una educadora muy conocida en todo el mundo y estaba muy cercana a la mayoría de los sacerdotes y religiosos, mostrando su cuidado, preocupación, amor y asegurándoles su oración», dice un mensaje del padre Dominic Gomes, vicario general de la archidiócesis de Calcuta. «La extrañaremos», añadió.
La misa fúnebre, dice el padre Gomes, será a las 3 pm del 27 de junio en la Iglesia de San Tomás, Middleton Row, presidida por el arzobispo Thomas D'Souza de Calcuta.
El padre jesuita P. J. Joseph, quien trabajó con la hermana Mooney durante un tiempo hace 30 años, la encontró «verdaderamente sorprendente e inspiradora». Escribiendo en su página de Facebook, el jesuita dijo que escuchó por primera vez su mensaje para la escuela y los escolares: «cada uno enseña a uno».
«Allí presencié a los niños privilegiados enseñando a los desfavorecidos. Ella me dijo muchas veces que al principio no fue fácil. Pero su visión y habilidades administrativas lo hicieron posible. Mi humilde homenaje a una maestra de excelencia. Que Dios le conceda la paz eterna», añadió.
Mini Joseph, una profesora que ha trabajado con la hermana Mooney, asegura que la monja era una institución. «Era muy clara en su enfoque sobre la educación integral de las niñas, hasta el punto de incluir un sentido de servicio comunitario entre las alumnas de Loreto Sealdah, donde era directora», dijo Joseph a Matters India.
Recordó como las alumnas viajaban 20 km cada quince días para enseñar a estudiantes pobres asignaturas como inglés, bengalí, matemáticas, ciencias, ciencias sociales y educación en valores.
Estas «maestras descalzas» preparaban carteles, tarjetas de actividades y ayudaban a educar a «miles de mentes jóvenes que de lo contrario no hubieran tenido ninguna educación», dijo Joseph.
La hermana trabajaba más de 12 horas al día en sus proyectos, incluso después de los 60 años, y «tocaba corazones sin importar la religión, casta, comunidad y género. A través de su trabajo, me enseñó lo que es realmente el liderazgo. Siempre lideraba desde el frente y por eso era fácil seguir su consejo. Fue y seguirá siendo un modelo de gracia, firmeza, eficiencia y poder interno. Una vela que no debe apagarse», agregó.
La hermana Mooney fue directora de la Escuela Diurna de Loreto, donde introdujo un currículo que incluía «trabajo por la justicia» y recibió el Premio Noma 1994 de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). El premio de 15,000 dólares, establecido en 1980 con la ayuda del difunto editor japonés Shoichi Nom, reconoce programas innovadores.
En 2007, ganó el Padma Shri, el cuarto premio civil más alto de India. Seis años después, recibió el Premio de Servicio Distinguido Presidencial de Irlanda.
La hermana Mooney nació el 21 de julio de 1936 en Irlanda, pero vivió y trabajó en India durante 67 años, donde se convirtió en líder a nivel nacional en llevar educación de calidad a niños pobres de la ciudad y de zonas rurales.
La monja, que creía que el trabajo por la justicia no es cosmético sino integral, involucró a la comunidad escolar en programas como el Programa Arco Iris y la enseñanza de niño a niño y de maestro descalzo en zonas rurales.
La escuela de la hermana Mooney albergaba, alimentaba y educaba a casi 250 niños de la calle, además de recibir a otros 100 para clases especiales durante el día escolar.
Estos niños, a quienes ella llamaba «Arco Iris», llegaban con poca o ninguna experiencia escolar o alfabetización. La religiosa los integraba en las aulas regulares. Esto se hacía en las lenguas maternas de los niños, el bengalí o el hindi, pero también integraba a muchos estudiantes Arco Iris en la escuela en inglés, Loreto Day School.
El modelo se implementó con éxito en docenas de otras escuelas en toda India.
Otra innovación fue el Programa de Capacitación de Maestros Descalzos, que brindaba capacitación docente a jóvenes de barrios marginales y aldeas cerca de Kolkata que carecían de los requisitos básicos para ingresar a los colegios de maestros.
La hermana Cyril y su equipo capacitaron a más de 7.000 maestros, quienes a su vez llevaron la educación primaria a más de 350.000 niños de aldeas que no tenían acceso a la educación.
El nombre «Maestros Descalzos» proviene de la filosofía de que no se necesitan zapatos para caminar, solo los pies. A los maestros del programa se les enseñaban habilidades prácticas de enseñanza sin la adición innecesaria e irrelevante de la teoría educativa.
El Proyecto de Escuela Shikshalaya (proyecto escolar), una extensión urbana del Programa de Capacitación de Maestros Descalzos, coordinaba 470 centros de enseñanza en Kolkata. Los maestros de estos centros recibían una capacitación similar en Enseñanza Descalza en la Escuela Loreto de Sealdah antes de regresar a los barrios marginales para enseñar a niños que no tenían acceso previo a la educación.
Otro programa fue el Alcance de Trabajo Infantil Doméstico Oculto, una rama de la Escuela Diurna de Loreto, que combatía el problema de los niños pequeños que eran obligados a trabajar para sus familias u otros empleadores de barrios marginales en lugar de ser enviados a la escuela.
Los estudiantes de Loreto, bajo la guía de la hermana Mooney, buscaban a esos niños y empleadores, y a través de varios métodos intentaban reducir esta tendencia.
Todos los jueves, los estudiantes de Loreto de quinto grado en adelante viajaban a aldeas fuera de Kolkata para enseñar a niños en edad escolar. El programa proporcionaba experiencias de aprendizaje más cercanas al mismo tiempo que introducía a los estudiantes regulares de Loreto a las dificultades de la educación rural. Estas actividades alcanzaban a más de 3.500 estudiantes cada semana.
El Proyecto de Escuela en Campos de Ladrillos se inició en 2008 para llevar la educación a los niños migrantes en las fábricas de ladrillos de Bengala Occidental con una escuela al aire libre. Estos niños viajaban con sus familias durante unos siete meses para trabajar en las fábricas de ladrillos. Cuando regresaban a su aldea en Jharkhand, Bihar, Chhattisgarh, no podían seguir el ritmo de sus estudios y abandonaban la escuela. La escuela en los campos de ladrillos les ayudaba a continuar con su educación básica.
Las monjas alentaban a sus estudiantes a enseñar en aldeas y barrios marginales a partir de los 10 años.
La monja solía decir que «trabajar por la justicia» es una parte integral del currículo que debe hacerse en un momento conveniente. El programa hacía que los niños tomaran conciencia de las necesidades de los demás y les ayudaba a comprender que estaban haciendo algo necesario para la sociedad.