(ACN/InfoCatólica) «Los fulanis entraron en un campo de desplazados internos para matar a estas almas inocentes. Al menos 35 muertos e innumerables heridos. Los campamentos de desplazados internos cercanos están ahora todos desorganizados», dijo el padre Remigius, en su mensaje a ACN.
«Ha sido un Viernes Santo negro para nosotros», concluyó el sacerdote, que también envió fotografías, algunas demasiado gráficas para publicarlas, de los cadáveres recogidos en la morgue local.
La diócesis de Makurdi está situada en el estado de Benue, en el Cinturón Medio de Nigeria, que ha sufrido enormemente la violencia ejercida por los pastores fulani contra los agricultores. El conflicto es complejo. La animadversión entre pastores nómadas y agricultores es antigua, pero se ha agravado en los últimos años con la introducción de armas automáticas que inundaron el mercado negro tras la caída del régimen de Gadafi en Libia. La situación se ha visto agravada por una dimensión religiosa, ya que la mayoría de los fulani son musulmanes y la mayoría de los agricultores de la región son cristianos, y se teme que la violencia fulani esté siendo avivada por quienes quieren limpiar la zona de la presencia cristiana.
Según una declaración de la Fundación para la Justicia, el Desarrollo y la Paz, enviada también a ACN por el padre Remigius, la masacre se produjo en las proximidades del pueblo de Ngban, cuando los pastores fulani asediaron la escuela primaria local.
«El local es bien conocido y se utiliza como refugio para personas de asentamientos vecinos como Udei, que de vez en cuando acuden a la escuela para dormir debido al miedo y la inseguridad en sus aldeas. Junto a la escuela está la casa de Zaki Bernard Shawa, que también perdió a dos hijos en el ataque, mientras que frente a la escuela está la autopista Makurdi-Lafia con un puesto de control policial». Según el P. Remigius, los pastores también destruyeron propiedades, incluidos vehículos y productos agrícolas.
Sólo en la diócesis de Makurdi hay dos millones de desplazados internos, repartidos en siete campamentos. Muchos de ellos son cristianos. El padre Remigius recuerda que todas estas personas que han tenido que abandonar sus hogares solían ser autosuficientes, pero ahora dependen de limosnas para sobrevivir. Los campamentos también carecen de equipamiento básico, como camas, y la gran mayoría de los desplazados internos tienen que dormir en el suelo.
Además de los ataques de los fulani, los cristianos nigerianos -y la población en general- también han sufrido otros problemas, como la actividad de grupos terroristas islámicos como Boko Haram y la rama del Estado Islámico – Provincia de África Occidental, así como un aumento de la delincuencia, incluida una industria del secuestro. Los cristianos de algunos estados del norte del país, de mayoría musulmana, también tienen que vivir bajo la sharia o ley islámica y carecen de libertad religiosa básica.