(RV/InfoCatólica) “Aprovecho esta ocasión –ha reiterado el Santo Padre- para expresar mi agradecimiento, no sólo por los meticulosos estudios que han contextualizado históricamente la condena de Galileo, sino también por los esfuerzos realizados a través del diálogo y la reflexión sobre la complementariedad de la fe y de la razón al servicio de una comprensión integral del hombre y su lugar en el universo”.
El Santo Padre ha querido agradecer de forma especial al personal del Observatorio, y a los amigos y benefactores de la Fundación del Observatorio Vaticano, sus esfuerzos en la promoción de la investigación, y las oportunidades de educación y diálogo entre la Iglesia y el mundo científico.
Y en este sentido se ha preguntado sobre quién pude negar que la responsabilidad hacia el futuro de la humanidad y el respeto de la naturaleza, hoy más que nunca, requiere la observación atenta, el juicio crítico, la paciencia y la disciplina, esenciales para el método científico moderno. Señalando que “al mismo tiempo, los grandes científicos de la era de los descubrimientos nos recuerdan también que el verdadero conocimiento se dirige siempre hacia la sabiduría, y lejos de restringir el horizonte de la mente, nos invita a levantar nuestra mirada hacia el elevando reino del espíritu”.
Además de afirmar que la moderna cosmología nos ha demostrado que ni nosotros, ni la Tierra, son el centro de nuestro universo, formado por millones de galaxias, cada una de ellas compuestas por miríadas de estrellas y planetas, el Papa se ha interrogado sobre cómo responder al desafío de este año de redescubrir nuestro lugar en el universo. En este sentido Benedicto XVI ha expresado su esperanza en que los frutos de este año internacional de la astronomía conduzcan de la contemplación de las maravillas de la creación hasta la contemplación del Creador: “En Cristo, el nuevo Adán, -ha finalizado- reconocemos el centro verdadero del universo y de toda la historia, y en él, el Logos encarnado, vemos la medida más completa de nuestra grandeza como seres humanos, dotados de razón y llamados a un destino eterno”.