(Fides/InfoCatólica) El sacerdote describe lo que ha vivido:
«Han sido momentos muy dolorosos. Siete hombres armados me sacaron del vehículo en el que estaba. Me vendaron los ojos y me ataron las manos con cordones de zapatos para llevarme al lugar del encierro. Éramos 30 personas divididas en dos habitaciones pequeñas. Había dos camas para 10 personas. Los demás rehenes tuvieron que conformarse con trozos de cartón colocados en el suelo. Una hora después del secuestro, el jefe de la banda armada me pidió que llamara a casa para anunciar mi secuestro. Las condiciones eran muy precarias, nos daban de comer una vez al día, no teníamos agua potable, ni retretes... hacíamos nuestras necesidades en un agujero».
Al preguntar al padre Médidor cómo se siente tras su liberación y si ha tenido ocasión de reunirse con alguna persona responde:
«Me siento bien moral y físicamente. He podido reunirme con mucha gente, con mi familia, mis amigos y, sobre todo, con los fieles de mi parroquia de Christ-Roi le Meilleur, en Puerto Príncipe».
«Para mí ha sido una experiencia más en mi camino espiritual - añade el padre Médidor -. Mi relación con Dios se ha fortalecido. He podido estrechar lazos con un pastor evangélico que estaba secuestrado conmigo. Por desgracia, aún no ha sido liberado. Rezábamos juntos, incluso con otros presos como nosotros. En las celdas también había detenidas personas pertenecientes a pandillas».
El padre Médidor continúa explicándonos cómo ha vivido emocionalmente esos días:
«No tenía miedo de morir, estaba seguro de que Dios no me abandonaría. Simplemente esperaba el día y la hora de mi liberación. Me preocupaban más mis familiares y mi familia religiosa, que no sabían cómo estaba y que llevaban mucho tiempo presionados por los bandidos».
«He podido sentir el poder de la oración en esos momentos difíciles - afirma el misionero para concluir -. Nunca me he sentido solo. Nunca me he desanimado. Hay mucha gente aún en manos de los secuestradores. Algunos llevan allí más de un mes. Me considero afortunada por haber estado prisionero sólo doce días. En nuestras oraciones diarias, pensamos en todas las personas detenidas contra su voluntad. Algunas de ellas están enfermas y frágiles. Que Dios vele por ellos».
El misionero, por razones de seguridad, no regresará a la parroquia de inmediato, y ha sido sometido a controles médicos. Ayer, 28 de marzo, también pudo asistir al funeral del padre Jacques Beaudry, el último clérigo canadiense de San Viator presente en Haití.