(CNA/InfoCatólica) El Papa Francisco aprobó el sábado la beatificación de un joven sacerdote italiano martirizado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, y avanzó en las causas de beatificación de otros ocho hombres y mujeres.
Al padre Giuseppe Beotti le faltaba un mes para cumplir 32 años cuando fue fusilado por los alemanes tras negarse a abandonar su parroquia a pesar de las amenazas que pesaban sobre su vida. «Mientras haya un alma a la que cuidar, me quedo en mi sitio».
Beotti nació en 1912 en un pequeño pueblo al sur de Nápoles. Tres años más tarde, su padre, un trabajador agrícola, se vio obligado a abandonar a su mujer y sus cinco hijos para luchar en la Primera Guerra Mundial.
De joven, Beotti se sintió llamado al sacerdocio y, a pesar de la falta de recursos económicos de su familia, consiguió ir al seminario en el norte de Italia.
Fue ordenado sacerdote en 1938, a los 25 años, y dos años más tarde se convirtió en párroco de la iglesia parroquial de Sidolo, una pequeña ciudad de los Apeninos, en el noroeste de Italia.
Como sacerdote, Beotti siempre regalaba a los pobres el dinero y la ropa que le sobraban. Durante la Segunda Guerra Mundial, también abrió su casa a cualquiera que lo necesitara, incluidos judíos, soldados heridos y partisanos.
En el verano de 1944, Sidolo fue escenario de la Operación Wallenstein, una serie de redadas de partisanos por parte de las fuerzas nazi-fascistas. Beotti fue asesinado el 20 de julio de 1944, junto con otro sacerdote y otras seis personas.
Murió mientras sostenía su breviario y se persignaba.
Aprobación a otras beatificaciones
El Papa también dio su aprobación el 20 de mayo a las causas de beatificación de ocho siervos de Dios, entre ellos Lorena D'Alessandro, de 16 años, que murió de un tumor pulmonar con metástasis en Roma, Italia, en 1981.
D'Alessandro quedó inválida a los 12 años, cuando le amputaron la pierna izquierda tras dos años de lucha contra un tumor en la tibia. Participó activamente en su parroquia y fue catequista de jóvenes en su adolescencia. Le gustaba cantar y tocar la guitarra en misa y tenía una fuerte espiritualidad.
En el verano de 1980, D'Alessandro peregrinó al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes con otros catequistas de Roma. Allí, mientras rezaba, recibió el mensaje de que pronto moriría. Escribió un testamento espiritual en el que se despedía de su familia y daba indicaciones para su funeral.
En enero de 1981 le diagnosticaron un cáncer de pulmón y le dieron tres meses de vida. Murió el 3 de abril de 1981.
María Cristina Ogier es otra laica que fue declarada venerable por el Papa Francisco el sábado. Ogier nació en Florencia, Italia, en 1955.
A los cuatro años le diagnosticaron un tumor cerebral. A pesar de su enfermedad de casi toda la vida, Ogier se dedicó a ayudar a los enfermos.
En la década de 1970, cuando era adolescente, se sintió llamada a participar en los encarnizados debates que se estaban produciendo en Italia sobre el aborto. Junto con su padre, jefe de obstetricia y ginecología de un hospital local, organizaron charlas en apoyo de la vida por nacer.
Estas reuniones se convirtieron más tarde en el origen del primer Centro de «Ayuda a la Vida» de Italia, en 1978, que fue la inspiración de la organización nacional provida Movimiento por la Vida.
Ogieri murió en Roma en 1974, a la edad de 19 años.
El seminarista brasileño Guido Vidal França Schäffer es el tercer laico que ha dado un paso adelante en el camino hacia la beatificación.
Schäffer fue durante toda su vida miembro del movimiento carismático católico Rinnovamento nello Spirito Santo. Aprovechaba su afición al surf para entablar amistad con otros jóvenes y compartir con ellos el Evangelio.
Se había graduado como médico especializado en medicina general cuando sintió la llamada a ser sacerdote. Comenzó los estudios del seminario a los 28 años, mientras seguía prestando sus servicios como médico voluntario en una clínica médica.
El 1 de mayo de 2009, aproximadamente un año antes de que el joven de 34 años esperara ser ordenado sacerdote, se golpeó la cabeza y murió ahogado mientras practicaba surf en la costa de Brasil, no lejos de Río de Janeiro.
Los sacerdotes y religiosas que a partir de ahora serán llamados «venerables» por la Iglesia son: El padre Simon Mpeke, también llamado Baba Simon, sacerdote camerunés (1906-1975); el padre Pedro Díez Gil, sacerdote español de la Orden de Clérigos Pobres Regulares de la Madre de Dios de las Escuelas Pías (1913-1983); la hermana italiana Edda Roda, de las Capuchinas de la Madre Rubatto (1940-1996); y la hermana brasileña Tereza Margarida do Coração de Maria, monja de clausura de la Orden de las Carmelitas Descalzas (1915-2005).