(El Mundo/InfoCatólica) Según informa El Mundo, La Policía había extremado la vigilancia sobre Yasin Kanza hacía cuatro días. De 25 años y origen magrebí, llevaba en Algeciras desde el verano en situación irregular y su actitud «esquiva» y la elección del barrio en el que se había instalado no tardaron en llamar la atención de los agentes, que desde entonces siempre le tuvieron en su radar. Los motivos: la zona marginal en la que se movía, su «afán» por ocultarse ante la presencia de los agentes y las miradas «agresivas» a las patrullas que se acercaban a un núcleo regido por el tráfico de drogas, la inmigración ilegal y la explotación sexual.
La Policía lo tenía controlado, según revelan a El Mundo fuentes de la investigación, pero al carecer de antecedentes delictivos únicamente podían vigilarlo. Al parecer estaba pendiente de ser expulsado por su situación irregular, pero eso es algo que ocurre con multitud de inmigrantes en la misma situación.
Una de las cosas que llama la atención de lo ocurrido es que pasó bastante tiempo entre que empezó su comportamiento violento hasta que cometió el asesinato. Nadie avisó a la policía en ese periodo temporal, en el que pudo acceder a tres templos. Se consiguió detenerle minutos después de los ataques y se comprobó en la base de datos policial que no constaban detenciones previas ni ningún altercado. Iba indocumentado, explican, y no articuló palabra. Únicamente esbozó «una sonrisa». Una sonrisa que no perdió durante su estancia en instalaciones policiales Su situación en España era irregular.
El Ministerio del Interior aún no ha calificado el ataque de yihadista, pese a los insultos y agresiones que realizó Kanza contra los feligreses que se encontraban en los templos y a sus manifestaciones en defensa del islam frente al cristianismo. No obstante, la Audiencia Nacional investiga el asunto como ataque terrorista y la policía registró anoche la vivienda en la que presuntamente vivía el asesino.