(Arch. de Toledo/InfoCatólica) El Arzobispo de Toledo y Primado de España, Mons. Francisco Cerro Chaves, presidió la Misa Crismal en la Catedral Primada. Junto a él han concelebrado el obispo auxiliar, Mons. Francisco César García Magán; igualmente el arzobispo emérito de Toledo, Mons. Braulio Rodríguez Plaza y el obispo emérito de Segovia, Mons. Ángel Rubio Castro. Más de 200 sacerdotes han participado en esta concelebración, celebrada en Altar Mayor del Templo Primado.
En el transcurso de la ceremonia, ante el Arzobispo, los presbíteros renovaron las promesas realizadas en el día de la ordenación sacerdotal. Igualmente, Mons. Francisco Cerro ha consagrado el Santo Crisma y ha bendecido el óleo de los catecúmenos y el de los enfermos. Para el crisma se ha utilizado el aceite que los confirmandos de la Archidiócesis de Toledo entregaban al Arzobispo en el encuentro mantenido con ellos el pasado 18 de marzo en Talavera de la Reina.
Al comienzo de la homilía, don Francisco Cerro ha agradecido la presencia de todos los sacerdotes congregados: «Me llena el corazón de alegría y gozo poder veros llegados desde las distintas vicarías, desde vuestros respectivos lugares y desde la experiencia de alegría y de gozo, de tanto recibido».
«Gracias por vuestra entrega, por vuestra generosidad, por hacer una labor tan inmensamente entregada porque lo compruebo día a día» ha dicho el Primado.
Carta Pastoral «Si no te lavo, no tienes parte conmigo»
Mons. Cerro ha invitado a leer la última carta pastoral preparada con motivo de la celebración litúrgica del Jueves Santo y cuyo título es «Si no te lavo, no tienes parte conmigo».
El Primado recuerda la peregrinación sacerdotal, realizada con «un grupo de treinta sacerdotes jóvenes de nuestra archidiócesis» el pasado mes de febrero y en la que pudieron visitar el Cenáculo, el lugar que la tradición recuerda como el sitio en que Jesús celebró la última Pascua con sus apóstoles.
«Allí pusimos a todos los sacerdotes desalentados, a los que sufren por diversas causas, a los perseguidos, a los que viven especialmente el misterio de la cruz» ha indicado el Arzobispo de Toledo.
Vivir la vida sacerdotal en el Cenáculo: tres pautas
Don Francisco ha subrayado ante los presbíteros: «Cuando uno está unido a Jesucristo, acaba uno muriendo con él y resucitando con Él».
El Arzobispo ha invitado a todos los sacerdotes a «iniciar esta peregrinación» con motivo de la Semana Santa, indicándoles: «El Señor necesita nuestras manos».
Sirviéndose de la carta pastoral «Si no te lavo, no tienes parte conmigo» , se ha dirigido a los sacerdotes con las tres pautas que él mismo presenta en la carta.
La primera de ellas es «dejarse hacer por el Señor» y por ello ha exhortado al clero diocesano: «Dejaos moldear por la Eucaristía en el Cenáculo», pidiendo que «el corazón vivo de Jesús sea vuestro gozo y vuestra alegría». De ahí que la virtud de la esperanza, en palabras de Mons. Cerro, es clave para esta vivencia: «No podemos vivir nuestro sacerdocio en blanco y negro, hay que vivirlo en el color esperanza».
Para rememorar el día de la ordenación sacerdotal, el Arzobispo de Toledo ha indicado que es «en la oración diaria, en la Eucaristía donde uno renueva cada día y estrena su vocación»; subrayando igualmente que «cuando nos falta la oración, nos pueden los problemas».
La segunda clave que Mons. Cerro ha utilizado es «dejarse perdonar por el Señor». Por ello ha adelantado dos posibles momentos importantes para el próximo curso pastoral, que estará dedicado a la vida sacerdotal, uno de ellos centrado en el sacramento de la Penitencia y otro en la Eucaristía, celebrando un Congreso Eucarístico Diocesano.
En este sentido, don Francisco ha aconsejado «vivir siempre la experiencia continua de ser una persona que perdona» porque «quien no perdona no es capaz de vivir con un corazón limpio y libre».
La tercera de las pautas ofrecida por el Arzobispo de Toledo ha sido «dejarse acompañar por la Iglesia», subrayando la necesidad del acompañamiento espiritual en la vida de los sacerdotes y aconsejando vivamente: «Dejaos acompañar por la Iglesia a la que hemos de amar».
En este sentido ha abogado por la unidad en la Iglesia, exhortando vivamente: «La Iglesia quiere unidad, no uniformidad. Puede haber distintas sensibilidades, pero no distinta fe».
«Cuando uno se deja acompañar por la Iglesia, nuestra vida se transforma » afirmaba don Francisco Cerro.
Concluía invitando, a todos, a vivir este Triduo Pascual con Jesucristo, muerto y resucitado, Sumo y Eterno Sacerdote.