(ACN/InfoCatólica) Un año después, en una entrevista con la oficina española de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), el padre Emmanuel Faweh, rector del Instituto de San Alberto de la diócesis de Kafanchan, se muestra a favor de su beatificación: «Para mí, como sacerdote católico, no sería mala idea que la Iglesia decidiera abrir una causa de beatificación de quienes perdieron la vida en aquel atentado, pues murieron profesando su fe».
«Murieron mientras adoraban a Dios en su propia casa, así que si la Iglesia abriera un proceso para su beatificación, eso contribuiría en gran medida a fortalecer la fe de quienes la practican en zonas desgarradas por la guerra o en zonas como el norte de Nigeria, donde son perseguidos muchos de quienes se declaran cristianos», dice el padre Faweh.
Los testimonios de los supervivientes de esta masacre, que ACN publicó poco después del trágico suceso, son desgarradores y ponen de manifiesto la extrema violencia y maldad de los terroristas.
El ataque a la parroquia de San Francisco Javier es un episodio más de una larga lista de agresiones contra las vidas y propiedades de los cristianos nigerianos, perpetrados por un conjunto de grupos terroristas islamistas, bandidos armados y miembros de la etnia fulani. Muchos piensan que el objetivo es expulsar a los cristianos de las tierras fértiles del centro de Nigeria e imponer el dominio islámico en los estados del norte, de mayoría musulmana. El hecho de que Ondo esté en Occidente, que no suele ser objeto de estos ataques, es aún más preocupante, porque indica que los terroristas pueden estar ampliando su radio de acción. No obstante, el P. Faweh asegura que si lo que pretendían los terroristas del Domingo de Pentecostés era atemorizar a los cristianos o debilitar su fe, fracasaron.
«Algunas víctimas, que todavía portan cicatrices, las consideran sus ‘insignias de honor’: para ellas, son un recordatorio de que su fe puede superar cualquier ataque por parte de quienes quieren detener la propagación de la fe en Nigeria», dice el padre a ACN, citando como ejemplo el de una víctima que asistió al acto para celebrar la reapertura de la parroquia atacada el Domingo de Pascua de este año. «Mientras tenía lugar la celebración, una de las supervivientes, una enfermera que perdió las dos piernas y un ojo, plena de alegría y gratitud, dijo: ‘He venido con mis cicatrices como insignias de honor, y no hay nada sobre la faz de la tierra que pueda debilitar mi fe’».
«Nosotros recordamos ese atentado terrorista con sentimientos encontrados. Hay un sentimiento de gratitud porque, a pesar de todo, la gente sigue profesando su fe, pero también hay dolor; dolor porque el Gobierno, cuya única responsabilidad es la protección de la vida y la propiedad, no ha procesado a los criminales que perpetraron ese ataque contra gente inocente hace un año», explica el rector del Instituto de San Alberto, quien repite el llamamiento lanzado ya por otros líderes de la Iglesia para que las autoridades lleven por fin a los agresores ante la justicia.
La justicia, en este caso y en muchos otros, tarda en llegar, pero la comunidad cristiana alberga alguna esperanza de que con el nuevo Gobierno, que juró el cargo el 29 de mayo, cambien las cosas. «Rezamos y esperamos que el actual Gobierno sea capaz de consolidar la lucha contra el terrorismo iniciada por gobiernos anteriores. Esperamos que este Gobierno tenga la voluntad de señalar a quienes financian a estos terroristas y de perseguirlos, para disuadir a quienes se lucran con los conflictos y atentados terroristas que se vienen produciendo en este país», añade.
Mientras tanto, dice el padre Faweh a ACN, «seguiremos esperanzados y centrados, y nada nos va a disuadir de adorar a nuestro Dios en verdad y en espíritu».