(Reuters/InfoCatólica) «Nos sacudió como una cuna. Éramos nueve en casa. Dos hijos míos siguen entre los escombros, los estoy esperando», decía una mujer con el brazo roto y heridas en la cara mientras hablaba en una ambulancia cerca de los restos del bloque de siete plantas donde vivía en Diyarbakir.
«Nunca había sentido nada igual en los 40 años que llevo viviendo», dijo Erdem, un residente de la ciudad turca de Gaziantep, cerca del epicentro del terremoto, que no quiso dar su apellido. «Nos sacudió al menos tres veces con mucha fuerza».
El vicepresidente de Turquía, Fuat Oktay, dio un primer balance de víctimas, que se va incrementando con el paso de las horas, mientras las autoridades enviaban equipos de rescate y aviones de abastecimiento a la zona afectada, al tiempo que declaraban el «nivel 4 de alarma», que exige ayuda internacional.
El balance provisional contabiliza también miles edificios derrumbados en diez provincias del sureste de Anatolia, con las de Gaziantep y Kahramanmaras como las más gravemente afectadas. En Gaziantep, centro económico industrial del sur de Anatolia, hubo al menos 80 muertos, y en la vecina Kahramanmaras, donde se derrumbaron 300 edificios, se registran de momento 70, precisó Oktay en rueda de prensa.
En Siria, ya devastada por más de 11 años de guerra civil, un funcionario de sanidad del gobierno dijo que más de 237 personas habían muerto y unas 600 habían resultado heridas, la mayoría en las provincias de Hama, Alepo y Latakia, donde se derrumbaron numerosos edificios. Las cifras de víctimas aumentarán según se acceda a los edificios derrumbados
Además, en el noroeste sirio, controlado por los rebeldes, el terremoto ha dejado más de 120 muertos, según AFP que cita a los servicios de rescate.
Para empeorar las cosas, durante la mañana se produjo otro gran terremoto de 7,6 grados en la escala Ritcher, que hizo que muchos más edificios colapsaran.
Al finalizar el día de hoy, la cifra de muertos supera los 3.500 y se espera que siga subiendo.