(CNAd/InfoCatólica) San Juan Pablo II dejó bien claro en Ordinatio sacerdotalis que la cuestión de la ordenación de mujeres ha sido zanjada definitivamente por el Magisterio de la Iglesia. Lo hizo con las siguientes palabras:
4. Si bien la doctrina sobre la ordenación sacerdotal, reservada sólo a los hombres, sea conservada por la Tradición constante y universal de la Iglesia, y sea enseñada firmemente por el Magisterio en los documentos más recientes, no obstante, en nuestro tiempo y en diversos lugares se la considera discutible, o incluso se atribuye un valor meramente disciplinar a la decisión de la Iglesia de no admitir a las mujeres a tal ordenación.
Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia.
A pesar de la claridad de las palabras de San Juan Pablo II, todavía hubo quien planteó dudas sobre el carácter definitivo de esta doctrina. La Congregación para la Doctrina de la Fe volvió a confirmar la fe católica sobre esta materia:
Congregación para la Doctrina de la Fe. Respuesta a la duda propuesta sobre la doctrina de la Carta Apostólica "Ordinatio sacerdotalis"
Pregunta: Si la doctrina que debe mantenerse de manera definitiva, según la cual la Iglesia no tiene facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres propuesta en la Carta Apostólica Ordinatio sacerdotalis, se ha de entender como perteneciente al depósito de la fe.
Respuesta: Sí.
Esta doctrina exige un asentimiento definitivo, puesto que, basada en la Palabra de Dios escrita y constantemente conservada y aplicada en la Tradición de la Iglesia desde el principio, ha sido propuesta infaliblemente por el Magisterio ordinario y universal (cf. Lumen gentium, 25,2). Por consiguiente, en las presentes circunstancias, el Sumo Pontífice, al ejercer su ministerio de confirmar en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22,32), ha propuesto la misma doctrina con una declaración formal, afirmando explícitamente lo que siempre, en todas partes y por todos los fieles se debe mantener, en cuanto perteneciente al depósito de la fe.El Sumo Pontífice Juan Pablo II, durante la Audiencia concedida al infrascrito Cardenal Prefecto, ha aprobado la presente Respuesta, decidida en la Reunión ordinaria de esta Congregación, y ha ordenado su publicación.
Roma, en la sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el 28 de octubre de 1995, en la fiesta de los Santos Simón y Judas.
Joseph Card. Ratzinger
Prefecto
Tarcisio Bertone
Arzobispo emérito de Vercelli
Secretario
El ministerio ordenado en la Iglesia consta del diaconado, el sacerdocio y el episcopado, pero se considera como un único ministerio ordenado. Por lo tanto, la apertura del diaconado a las mujeres significaría que también podría haber sacerdotes y obispos femeninos. El obispo de Ratisbona, Rudolf Voderholzer, señaló esto en su contribución: «La apertura de un único ordo al diaconado sólo puede ser considerada como un intento - y de hecho no se niega - de ser el primer paso hacia la apertura de todos los oficios», dijo Voderholzer, «porque la limitación al diaconado sería realmente una discriminación».
Al mismo tiempo, el obispo enfatizó: «El diaconado de la mujer quedaría muy por detrás de lo que las mujeres tienen en la iglesia en términos de oportunidades de participación, por ejemplo como abadesa, superiora general, profesora de teología, directora de escuela, profesora de religión, referente pastoral, referente comunitario, y así sucesivamente. Sin mencionar a las muchas mujeres y madres voluntarias que son esenciales para la vida de la iglesia».
Por otro lado, el obispo Gebhard Fürst de Rottenburg Stuttgart dijo:
«Creo que la introducción de este diaconado para mujeres ya era necesario hace mucho tiempo. Quiero recordar que la Sínodo de Würzburg ya envió un voto en esta dirección a Roma hace décadas».
El cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Múnich y Freising, dijo que durante las décadas de su vida sacerdotal, «ha notado que los argumentos en contra de la admisión de mujeres al cargo se vuelven cada vez más débiles, más artificiales, más forzados». Por lo tanto, «creo que es importante que demos este paso».
Al final, de los 58 obispos, diez votaron en contra del texto «Mujeres en los sacramentos - perspectivas para la conversación mundial», mientras que otros seis se abstuvieron. En la asamblea sinodal en general, el documento fue aprobado con más del 93 por ciento de los votos, incluyendo las abstenciones y las no emitidas.