(KathPress/InfoCatólica) El Patriarca Bartolomé I, en su mensaje de Pascua, llama a todos los creyentes a dar testimonio de la fe cristiana en la resurrección frente a una cultura que rechaza la trascendencia y, por tanto, «reduce de muchas maneras la identidad espiritual de la existencia humana».
«En Cristo sabemos y experimentamos que la vida presente no es toda nuestra vida, que la muerte biológica no es el final ni la aniquilación de nuestra existencia», escribe el jefe honorario de la Ortodoxia mundial. Los límites biológicos de la vida no definen su verdadero sentido.
La visión de la vida como un inevitable «camino hacia la muerte» conduce a la desesperanza existencial, advierte el patriarca, «a la desesperación y al nihilismo, a la indiferencia ante las cosas esenciales de la vida».
Según el Patriarca Bartolomé, la ciencia, la economía y el progreso social son incapaces de ofrecer soluciones o salidas reales.
Contrariamente a lo que a menudo se afirma falsamente, la Iglesia nunca ha negado la realidad del dolor y de la muerte. Nunca ha considerado incompatible con su misión la lucha por un mundo más justo. Pero la Iglesia siempre ha sido plenamente consciente «de que el dolor y la cruz no son la realidad última».
La quinta esencia experiencial de la vida cristiana es la certeza completa «de que, por la cruz, por la 'puerta estrecha', somos conducidos a la resurrección».
En la Iglesia ortodoxa, la Pascua se celebra hoy domingo 16 de abril. La fecha de la Pascua ortodoxa, que difiere de la de la Iglesia occidental, se debe a diferentes métodos de cálculo. Por ejemplo, las Iglesias orientales determinan la fecha de Pascua según el antiguo calendario juliano y según un método diferente al de las Iglesias occidentales, que siguen la reforma del calendario gregoriano del siglo XVI. Por ello, las fechas de Pascua pueden distar hasta cinco semanas entre sí. En 2025 volverá a haber una fecha de Pascua común.