(Portaluz/InfoCatólica) La razón es que una oyente de su programa «Sexto Continente» (emitido por Radio María España con periodicidad semanal) escribió al prelado tras haber asistido a un retiro donde «se realizaban oraciones para la sanación de nuestro árbol genealógico», algo que la dejó turbada y confundida, aunque otras personas quedaron confortadas. Por ello mostraba su «deseo de aclarar o discernir» el asunto.
En qué consiste y de dónde viene
Monseñor Munilla explica que no es la primera vez que le preguntan sobre ello, por lo que cree necesario hacer un comentario detallado acerca de «la sanación del árbol genealógico que se está haciendo en algunos retiros llevados a cabo por sacerdotes o laicos del ámbito católico», aunque «esto también se hace en otros ámbitos que no son de la Iglesia Católica». Porque, en realidad, se trata de una práctica que «ha nacido más en el mundo protestante», puntualiza.
La conocida como 'sanación del árbol genealógico', según detalla el obispo español, «se basa en la convicción de que los pecados de los antepasados tienen un impacto en la vida de sus familiares en la actualidad». Algo que puede tener consecuencias espirituales, psíquicas y hasta físicas. Por ejemplo, dijo, «esta influencia puede expresarse en forma de alguna enfermedad. Y también puede causar problemas en el campo de la psique, fracasos en el matrimonio, en la vida familiar».
«Es como si estuviésemos cargando el pecado heredado de los antepasados, según los partidarios de esta teoría». Explicando esa forma de razonar errada, monseñor Munilla comenta cómo dicha convicción trae consigo el deseo de liberar a la persona mediante la práctica de «una oración, una eucaristía, un curso, a veces exorcismos, etc.».
La Iglesia ya ha hablado
Frente a lo que algunos puedan pensar, el obispo de Orihuela-Alicante afirma: «voy a decir claramente que la Iglesia Católica sobre esto ha discernido algo». Y se refiere a dos pronunciamientos concretos: una declaración de la Conferencia Episcopal Polaca y otra de la Conferencia Episcopal Francesa.
«Claramente, las dos son contrarias a este tipo de prácticas o este tipo de creencias que, como digo, no han nacido en el contexto de la Iglesia Católica, sino que nacieron a principios del siglo XX en el mundo protestante, y poco a poco han ido entrando en algunos retiros católicos», advierte monseñor Munilla.
En resumen, los dos posicionamientos de las conferencias episcopales citadas establecen la postura católica así: «no existen esos pecados intergeneracionales, no existen. El único pecado que se transmite por generación es el pecado original, el único. Y el pecado es un acto libre, personal, en el que se transgrede la ley divina». No es más que aplicar entonces, la doctrina de la Iglesia a este asunto en particular.
A continuación, el obispo lee un fragmento de la declaración de los obispos polacos: «La reencarnación del pecado o la propia propagación del pecado a las generaciones sucesivas, enseñada por los seguidores de esta curación intergeneracional, no tiene justificación ni en las Escrituras, ni en la Tradición, ni en la enseñanza de la Iglesia. Este tipo de ideas infundadas son muy peligrosas para la vida espiritual de los fieles y la doctrina de la Iglesia misma».
¿Acaso la revelación no está completa?
«O sea que, como veis, es un pronunciamiento contundente. A ver, esto no tiene, no ha tenido lugar ni en las Escrituras ni en la Tradición ni en la enseñanza de la Iglesia. Entonces, cuando alguien de repente sale con una cosa como ésta, que uno ve que no está presente ni la Sagrada Escritura, ni la Tradición, ni los Padres de la Iglesia. ¡Cuidado!», señala monseñor Munilla.
Y el razonamiento teológico es claro: «¿cómo es posible que una cosa como ésta, que afecta completamente a tu santidad, no estuviese presente en la revelación, en la revelación de Jesucristo? Pues entonces es que la revelación de Jesucristo fue incompleta, ya que no nos dio la plenitud de los medios para la santificación», en el caso de que fuera verdad lo dicho por los partidarios de la sanación intergeneracional.
Sus daños psicológicos
«Entonces, solamente por este argumento ya es motivo de rechazarlo. Todas las llamadas misas u oraciones para sanar el árbol genealógico, tenemos sencillamente que rechazarlas», insiste. «Primero, porque a nivel psicológico, la oración de sanación del árbol genealógico lleva a la persona a buscar las razones de su sufrimiento fuera de sí mismo, y se está equivocando».
