Francisco: vemos en Cristo «la belleza luminosa del amor que se entrega»

«Incluso cuando lleva las marcas de la Cruz»

Francisco: vemos en Cristo «la belleza luminosa del amor que se entrega»

El papa Francisco reflexionó en el Ángelus del segundo domingo de Cuaresma sobre el relato evangélico de la Transfiguración, que «nos enseña la importancia de estar con Jesús». «Estando con Él, de hecho, aprendemos a reconocer, en su rostro, la belleza luminosa del amor que se entrega, incluso cuando lleva las marcas de la Cruz», afirmó.

(Aica/InfoCatólica) El Pontífice preguntó ayer a cientos de peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro «en qué consiste la belleza como Hijo de Dios con la que Jesús se revela en el monte, junto a Pedro, Santiago y Juan, o qué ven los discípulos».

En esa línea, señaló que los discípulos no ven ningún «efecto espectacular» sino que «ven la luz de la santidad de Dios brillando en el rostro y en los vestidos de Jesús, imagen perfecta del Padre». «Dios es amor, y así los discípulos han visto con sus propios ojos la belleza y el esplendor del amor divino encarnado en Cristo. Un anticipo del paraíso».

Cristo, luz que ilumina el camino

El Papa expresó que cuando ocurre la transfiguración, Jesús está formando a los discípulos con esta experiencia «los está preparando para un paso aún más importante». «En efecto, de pronto tendrán que saber reconocer en Él la misma belleza cuando suba a la cruz y su rostro quede desfigurado», continuó.

Recordó cuando Pedro se esforzó por comprender, «le gustaría detener el tiempo, poner la escena en ‘pausa’, quedarse allí y prolongar esta maravillosa experiencia, pero Jesús no se lo permite», dijo Francisco, quien señaló que eso es porque «su luz, en efecto, no puede reducirse a un ‘momento mágico’. Se convertiría, entonces, en algo falso, artificial, que se disolvería en la niebla de los sentimientos pasajeros».

Cristo,-continuó- es la luz que guía el camino, como la columna de fuego para el pueblo en el desierto. La belleza de Jesús no aleja a los discípulos de la realidad de la vida, sino que les da fuerza para seguirle hasta Jerusalén, hasta la cruz».

Llevemos a los demás la luz que hemos recibido

Para el vicario de Cristo, «este Evangelio también nos traza un camino: nos enseña lo importante que es estar con Jesús, incluso cuando no es fácil comprender todo lo que dice y hace por nosotros».

«Estando con él, en efecto, aprendemos a reconocer, en su rostro, la belleza luminosa del amor que se entrega, incluso cuando lleva las marcas de la cruz», manifestó. Y es en su escuela donde aprendemos a captar la misma belleza en los rostros de las personas que caminan a nuestro lado cada día: familiares, amigos, compañeros, aquellos que de las formas más diversas nos cuidan».

«¡Cuántos rostros luminosos, cuántas sonrisas, cuántas arrugas, cuántas lágrimas y cicatrices hablan de amor a nuestro alrededor!», exclamó el Papa, quien invitó a «aprender a reconocerlos y llenarnos nuestro corazón de ellos». También, dijo, esto «nos anima a ponernos en camino para llevar a los demás la luz que hemos recibido, con las obras concretas del amor, sumergiéndonos más generosamente en nuestras ocupaciones cotidianas, amando, sirviendo y perdonando con más entusiasmo y disponibilidad».

El Papa instó a preguntarnos si verdaderamente «reconocemos la luz del amor de Dios en nuestra vida», si «reconocemos con alegría y gratitud en los rostros de las personas que nos aman», o «buscamos a nuestro alrededor signos de esta luz, que llena nuestros corazones y los abre al amor y al servicio», o si directamente «preferimos los fuegos de paja de los ídolos, que nos alejan y nos encierran en nosotros mismos».

Finalmente, el Santo Padre invocó a la Virgen María, para que Ella, «que conservó la luz de su Hijo en su corazón, incluso en la oscuridad del calvario, nos acompañe siempre en el camino del amor».

 

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