(Aica/InfoCatólica) «Buscador incansable de la verdad, pensador brillante, atento a las necesidades materiales de todos, enamorado de Cristo, cristiano de excepcional racionalidad y de inteligencia inmensa e inquieta», son solamente algunas de las definiciones del Papa sobre el filósofo francés.
Francisco recuerda que, durante toda su vida, Pascal «buscó la verdad» y, con la razón, «rastreó sus signos, especialmente en los campos de las matemáticas, la geometría, la física y la filosofía».
«En un siglo de grandes progresos científicos se mostró como un incansable buscador de la verdad; siempre inquieto, atraído por nuevos y más lejanos horizontes», sostuvo.
El filósofo francés estuvo atento a los problemas sociales. «No se cerró a los demás, ni siquiera en la hora de su última enfermedad», destacó.
El Papa recuerda unas palabras de Pascal que «expresan la etapa final de su camino evangélico»: «Si los médicos dicen la verdad, y Dios permite que me recupere de esta enfermedad, estoy decidido a no tener otro empleo u ocupación durante el resto de mi vida que el servicio a los pobres».
«Es conmovedor -escribe Francisco- que un pensador brillante como Pascal, al final de su vida, no viera otra urgencia más allá de poner sus energías en las obras de misericordia: 'El único objeto de la Escritura es la caridad'».
Con su carta apostólica, el Papa pretende «poner de relieve lo que, en su pensamiento y en su vida, me parece adecuado para estimular a los cristianos de nuestro tiempo y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad en la búsqueda de la verdadera felicidad».
En este sentido, el pontífice consideró que, cuatro siglos después, «Pascal sigue siendo para nosotros el compañero que acompaña nuestra búsqueda de la verdadera felicidad y, según el don de la fe, nuestro humilde y gozoso reconocimiento del Señor muerto y resucitado».
«Habló admirablemente de la condición humana», fundamentó, y prosiguió: «No sólo como especialista en costumbres humanas, sino como hombre que puso a Jesucristo y a la Sagrada Escritura en el centro de su pensamiento. En efecto, había llegado a la certeza de que 'no sólo no conocemos a Dios sino a través de Jesucristo, sino que no nos conocemos a nosotros mismos sino a través de Jesucristo'». «Se trata de una afirmación 'extrema', pero no doctrinal», tal como el Papa aclara en el documento.
Pascal, «hombre de inteligencia prodigiosa», se preocupó de hacer saber a todos que «Dios y la verdad son inseparables», pero también que, «fuera de la perspectiva del amor, no hay verdad que valga».
El Papa está convencido de que «la inteligencia y la fe viva de Pascal, que quiso mostrar que la religión cristiana es 'venerable porque ha conocido bien al hombre', y también 'amable, porque promete el verdadero bien', pueden ayudarnos a avanzar a través de las tinieblas y las desgracias de este mundo».
Pascal «nos recuerda la grandeza de la razón humana y nos invita a utilizarla para descifrar el mundo que nos rodea». Su «espíritu de geometría», ejercicio confiado de la razón natural, «lo hace simpático a todos sus hermanos humanos en busca de la verdad» y «le permitirá reconocer los límites de la propia inteligencia y, al mismo tiempo, abrirse a las razones sobrenaturales de la Revelación».
Texto de Sublimitas et miseria hominis