En efecto: esta práctica distrae sobre el verdadero origen de sus problemas, lo que «dificulta mucho que haya un verdadero proceso de ayuda a una persona que está sufriendo, que está mal, que está con heridas, porque estás apuntando equivocadamente». Así resume monseñor Munilla cómo puede ser el falso razonamiento: «es que tuve un tatarabuelo que cometió tal pecado y eso yo lo estoy heredando». Inaceptable a todas luces.
Y entonces el prelado alicantino remite al episodio evangélico de la curación del ciego de nacimiento (Jn 9, que se leyó justamente el día anterior, IV domingo de Cuaresma), cuando los discípulos le preguntaron a Jesús: «Maestro, ¿quién pecó: este o sus padres, para que naciera ciego?». Y el Señor les contestó:«Ni éste pecó ni sus padres»».
Monseñor Munilla lo repite, para que quede claro: «por lo tanto, las misas, las celebraciones que se celebran con esa intención sanadora del árbol genealógico, representan un peligro, un peligro psicológico para los fieles que se entregan a esa falsa creencia».
Sus daños religiosos
Pero los riesgos para las personas no se quedan en el nivel psicológico. «A nivel teológico, estas misas o estas oraciones o lo que fuere, desvían la caridad que debíamos tener hacia los seres difuntos, porque lo que habría que hacer es rezar por la por las almas del purgatorio, para que el Señor purifique las manchas que el pecado ha podido tener en nuestros antepasados».
Porque lo que un católico debe hacer en este ámbito no es otra cosa que «orar por la paz, por el eterno descanso de nuestros antepasados, para que se complete la purificación». Mientras que, si se cae en la práctica de la sanación del árbol genealógico, «en vez de centrarnos en eso [la oración por los difuntos], nos estamos centrando en lo que a mí me afecta del pecado que ellos hicieron. Estamos desbarrando, vamos», reiteró monseñor Munilla.
Ciertamente, aquí se encuentra la cuestión religiosa fundamental: esta novedosa práctica que se ha puesto de moda -continuó enseñando Monseñor Munilla- «es como un desviar lo que ha sido la tradición católica de orar por los difuntos y por las almas del purgatorio. Desviarlo en un plan, digamos, narcisista: en lo que me afecta a mí, en lo que te afecta a ti».
«Lo que hay que hacer es rezar por las almas del purgatorio, que lo pueden necesitar. ¿Pero a ti qué te va a afectar lo de ellos? Tú céntrate en lo tuyo», explica. Y añade: «los fundamentos teológicos en los que se basa la práctica de estas oraciones o de estas misas de sanación del árbol genealógico son totalmente falsos en cuanto a que son invenciones recientes que no se encuentran ni en las Sagradas Escrituras, ni los escritos de los Santos Padres, ni el Magisterio de la Iglesia».
Algo más amplio: el peligro del iluminismo
Tras reconocer que su respuesta «es fuerte y contundente», el obispo presentador del programa «Sexto Continente» hace unas reflexiones conclusivas sobre la existencia actual en la Iglesia Católica de «una tendencia al iluminismo, con la que hay que tener mucho cuidado». Porque, si bien «el mayor peligro que tenemos hoy es el del secularismo», también hay un riesgo de caer en el extremo contrario.
Y lo explica: «el secularismo, en el fondo, rechaza la revelación de Dios, que Dios se haya revelado o manifestado. Pero al iluminismo, por el lado contrario, le parece insuficiente. La revelación de Jesucristo, que está custodiada por la Iglesia Católica, le resulta insuficiente, y busca y busca más efectos especiales».
¿Cuál es la respuesta que da monseñor Munilla? «Ni secularismo, ni iluminismo, sino que nos quedemos con la revelación de la Iglesia y no busquemos fenómenos extraordinarios, auto-atribución de carismas que tal persona tiene, que lee la conciencia, el otro tiene mensajes divinos que te transmite, el otro no sé qué…».
«A ver, por Dios, que tenemos una tendencia que verdaderamente es una muestra de nuestro desbordamiento, y esto puede ser un caldo de cultivo para personas con ciertos desequilibrios, angustiadas, ansiosas, o también puede ser un caldo de cultivo para quien es tentado de engreimiento, de presunción, y aparece delante de los demás como que tiene una especie de atribuciones especiales, o una capacidad de sanación de otro».
Unas advertencias muy actuales de D. José Ignacio Munilla para tiempos de confusión, y una llamada al discernimiento, porque no todo lo que parezca sobrenatural viene necesariamente de Dios. La experiencia muestra cómo hay farsantes que se aprovechan de la fe –y de la credulidad y falta de formación– de los demás, además de individuos con trastornos de la personalidad y, en ocasiones, de gente a través de la cual puede llegar a operar el diablo para confundir a los creyentes.